La revolución industrial y el capitalismo.

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3 years ago

¿Fue realmente la revolución industrial un período negro en la historia del ser humano?

¿Es el capitalismo la causa de males y pobreza en la sociedad?

Kodak Australasia Pty Ltd, Carpintería, Abbotsford, circa 1938

La Revolución Industrial


Se llama revolución industrial al proceso de transformación económica social y tecnológica más intenso de la historia del ser humano. Se inició a finales del siglo XVIII en el Reino Unido y en las décadas siguientes se extendió por gran parte de Europa y Norteamérica. Durante este periodo se produjeron muchos de los mayores cambios en la historia del ser humano transitando nuestras sociedades desde economías rurales basadas fundamentalmente en la agricultura a economías de carácter urbano e industrial.

En mi primer artículo les hablé del comunismo y hoy vengo a hablarles de la revolución industrial. Desde ya les adelanto que es muy posible que a muchos de ustedes, las tesis que hoy les voy a exponer les sorprendàn y es que el punto de vista habitual entre el público pasa por considerar prácticamente a la revolución industrial como un período negro de la historia del ser humano (miseria, enfermedades, condiciones de trabajo infernales, alta mortalidad, esclavitud infantil, etcétera). Es verdad que las condiciones de los trabajadores de aquella época fueron horribles si las comparamos con la de los trabajadores de hoy en día. Las jornadas laborales eran largas, el trabajo era duro y las condiciones sanitarias y de seguridad deplorables. Los cambios vividos desde entonces hasta hoy son el resultado lógico de un proceso que se sustenta en una progresiva acumulación de capital que permite producir más y más. Lo relevante por tanto, es que antes de la revolución industrial las condiciones de vida eran aún peores y lejos de la leyenda popular, esta revolución representó un gran salto en términos de bienestar para la inmensa mayoría. El ingreso real per cápita, por ejemplo, se dobló en Inglaterra en apenas 100 años a pesar de que durante dicho periodo el país vivió también un impresionante aumento de la población. Además, durante el siglo XIX, los precios cayeron más que los salarios de tal forma que el poder adquisitivo se incrementó de forma casi exponencial. Bajó el precio de la ropa, del té, el café, el azúcar y ya 1830, el londinense medio consumía semanalmente la misma cantidad de alimentos básicos que en 1959 y gracias, lógicamente, a esta mejor alimentación y el mayor acceso a bienes de todo, tipo la gente fue menos propensa al contagio de enfermedades como la tisis, se redujo la mortalidad infantil, aumentó la esperanza de vida pasando de aproximadamente tan sólo 35 años a 50 y si triplicó la población del país en el espacio de un siglo.

D. Napier & Son Ltd', Aero Engine in the Making', England, circa, 1918

Por otro lado la revolución industrial trajo consigo un verdadero cambio de paradigma, un cambio que transformó el mundo para siempre. Por primera vez el trabajo industrial se centró no en atender las necesidades de las clases más adineradas sino en producir en masa para proveer a las masas. De hecho, la fábrica clásica de los primeros tiempos de la revolución industrial fue la fábrica de algodón que no era un producto precisamente demandado por las clases más pudientes. Los ricos vestían de seda y lino y no utilizaban prendas fabricadas en masa sino las que confeccionaban sus propios sastres. Estamos por tanto ante el desarrollo del capitalismo de masas: la filosofía de producción que tiene como misión transformar los bienes de lujo en bienes de consumo masivo. El aumento de la producción y la cada vez mayor competencia entre empresas permite orientar recursos a la investigación y la innovación desarrollándose con ellos un amplio abanico de productos tales como medicinas, vacunas o instrumental para mecanizar el campo y aumentar también la producción agraria. Del mismo, modo la mayor producción permitió también liberar recursos para desarrollar las primeras legislaciones sociales que incluyeron por ejemplo límites a la jornada y el trabajo de los menores de edad y por supuesto el mayor poder adquisitivo propició incluso que las familias pudiesen cuidar mejor de sus hijos de tal forma que tan sólo entre 1818 y 1833, en apenas 15 años, el número de niños escolarizados se duplicó.

Hay mucha gente que piensa que antes de la revolución industrial los campesinos y trabajadores eran felices y vivían en libertad disfrutando de una vida en el campo y la naturaleza pero nada más lejos de la realidad. El trabajo era agotador, no había prácticamente días de descanso, toda la familia tenía que trabajar muy duro (por supuesto también los niños) y las supervivencia ni siquiera estaba garantizada. Todo dependía de las condiciones del tiempo: de si llovía más o menos, de si hacía más o menos calor y de las medicinas. En fin, mejor ni hablar porque en 1800 la pareja promedio tenía seis hijos pero cuatro de ellos morían jóvenes. Por ello nos resulta extraño que cuando se produjo la revolución industrial automáticamente se produjesen masivas migraciones del campo a la ciudad buscando empleos en las fábricas y eso fue precisamente lo que salvó la vida de millones de personas.

¿Cómo surge la leyenda negra que demoniza a la revolución industrial?

Precisamente gracias a la enorme generación de riqueza creada se produjo lo que algunos llaman una conciencia creciente de hechos que antes pasaban desapercibidos. Antes de la revolución a todo el mundo le parecía natural vivir en la mayor miseria y además esperaban un destino similar para sus descendientes pero a partir de este momento el sufrimiento dejó de justificarse. Cuando hay riqueza, la pobreza deja de comprenderse. Por otro lado a los aristócratas y gobernantes de la época contribuyeron sin duda a extender la leyenda negra así por ejemplo Francisco I, el Emperador austrohúngaro llegó a prohibir la construcción de fábricas en Viena e impidió el desarrollo del ferrocarril con la siguiente excusa “no tendré nada que ver con esto no vaya a ser que la revolución llene al país de locos” no resulta extraño que la primera vía que se construyó en el imperio tuviese que utilizar vagones tirados por caballos y no fue el único. El Zar Nicolás I promulgó con la misma intención leyes que limitaban también la construcción de fábricas.

Por todo ello la revolución industrial nos ayuda a recordar el estado natural del hombre es la pobreza y que la generación de riqueza y bienestar nunca se produce desgraciadamente de forma automática.

Si te gustó el artículo y te interesa el tema, puedes pasarte por mi artículo en el que explico el comunismo en cinco minutos.

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