Una institución que persiste desde hace miles de años, mutando en forma y composición. El verdadero enigma que encierra a la naturaleza: el entramado del amor en el seno de la familia.
Los humanos nacemos, crecemos, vivimos y morimos en la institución familiar, y tendemos a mirar raro a quien piensa de otra forma. Esto no se da por cuestiones de intolerancia o mismo de ideales, es que simplemente somos seres cuyo único motor es el amor. Por mas cursi que pueda sonar, el amor es lo que le permite al ser humano continuar en su día a día; el amor es lo único que nos frena del allá y nos retiene en el aquí. Sin él, seriamos un conjunto de materia vagando en el espacio esperando hasta el momento en que dejemos de pensar y sentir.
El amor es el motor de la vida, pero a un nivel individual, que se traduce eventualmente a un nivel general. La familia es uno de los tantos resultados del amor; una institución donde se forman y deforman personas, acompañadas por otras personas con quienes se establecen relaciones psico-afectivas que contribuyen al desarrollo psicológico y cognitivo de los individuos, y los moldean como seres humanos para que logren, o al menos intenten, vivir en sociedad y coexistir con su entorno.
Es a través de esta sacra institución que la humanidad logra su constante avance: no el de la tecnología y las comodidades, sino el avance que verdaderamente importa, el de lograr una sociedad cada día mas tolerante con el otro, donde la coexistencia no se basa en el libertinaje y la permisividad o donde directamente no existe la tolerancia, sino en la verdadera libertad, un entramado de capacidad de acción y responsabilidad absoluta, un entramado que produce la sociedad a la que todos apuntamos.
Pero el problema surge cuando buscamos una definición, ya que ciertas instituciones y movimientos se han apropiado del nombre para hacer uso político y volcar sus ideas en él. En verdad la familia no es mas –y esta creo es su verdadera y única definición- que un conjunto de personas, elegido individualmente por cada uno de nosotros, con quienes decidimos establecer lazos estrechos cuya cuna es, en esencia, amor puro. Y es por ello que la historia personal de cada uno y los errores que podamos cometer, siempre son menos que nuestra relación con nuestra familia ya que el amor en el seno familiar se encuentra en su estado más puro y brillante, y logra someter cualquier situación ante él.
Es por ello que quienes verdaderamente buscan someter a la sociedad, irán tras la familia: estableciendo parámetros fijos y definiciones ornamentadas, dando discursos acerca de su composición y opinando sobre la vida ajena. Personas sin vida propia que se criaron sin un ápice de amor.
La realidad suele ser más simple de lo que se la plantea, y la familia no es ninguna excepción.
Vivan libres. Vivan felices. Vivan en familia.
Excelente artículo.