Muchas veces nos privamos de los logros que queremos obtener simplemente por no tener un plan trazado o bien por postergar su aplicación. Sin embargo, el mayor inconveniente suele venir al querer llevar a cabo una estrategia para la cual, sencillamente, no estamos preparados.
Una interesante analogía es pensar a la alimentación como una forma de entrenamiento. Si estoy empezando en el ámbito de la actividad física es ilógico creer que voy a poder, en una o dos sesiones, lograr lo mismo que aquel que lleva un rodaje de años. No quiere decir que por que en este momento no tengamos las mismas aptitudes no las vayamos a tener nunca. Solo que para alcanzarlas primero debemos recorrer el camino.
Y esta es la parte importante (clave) que casi siempre es pasada por alto. El camino no se recorre solo. No alcanza con solo "tener ganas" de llegar a la meta. Hay que moverse. Dar el primer paso, el segundo, el tercero y así sucesivamente. Es como tratar de subir una escalera: para llegar a la cima debemos usar primeramente los escalones más bajos para "trepar". ¿O alguien en su sano juicio piensa que puede, de un solo paso, subir 100 escalones o más?
Muchas veces confundimos la poca efectividad de nuestros métodos con algún fallo hormonal, místico, motivacional o alguna otra desgracia que conspira en nuestra contra. Casi siempre esto no sucede. La barrera que no podemos atravesar es auto-impuesta. Puntualmente al pretender lograr cambios excelentes en poco tiempo y, por si fuera poco, tratando de sostener condiciones insostenibles.
Este círculo vicioso se caracteriza por una repentina ola de motivación que pone en marcha acciones para mejorar nuestra condición actual. Pero las acciones suelen ser por demás exigentes, al punto de causar un desgaste mental y físico que pocas personas son capaces de sostener. Pensá en la motivación como las olas del mar: va y viene. No es estática. Si solo pretendemos lograr nuestros objetivos en base a la motivación que tengamos, lo más probable es que nuestros "objetivos" sean un cúmulo de intentos fallidos.
¿Qué hacer, entonces? Apuntar a objetivos alcanzables. Poner los pies en la tierra. Dejar de creer que la única forma de mejorar es atravesar desafío supremo una sola vez y que los beneficios obtenidos serán de por vida. Mantener un adecuado estado de salud (y estético aún más) es una labor que no tiene fin. No podemos mantener las bondades de un determinado estilo de vida aplicando otro completamente diferente.
Más cerca de nuestro logro estaremos mientras más tiempo invirtamos en tratar de conseguirlo. Si por cada mes de intentar le sumo dos meses de "relax", es solo cuestión de sentido común saber a dónde iré a parar. Ahora, si por cada mes de intentar sólo acumulo un par de días de descanso, el acumulado será siempre a mi favor y estaré un escalón más cerca de la cima.
Y para ello hay que dejar de posponer: hacer dos o tres cositas y luego tirar la toalla para recién levantarla cuando "vuelvan las ganas" me condenará a un loop infinito de nunca lograr lo que me propongo.
Muy importante de entender lo siguiente: todo logro que alcance será, en primera instancia, en mi beneficio. Por lo que hacer los deberes no es una tarea que pueda delegar a alguien más sino a mi mismo. Y quien más me agradecerá seré yo mismo, en el futuro. Imaginate la armonía y tranquilidad mental que acumularías si la persona más responsable de tus cuidados no mira para otro lado y se pone a trabajar para tu bienestar. Esa persona sos vos.
Para ir cerrando: alcanzar algún cambio favorable no necesariamente tiene que ser una tortura. Algunos objetivos son más fáciles, otros no tanto. Hay escaleras más cortas y otras más largas y empinadas. Pero todas escalables en tanto y en cuanto demos los pasos que deben ser dados. Postergarlos no es sino otra cosa que retrasar los logros y hacernos creer que la cima es cada vez más inalcanzable.
No lo es. La cima está ahí, siempre dispuesta a ser conquistada. Pero no vendrá ella a nosotros, nosotros debemos ir a por ella. Día a día y paso a paso.
