Presentación
Antes que nada, quiero presentarme, soy una curiosa de la vida a quien le interesa todo lo que es capaz de sentir o sentirse, no soy especialista en nada, aunque tengo muchos oficios, tengo apenas tres meses practicando el divertido juego con las letras y prefiero escribir acerca de mis anécdotas y experiencias personales, ya que es lo único que conozco a la perfección.
El relato
Hace algunos años, en mi temprana adolescencia para ser exacta, visitaba mucho la casa de un amigo, esa casa tenía una magia especial, mi familia siempre me enseño que las visitaderas no son buenas, por lo que mi amigo y yo inventamos hacer una adorable casa tipo club de caricaturas, ya que de esa forma no le entorpeceríamos a nadie la rutina diaria, entre los dos fuimos montando tablas, troncos, piedras y fin todo lo que una casa club de unos gigantescos diez metros cuadrados necesita para que unos chicos involucrados en la salvación del mundo sean felices, los demás están decir que se nos unieron otros dos locos que siempre inventaban más que nosotros y nos obligan a meternos en muchos líos.
Este espacio se convirtió en nuestro sitio ultra-secreto, aunque todo el mundo sabía que estaba al final del patio de la casa donde vivían el y toda su familia, era ese sitio único que nos servía para estudiar, llorar, reír, discutir y por supuesto planear mil travesuras, mi mamá y su mamá siempre nos regalaban cualquier cosa vieja para embellecer el ambiente, un día teníamos cortinas y otros conseguíamos una mesa, un jarrón, y mil revistas de Condorito, Archie o el Pato Donald, demás está decir que se convirtió en un palacio donde no caía ni una gotera.
Había una terraza envidiable que bordeaba todo el rededor, estaba llena de plantas espectaculares que derrochaban una gran frescura y elegancia. Pero sin darnos cuenta en su casa iban ocurriendo cosas, que evidentemente no notábamos porque siempre estábamos en lo nuestro. Un día escuchamos una fuerte discusión (normalmente las escuchábamos pero en voz baja), luego vimos a su papa reparando el techo que era de tejas rojas, lo contemplamos un rato, pero tan pronto nos volteamos escuchamos un estruendo, al correr vimos a su papá inmóvil en el piso.
Siempre nos decían que el señor estaba en el hospital y pronto regresaría, pero mientras tanto en la casa, el techo que alguien había reparado, goteaba cada vez más, aquellos Helechos que una vez adornaron los pasillos Pennsylvania teñidos de verde brillante, los jardines ya no tenía la misma alegría y esplendor, casi siempre encontrábamos hojas secas debajo de los porrones que colgaban, la humedad se iba apoderando de las paredes que alguna vez exhibieron alegres colores, las ventanas chillaban cada vez que las abrían o cerraban.
El regreso
Un día el señor regresó y nosotros estábamos súper felices, habíamos planeado tantas sorpresa y travesuras que lo haría reír (porque él era uno de nuestros aliados a la hora de crear), pero cuando vimos que lo traían en una ambulancia y lo pasaron en una camilla la sonrisa se borró de nuestro rostro, la noticia de que no podría volver a caminar nos sepultó en una tristeza que hoy no puedo describir, a mi amigo from ese día se le fue el alma del cuerpo, ya no muchos motivos que lo hicieran reír, él tenía dos hermanas mayores y una de ellas se fue con el novio y la que quedó abandono los estudios, su mamá que siempre estaba cantando y bailando "salsa", mientras se le escuchaba hablar y reír muy fuerte, apenas si daba los buenos días, ya mis amigos y yo no nos reuníamos en el club…
Una señora que rezaba a los fallecidos, ensalmaba niños con “mal de ojo” (así se les llama a las dolencias desconocidas en mi pueblo) y preparaba bebedizos para curar a los mas desvalidos, siempre se persignaba cuando pasaba por la casa en cuestión, y no era extraño verla pasar con un rosario en las manos muy concentrada. Una vez después de varios años, tuve la oportunidad de hablar con ella y por pura curiosidad le pregunte acerca de aquella casa, a lo que me respondía muy seria ya manera de lamento, que en este caso específico, la familia, quien guardaba muchos secretos en sus relaciones, se enfermó primero, y después lo fue haciendo la casa.
Me explica con su natural y rancia sabiduría, que en las casas habita el alma o energía de cada uno de los seres que la ocupan, que se encuentra impregnada en cada uno de los objetos, las paredes y los techos, que es perfectamente comparable al cuerpo humano, si tienes enfermedades ocultas y de pronto tienes un accidente que te provoca una herida, por allí comenzarán a detectarse todas las debilidades que habitaban en ti.
De hecho se extendió un poco mas y me hizo ver que hay barriadas, caseríos o pueblos, que nunca logran salir adelante, siempre se ven estancados en cuanto a proyectos, economía y hasta educación, que sus calles se ven con grietas constantes, problemas de inundaciones o sequias, y se debe principalmente a la energía que allí no logra evolucionar o lo que es lo mismo sus habitantes jamás prosperan.
Y me aconsejó algo que nunca he podido olvidar, cuando en una casa comienzan a dañarse las cosas constantemente, a romperse los vidrios o espejos, a secarse las plantas a escasear los alimentos o los insectos comienzan a apoderarse de ella, es el momento preciso de revisar las relaciones en la familia y remediar cuanto antes cualquier inconveniente.
Este relato fue creado por mi partiendo de una experiencia personal, atendiendo a la invitación de @SaraEscribe para participar en la dinámica de las 30 ideas para escribir por un mes más, mi tema lo ubico en el renglón Nro. 20 " lo sobrenatural"
No quiero dejar pasar la oportunidad de agradecerles por haber escogido mi tema entre sus lecturas
¡🤗Hola, Corito, me encantó tu relato! Aunque nunca tuve la oportunidad de hacer una casa club como la de ustedes porque yo vivia en un apartamento. Recuerdo con una gran emoción cuando íbamos a visitar a mi abuela materna que vivia en una casa rodeada de mucha naturaleza. Por cierto, mi abuela sembraba la mayoría de sus alimentos y, tenía sus animalitos. Para mí y mis cuatro hermanos las visitas los fines de semana a casa de mi abuelita eran lo máximo, pues, todo lo que no podíamos hacer en el apartamento lo hacíamos en casa de la abuela a donde nos reuníamos con toda la pandilla de primos...¡Éramos los niñitos citadinos transformados por obra y arte de la naturaleza en una manada de salvajitos curiosos por explorar todo a nuestro alrededor!... Uno de nuestros principales juegos eran hacer pequeñas casitas con tablas y palos de madera que encontrábamos a los alrededores y allí nos inventábamos cualquier infinidad de actividades. Lo malo era que no duraban mucho las pequeñas casas clubes porque siempre se iniciaba cualquier disputa entre el bando de las chicas y los chicos y al final las casitas terminaban como si un tornado hubiese arremetido contra ellas🤣. ¡Todo para volverlas a levantar el fin de semana siguiente🤣🤪! ¡Hoy en día agradezco tanto haber tenido una infancia tan hermosa llena de tantas memorias invaluables y eso se lo debo principalmente a los maravillosos padres 🥰que Dios me regaló! ¡Gracias por tu hermoso escrito que me ha traído a la memoria esos divertidos momentos de la infancia🥰! ¡Tienes una suscriptora más! ¡Te envío un gran abrazo online desde Venezuela!