Hoy soy la decepción de mis profesores, soy buena tela para recortar en una charla casual entre mis tíos, también soy la preocupación de mis padres, y es que soy lo que no se supone debería ser después de tanto esfuerzo invertido.
Hace ya varios años estudié mi licenciatura en ingeniería de alimentos, amo todo el conocimiento relacionado con mi carrera, pero a mitad de mis estudios profesionales me di cuenta que quizás no ejercería nunca, al menos no como la mayoría de egresados lo hace, (colaborando de distintas formas en una fábrica de alimentos). Ya eran más de dos años estudiando gracias al esfuerzo de unos padres que no tenían profesión ni empleo fijo, no iba a decirles que su esfuerzo de todo ese tiempo se iba a la basura porque no ejercería esa profesión… Además, vaya que disfrutaba todo lo que estaba aprendiendo, así que terminé mi carrera, incluso hice un posgrado.
Pero, ¡vamos! ¿Por qué no ejercería algo tan fascinante como la ingeniería de alimentos? Bueno, vamos a hablar un poco de mí, no sé si es una convicción que tengo de nacimiento, o si es una secuela que dejó el anime, o las caricaturas de superhéroes, o la huella que dejó la educación de mis padres, el hecho es que desde niña he vivido convencida de que debo transformar el mundo para bien, así que mis esfuerzos no me causan ninguna satisfacción interna si no hago algo que mejore la vida de alguien además de la mía.
He intentado motivarme, pero no veo cómo en una fábrica de enlatados o embutidos pueda transformar el mundo de manera positiva, comienzo a sentir mi alma encerrada de solo imaginarme en una planta alimentaria, sé que no tiene nada de malo, y es un empleo digno, pero curiosamente, en mis años de estudios, me fui dando cuenta que casi toda transformación en un alimento, le da características inferiores a las del alimento original, con algunas excepciones, como las fermentaciones lácticas, en las cuales se aumenta el contenido de probióticos y se disminuye la concentración de lactosa, de tal modo que un yogur es más digerible que la leche y aporta mayores beneficios a la salud, esa es una excepción hermosa y deliciosa.
Pero como todo lo bueno, la ambición desmedida lo arruina, hoy en día no es sencillo encontrar un yogur 100% leche entera de vaca, en su lugar, tenemos productos elaborados con suero de leche, un poco de leche descremada y estabilizantes, que da como resultado un yogur cremoso y mucho más barato, también mucho menos nutritivo. Otras empresas no conformes con empobrecer un producto tan noble, hacen un viaje más largo, creando un producto lácteo acidificado químicamente, libre de bacterias benéficas y, por lo tanto, libre de la necesidad de ser refrigerado.
Todos los días la industria de alimentos se encarga de procesar millones de productos empacados de todo tipo: embutidos de todos los precios y variedades; panes y pastelitos empaquetados que pueden durar hasta un mes; quesos frescos y semi maduros para toda clase de recetas: rebanados o rallados en el interior de prácticos empaques resellables; platos a los que solo se les agrega agua caliente y listo; latas de alimentos que duran por años.
Las personas saben que tienen a su disposición alimentos prácticos y deliciosos a un precio más o menos accesible. Un ingeniero en alimentos, en cambio, sabe que para que ese pan pueda durar semanas con la misma consistencia agradable debe tener una serie de aditivos y conservadores cuyo nombre aparece en la lista negra de la FDA, que no hay pan o pastelito industrial que no contenga jarabe de maíz de alta fructosa “diabetes, ahí te hablan “; un ingeniero en alimentos sabe que ese delicioso queso barato tiene un porcentaje de leche que se burla del consumidor, en su lugar hay una rica mezcla de almidones modificados y saborizantes artificiales, pero, ¿Qué hay del queso caro? Bueno, tiene bastante más de leche, claro, descremada y adicionada con grasa vegetal que es más barata y con alto contenido de grasas trans; un ingeniero en alimentos sabe que para que un jamón cocido sea jamón, debe tener una buena concetración de nitratos y nitritos, considerados cancerígenos, también sabe que ese jamón virginia que todo el mundo compra para el sándwich de sus hijos es prácticamente una matriz de goma carragenina repleta de agua, especias, y una embarrada miserable de carne, muchas veces de deshecho, en fin, creo que me doy a entender.
Es difícil ir al súper y llenar el carrito con toda esa información en mi mente (y con lo que hay en mi cartera actualmente), a menudo voy con una gran expectativa, y regreso con un galón de leche entera refrigerada, un paquete de avena natural y una docena de huevos solamente.
Tengo que aclarar que no todos los alimentos industrializados son tan horribles como los que describí, hay algunos rescatables en el mercado, claro, ni pensar que son económicos.
En mi carrera aprendí cómo se pueden hacer las porquerías que encuentra uno en el súper, pero también aprendí cómo se hacen productos de calidad, con una modificación mínima, ricos en proteínas, sin conservadores ni aditivos artificiales, sin embargo, al parecer las mayores industrializadoras de alimentos están muy poco interesadas en elaborarlos, y es que, los precios aumentan y las ganancias disminuyen, también están las pérdidas que generaría la corta vida de anaquel, es difícil competir así en un mercado cada vez más repleto de productos alimenticios.
No puedo condenar a la industria alimentaria, después de todo, ofrece comodidad, un ahorro considerable de tiempo a la hora de preparar de comer, y la posibilidad de llevarte algo a la boca sin haber tenido que prepararlo antes, sin embargo, eso no me hace querer trabajar ahí.
Así que, a pesar de la decepción de mis maestros, a pesar de que ya probé lo que es el fracaso de un negocio, a pesar de las deudas, y de los constantes “¿Para eso estudiaste?” creo que hoy saldré a la calle a vender mis galletitas, mi yogur o cualquier otra cosa de calidad que se le ocurra a mi mente, por la tarde trataré de compartir mi conocimiento y de generar estrategias para estirar mis ingresos.
Si me ves haciendo La Lucha por la calle o en un pequeño local, cómprame algo, te aseguro que el precio es muy similar al del producto del súper, quizás hasta menor, probablemente no dure meses o años en tu alacena, pero es un producto limpio, tu salud te lo agradecerá. Al comprar un producto local, estarás contribuyendo a la ecología, ya que estos no requieren transporte a lo largo de todo el país, apoyarás la economía de tu pueblo o ciudad, y si por casualidad es mi producto, estarás apoyando los sueños de una persona que aún quiere mejorar el mundo.
Atentamente: Una de tantas personas que producen y comercializan localmente sus alimentos.
Lucha, imagino que en estos momentos tú emprendimiento debe ser algo pequeño. Pero, creo yo que si te estás dedicando de lleno a lo que estudiaste, asegurandote de fabricar cosas más saludable. Ojalá puedas mantenerte constante en eso y que tu negocio pueda crecer muchísimo. Que quizás la gente ahorita no es capaz de ver el impacto que puede llegar a tener a largo plazo eso que estás haciendo, pero creo que tú sí lo sabes. Porque sino, no veo manera de que alguien deje a un lado la posibilidad de trabajar para una empresa, por ir detrás de sus ideales y lo que cree será más beneficioso para sí mismo o para el mundo ;)
Por otro lado imagino que deben ser muy entretenidas tus idas al super, dando una evaluación a cada producto que te encuentras y descartando... casi todos? Gracias a Dios no elegí una carrera como esa y espero no me malinterpretes, porque me refiero a que de por sí sin conocer mucho del proceso de fabricación de esos productos soy super quisquillosa, pienso que si saliera de mi burbuja de ignorancia, muy poco comería XD