Nada malo, Mari Carmen.
Esta es una frase medio en broma, medio en serio que en mi círculo de amistades empleamos cuando queremos pedir un favor a alguien, pero que tiene algún truco escondido.
La frase viene del mundo comercial y me vino a la cabeza tras leer un post de ElBufon en noise.cash en el que habla de las particularidades y estratagemas comerciales en la venta de vehículos Km 0.
En el mundo de la venta de libros a puerta fría sucede algo muy parecido. Comerciales muy agresivos, contando medias verdades y utilizando todas las técnicas de venta más agresivas con tal de lograr que el cliente ‘firme’.
En este artículo me propongo señalar algunas de esas técnicas para que vean lo sucia que puede ser una actividad comercial, cuando detrás no hay más ética que el dinero. Pero antes de continuar me gustaría a que viesen este corto de Mateo Gil (tremendo guionista) que refleja a la perfección muchísimas de las técnicas empleadas.
Pienso que este guionista y director, o bien ha sido comercial de libros o bien conoce muy bien ese mundo, porque recoge prácticamente todos los elementos fundamentales de una de estas visitas.
Pueden ver el corto, antes o después de leer este artículo, pero si lo ven antes van a comprender mejor lo que viene a continuación.
‘Nada malo, Mari Carmen’ (o el nombre de la persona que abre la puerta) es una frase para romper el hielo y generar confianza.
‘Hola Mari Carmen. Nada malo, tranquila. No venimos a traerte una multa ni somos de Hacienda (sonrisa). Somos de…‘
Y comienza el enredo.
He aquí las 10 características principales de estas visitas a domicilio que verán reflejadas en el corto de Mateo Gil.
1.- Los comerciales no van a ciegas. Les pasan una ficha, que su empresa compra al censo municipal o extrae de cualquier o BBDD comercial, de esas en las que nos ‘inscribimos voluntariamente’ al aceptar algunos condicionados. Saben el domicilio, el nombre, la edad, si la persona está o no casada o si tiene hijos/as en edad escolar, etc. Según el perfil, se va construyendo el argumentario más adecuado y seductor.
2.- Desde la calle, el objetivo es entrar al portal a toda costa. Cualquier cosa es válida para que abran el portero automático. Incluso fingir una distorsión técnica. Por ejemplo:
‘Hola Mari Carmen, somos de spppggsh ahgss venimos para shhhs moc moc que le va a gustar. ¿Me abre por favor?’
Cuando alguien abre el portero automático del portal a quien le llama por su nombre, queda a la espera y con la intriga de quién diablos es y qué es lo que quiere. Ahí espera Mari Carmen, en su domicilio, a que toquen el timbre de su puerta para descubrirlo.
3.- La excusa habitual suele ser ‘un premio, un regalo o una promoción exclusiva’. A menudo, porque ‘los hijos lo ganaron’ en alguna actividad del colegio. La cosa llega a ser tan surrealista que hasta conozco un caso de un niño que nació con graves problemas psicomotrices (prácticamente tetrapléjico). Los comerciales tocaron la puerta diciendo que su hijo ‘había hecho un dibujo en la escuela que había sido premiado por la editorial’.
‘¿Tú te crees que mi hijo está para hacer dibujos? (mostrándoles al crío inmovilizado en la silla de ruedas) ¡Largaos de mi casa antes de que llame a la policía!’ —fue la respuesta iracunda de la mujer.
4.- Una vez en la puerta del domicilio, el leguaje del comercial es siempre directo. Siempre de tú, y no de usted, como si se tratasen de viejos conocidos. Todo es válido para entrar en la casa. Hasta llegan a dejar el maletín en el suelo, bloqueando el cierre, para disuadir a la persona de darles con la puerta en la cara.
5.- Una vez dentro, el comercial se hace dueño del espacio. Si le ofrecen una mesa, no le parece bien, y escogerá el mejor sitio para extender sus catálogos. Y se sentará en el lugar más privilegiado para ser el centro de atención. Incluso, se tomara atribuciones como:
‘Tú siéntate aquí Mari Carmen’ o ‘Cógete un vasito de agua que seguro que me vas a preguntar muchas cosas’ o ‘Si quieres fumar, fuma ¿eh? A nosotros no nos molesta. Y Además, estás en tu casa jajaja’
Jajaja, pero no. Ya no es su casa. Parece más la casa del comercial, que ocupa el espacio que le parece oportuno, y le invita a tomar asiento donde a él le parece bien. Incluso le dice que puede fumar si quiere… ¿de quién es la casa en realidad?
6.- Normalmente, se comienza hablando de tonterías, halagando a la persona e indagando toda la información posible ‘¡Qué casa más bonita!’, ‘¿Y ese cuadro tan hermoso?’, ‘Anda, también yo tengo este libro’. Todo para saber qué tiene, qué le gusta y qué se le puede vender.
Si hay niños/as, es perfecto porque solo hay que ganarse a la criatura.
‘¿Este es el chaval? ¡No me creo que tenga solo 8 años! Si parece que tiene al menos 12 de lo fuerte que está. Este de mayor va a ser un crack. Si hasta se parece a Cristiano Ronaldo’
Y ya tienes al chaval sonriendo y pululando por ahí, a favor del comercial que le ha caído en gracia. Más confusión para la pobre ‘Mari Carmen’.
