A la larga, la totalidad de lo que vemos en las redes publicado por alguien, es lo que esa persona es; así han podido los estudiosos de la conducta inferir cómo es alguien, gracias a lo que coloca en las redes; por lo tanto, es muy importante que a la hora de realizar algún tipo de comentario sobre lo que el otro expone, seamos muy cuidadosos y conscientes de las fibras que vayamos a tocar en él.
“Solo se comparte lo privado” resulta ser un axioma correcto, pues solo compartimos lo que tenemos, y si hay una buena radiografía de quienes somos, pues ésta se retrata perfectamente en las redes sociales que manejamos y en las que a diario publicamos; así, todo el conjunto de contenidos que nacen de nuestras necesidades de expresar, sobre nuestra historia, de nuestras experiencias y valoraciones de vida; es lo que terminamos publicando.
Dominique Wolton, el sociólogo tan respetado y actualmente toda una autoridad en materia en los estudios comunicacionales con la tecnología de hoy; nos habla que la comunicación tiene como fin el compartir y el intercambiar; y dado que estamos en la tercera mundialización de la cultura y la misma comunicación, esta es llevada a cabo por la tecnologías y sus medios de masificación de contenidos, y como respuesta debería obtenerse el generar respeto por la diversidad cultural, puesto que ahora se conoce en forma común y rutinaria; y de esta manera, debería estarse organizando la convivencia de una manera democrática.
Conocer la existencia de culturas alternas a la nuestra debería cambiar nuestra manera de pensar, lo que a su vez crea la premisa de que las nuevas tecnologías deberían generar nuevas ideas, algo que muchas veces no se logra; de allí que las manifestaciones de rechazo o de oposición que se pueden dar ante lo compartido por otros de diferente pensar, pudieran ser o aleccionadoras o demasiado ofensivas e hirientes.
Pexels. Juan Burgos, de Florida.
Pero el ser humano, que vive es de relaciones y no de ideaciones, y aunque es capaz de elegir qué escuchar y qué no; tarde o temprano terminara transformando sus esquemas en la medida en que les sea revelada una verdad en los otros que no pensaba que existiera; independientemente de cuánto le cueste aceptarla y digerirla.
Esto parece ser un principio importante de libertad; la capacidad de elección de lo que leemos, vemos y lo que no; pero ¿Qué tan cierto es eso de que podemos elegir en lo que creer y en lo que no, de lo que leemos o vemos?
Ya el simple hecho de que las verdades de los otros nos terminen transformando, y que un contenido repetido por muy errado que esté termine siendo aceptado como cierto; se va tornando en algo que es más compatible con la manipulación; lo cual nada es más alejado de cualquier premisa que soporte la libertad.
Pixabay. De Comfreak
Lo importante a mi parecer es el cambio o transformación en la manera de pensar a medida que conocemos otras alternativas culturales; y eso, es precisamente la causa de que al final podamos entender al otro, lo que generaría tolerancia, que es la madre del respeto.
Si apenas nos estamos exponiendo a conocer las características de la gente a través de los medios de comunicación de la red, es preferible tener al menos una buena base educacional para poder interponer nuestras ideas ante el contenido de quienes comparten.
Lo compartido es un espejo, y el ser humano, en sus mecanismos actuantes de la conciencia es de movimientos y elaboraciones frágiles que no todos terminamos entrenando con el objetivo de fortalecerlos; y hoy, cuando los mismos estudiosos de la conducta social e individual, han determinado que nos es más importante lo que tenemos que decir que lo que el otro dice, sería bueno ir cambiando patrones en la manera de escuchar a los demás, y no permitir que se instalen estos, en forma de paradigmas difíciles de transformar posteriormente.
Emilio Rios. Venezuela
emiliorios580@gmail.com
Lead Image: Pexels, de Juan Burgos