Todos hemos tenido un primer amor en nuestras vidas, aún de pequeños ese hermoso sentimiento se despierta en nosotros de diversas maneras, ya sea con nuestras padres o con alguna otra persona. Lo cierto es que es una experiencia maravillosa e incluso esencial para el correcto e integral desarrollo del ser humano.
Precisamente por eso quiero tocar este tema, ahora bien desde una perspectiva más profunda, la cual es que el primer amor siempre deberíamos ser nosotros mismos, ya que si realmente buscamos un crecimiento personal, éste vendría a ser su base.
Por eso, es importante la educación recibida desde pequeños en este sentido. Que aprendamos a valorarnos, no por lo que tenemos sino por lo que somos. Que aprendamos que no somos perfectos pero sí somos una obra maestra de la creación. Que aprendamos a reconocer nuestros defectos pero también que resaltemos nuestras cualidades y talentos.
Como todo amor verdadero, cuya llama se busca mantener viva cada día, lo mismo y con más razón debemos hacerlo con nuestro primer amor. Así podremos tener siempre una buena autoestima y los grandes beneficios que de ella se derivan.
Además, este primer amor siempre debe estar fuerte en nosotros, pues, si nosotros no nos amamos, difícilmente podremos lograr conquistar algún otro amor. Más aún, he conocido personas que por no amarse a sí mismas, no aceptan ningúna muestra de cariño y afecto que venga de los demás.
De la mismas manera, debemos amarnos para poder amar, pues, si no es así no encontraremos nada en nosotros para poder compartir, lo consideramos siempre como algo que no tiene valor.