Malta desde un turismo sostenible
Hacía años que quería visitar Malta. La última vez que lo intenté la pandemia me obligó a cancelar mi viaje, pero por fin puedo decir que he conocido ese maravilloso país tan lleno de historia, culturas y patrimonio natural incomparable.
Siempre que viajo suelo buscar destinos que me aporten descanso, pero también que me enriquezcan intelectualmente.
Es por eso que disfruto tanto al preparar mis viajes porque voy investigando sobre el país que voy a visitar, aprendiendo sobre su idioma, su historia y sus costumbres para luego, comprobar in situ, si toda la labor de investigación previa se ajusta a la realidad del país.
Malta no defrauda. Pero duele. De hecho duele tanto como algunas islas griegas o ciudades italianas como Venecia. Y duele, precisamente, por la gente que va a hacer turismo.
¿Gente como yo? Pues no. Quiero pensar que como yo no. Yo voy a empaparme de una cultura y de un entorno. Otros van a hacer lo que les viene en gana, lo que hacen en sus países de origen, e incluso, aquello que no les está permitido hacer en sus países. Y verlo, duele.
Yo les llamo ‘terroturistas’ o ‘destruristas’ porque básicamente se apropian del lugar de maneras destructivas, con muy poco respeto por sus gentes. Es como si porque hubiesen pagado 'un billete premium con todo pagado y pulserita multipase' tuviesen derecho a hacer todo cuanto quisieran, a deteriorar el entorno natural y a tratar a los lugareños como personas pintorescas a su servicio.
No solo es penoso, doloroso y lamentable observar cómo los ferrys eliminan las posibles zonas de baño, cómo los ‘terroturistas’ tiran a la arena sus desperdicios, cristales y colillas, cómo las huellas de sus excesos acaban repartidas por un lugar que, antes de su llegada, podría haber sido confundido con un paraíso natural. Una vez más, el peso de la economía basada en el turismo se antepone a la preservación de la naturaleza, la cultura y la cohesión social.
No me interpreten mal. No estoy en contra del Turismo, especialmente porque todos somos turistas y visitantes en algún momento. El turismo genera empleo, es un motor económico y una enorme oportunidad de conocer otros lugares, culturas y personas.
De lo que estoy en contra es de ese turismo masivo, empaquetado y paquetizado, dirigido, enclaustrado y gestionado por grandes turoperadores que no les importa nada más que el beneficio económico. Ese turismo que vomita desde sus cruceros a miles de visitantes al mismo tiempo en un lugar que, de pronto, ve triplicada su población sin capacidad de dar abasto. Una marabunta de paseantes con palo selfis que copan las calles, las playas, los monumentos sin importarles nada más que ver todo lo más rápido posible, pues solo cuentan con 24h antes de parasitar el próximo lugar del itinerario por el ‘Mediterráneo’.
Si en el interior de una iglesia, están rezando ¿Qué mas da? Yo a hacer fotos de los retablos y del altar... que para eso tengo pulserita. Que se fastidien quienes lo usan como templo para la oración y el recogimiento.
Si en la puerta de un restaurante típico hay un cartel de ‘espere a ser atendido’ ¡yo me siento en la primera mesa que vea! Que no tengo tiempo para esperar a nadie, aunque esté esperando por delante de mi. Si el autobús llega y hay una fila para entrar, yo me quiero subir antes que nadie porque a las 20.00 me dan de cenar en el crucero. ¿Basura al suelo? ¿Colillas en la playa? ¿Cristales de la fiesta de la noche anterior?... Bah! Que se ocupen los lugareños.
Es esa mentalidad la que me fastidia y me duele. Es lamentable, y también patético. Humanos que son como reses, como borregos, todos juntos a saturarlo todo porque así lo dictan las guías a 1€ de la tienda de souvenirs.
Así que me propongo ir elaborando una guía de visitar Malta desde mi óptica de lo sostenible y lo tolerable. Pero también de lo auténtico y no artificial, creado exclusivamente para regalar una experiencia ficticia a los turistas que ni siquiera nadan, sino que flotan como manatíes en unas aguas en los que los niños y niñas locales, ya no pueden nadar porque han sido virtualmente privatizadas.
Malta es un lugar fantástico. Pero su magia no se encuentra en los viajes organizados ni en las guías turísticas más vendidas. La magia de Malta está en otra parte que nunca verán los ‘terroturistas’ que la disfrutan como quien disfruta de un parque temático tipo Disneyland. Y con la botas de Dumbo puestas.
En los próximos artículos trataré de transmitirles esa magia de este país mediterráneo que oculta su verdadero valor de la mirada del visitante, temeroso de que se apropien de él.
La magia de Malta… está en los malteses y maltesas que viven allí, en su historia compartida y en sus historias particulares que forman un magnífico crisol de culturas mezcladas, agitadas y revueltas que configuran un lugar único en el mundo.
Sustainable tourism is the fourth sector that can potentially help the Maltese economy, which is already characterized by a growing focus on the tourism business. Check this https://aucklandconcretecontractors.co.nz/ and get more new tips for the latest local concrete. Sustainable development or sustainable tourism are terms now being used as part of the Maltese government's activities as well as by tour operators in order to attract more tourists who are asking for eco-friendly experiences.