7.- Después llega todo el lío. Toda una explicación confusa, y toda una serie de cosas que salen a conveniencia del comercial de un maletín del que nunca vemos su interior. Es todo un argumentario perfectamente diseñado y ensayado para que, al final, de hasta vergüenza decir que no.
‘Es por la educación de tus hijos’ o ‘¿Qué tienes que consultar a tu marido? Acaso, ¿te maltrata o algo? No querríamos causar problemas…’.
Todo dirigido para inducir a la pobre ‘Mari Carmen’ a que demuestre que por sus hijos haría lo que hiciese falta, y que su marido es una buena persona. ¿Cómo lo puede demostrar nuestra amiga? Comprando lo que le venden. Firmando el contrato.
8.- La desfachatez es tal que, según el nivel de credulidad, los argumentos pueden ser exagerados e incluso inventados. ‘Estos mapas han sido cartografiados por satélites de la NASA’. Es lo mismo que si le dicen que ‘estás imágenes están almacenadas de manera descentralizada en la blockchain para que puedas acceder a ellas en cualquier momento utilizando un dispositivo compatible con el protocolo BEP20 que, además ¡te vamos a regalar!’.
Cualquier sandez es válida, no solo para vender una imagen de experto, sino, de paso, reírse un rato de la pobre Mari Carmen.
9.- Cuando van en pareja, la técnica del poli bueno y poli malo suele ser la habitual. Uno hace de jefe estricto, y el otro de simpático comercial que trata, casi, de hacerle un favor al posible cliente.
10.- Finalmente se consigue que se firme un contrato que compromete a varios años de cuotas. Por 20 al mes (durante 5 años) o, como ‘oferta especial’, por solo por 10 al mes (durante 10 años, que viene a ser lo mismo).
Vamos ahora a la lógica perversa tras la labor comercial.
Estos comerciales suele ser gente joven, buscando ganarse la vida. Con cada colección que vendan, (pongamos 3.000 euros/dólares), ellos se llevan entre un 10% y un 20% (300-600 por colección vendida). No hace falta esperar. Su labor es solo que Mari Carmen firme. Después, ya es asunto de otro departamento (departamento legal, de recobros… etc).
Por cada firma lograda, el comercial logra entre 300 y 600 euros/dólares a fin de mes.
Puede parecer mucho. Con 3 o 4 colecciones, ya pueden ser entre 1200 y 2400. Pero no se crean que es tan fácil. La mayor parte de las veces, la gente les cierra la puerta, les dice que no… o incluso, les insulta.
Estos comerciales no tienen salario base. Su familia ‘come’ de aquello que consiga vender, lo que pone al comercial y al cliente, en una posición perversa de 'o tú o yo'.
No me importa lo más mínimo los problemas que a ti te cause firmar este papel, me importa que mis hijos coman a final de mes. Lo siento, pero no lo siento. Culpa tuya por crédula/o.
Conozco un caso de una colección para aprender inglés de 20 tomos, a pagar en diez años, vendida a un señor de 94 años. ¿Ustedes creen que un señor de 94 años está para aprender inglés y para comprometerse a cuotas de 10 años? En el mejor de los caso, sabrá inglés a los 104 años. Le será muy útil, claro.
Como les decía, la lógica es perversa. Es Tú o Yo. No importa nada más. Así tengas 27 años o 94.
Para mantener esa actitud psicológica, de seguridad y confianza en sí mismo/a a la hora de entrar a una casa ajena, cuando alguien les cierra la puerta o no les quiere abrir, es habitual que respondan con insultos o con frases vejatorias, como en los créditos finales del corto. Es una manera de autoconvencerse de que, si alguien no me abre, es despreciable (en lugar de pensar que el despreciable es uno mismo).
Créanme. Pasa todos los días. Y no crean que ustedes son inmunes.
Es más, pasa también en Internet. ¿Cuántas mentiras y medias verdades les ha vendido su 'YouTuber' favorito con tal de que se registren aquí y allá con su enlace de referido? ¿Cuántas promesa de grandes cantidades mensuales que les prometían se han cumplido? ¿Cuánto ganan ellos con su esfuerzo y sacrificio, solo por haberles vendido una 'promoción'?
Ahí siguen muchos y muchas... pagando una cuota que sale su esfuerzo, a alguien que les engañó con cantos de sirena, para que firmasen un contrato de por vida con enlace de referidos y vivir a su costa.
A alguien que les dice lo que tienen que hacer y cómo. A alguien que dejaron entrar en su casa con promesas de premios, ganancias y regalos, a través de esta ventana abierta al mundo.
A alguien que trata de eliminar sistemáticamente la posibilidad de que tengan un criterio propio, mediante promesas, tutoriales, inventos, confusión y mentiras.
Ese es el catálogo comercial y su forma de 'crear contenidos'.
Estamos cansados de que nos lleguen con tantas promesas que yo creo que ya la gente cuando le llegan así a la puerta de su casa dice; estoy cansada, no quiero hacer nada, chao, nos vemos, otro día será, no me interesa. Pero lo que tú me acabas de exponer aquí me ha dejado asombrado. Muy buen artículo Loucy saludos y muchas bendiciones.