Sobre lo desconocido y la libertad
El presente trabajo, tiene como objetivo, explicar brevemente la perspectiva de su autor, sobre la pretensión humana de conocimiento absoluto, y cómo ésta, está ligada al intento de control. Y por lo tanto, termina por ser contrario a la libertad, entendida como ausencia de coacción. En primer lugar, debería darse una definición propia sobre libertad. Ya que el autor de esta nota, entiende a la misma como una filosofía política (en cuanto involucra necesariamente a otras personas, y no a un individuo atomizado y aislado) del individuo frente al poder. En la cual, éste se opone a cualquier forma de coacción sobre su voluntad. Y entiéndase la misma, como un pensamiento de hombres con respecto a otros; para no caer en errores conceptuales, de pretender, con el argumento de la libertad, superar las mal llamadas “barreras naturales”, ya que el humano tiene voluntad de ejercer su libertad, dentro de un contexto y entorno determinado.
Sistemas políticos y la pretensión del conocimiento
Yendo al punto que nos ocupa, podemos observar desde la antigüedad, hasta nuestros días, lo que para el que escribe, son dos tendencias marcadas con respecto a la perspectiva del conocimiento y lo desconocido. A saber: la pretensión de conocimiento pleno o potencialidad de ello y la aceptación de lo desconocido, la pregunta.
Podría quién escribe, abarcar la cuestión de la ingeniería social, y pretensión de control sobre las sociedades, por parte de quienes se creen dignos y capaces de hacerlo, generando siempre desequilibrios en el fluir del orden espontáneo. Pero esa ansia megalómana, está precedida por una pretensión, que bien podría ser inconsciente, de conocer todas las variables, todas las posibilidades, causas, consecuencias, etc.; no solo del accionar humano en general, sino de cualquier fenómeno que pudiese surgir.
Deberíamos viajar a la Grecia antigua, con su filosofía clásica, y observar las afirmaciones de uno de los más importantes pensadores de occidente, Platón. Y detectar en la obra “La República”, donde se narra sobre “Una sociedad ideal” regida por el filósofo rey. ¿Y qué es esto del filósofo rey, sino un gobernante que pretenda conocer más que el resto, y justificar con eso, su supuesto derecho a regir las vidas de los demás, bajo reglas autoritarias? Tanto así es, que llega al punto de pretender separar a la sociedad en diferentes castas, con la excusa de que cada uno nace con ciertos metales regentes de su ser, metafóricamente hablando, los cuales los determinarían para ocupar roles dentro de esa sociedad programada por su mente.
Avanzando más en el tiempo, comprobamos esto mismo, en la cristalización de las
interpretaciones dogmáticas religiosas, en cuanto a que el ser humano se cree capaz de conocer racionalmente a Dios, poder explicarlo y entenderlo, y por lo tanto justificar su propia autoridad por sobre los demás mortales. Como si él mismo fuese algo más que el resto, por esta vana pretensión de fondo. Llevando esto a regímenes de persecución, guerras y terror.
Encontramos este mismo fenómeno, en los revolucionarios jacobinos, fieles devotos de la diosa razón, luego de la revolución francesa. Quienes no solo habían hecho un culto religioso sobre la razón, sino que además afirmaron que ella es el único método válido de conocimiento. Demostrando con ello, pretender conocer todo método y sus falibilidades; además de la arrogancia clásica de quienes se creen conocedores de todas las respuestas. Y por consiguiente, podemos ver sus resultados. Un régimen del terror que le siguió a tales seres, que solo son porciones, pretendiendo serlo todo.
Más adelante en el tiempo, nos volvemos a topar con este tipo de arrogancia, en los líderes y dirigentes de los regímenes comunistas, en cada país donde se intentó esta pesadilla, y con las características propias de cada caso. Aunque lo que todos ellos tienen en común, es que los que ocuparon el poder, eran personas que se sentían conocedores de todo lo que el resto de seres humanos son capaces de hacer, y de cierta forma con ese característico complejo de dioses. Ya que sin el mismo, uno debería comprender y aceptar que está persiguiendo objetivos irrealizables. Y vemos con las consecuencias de estos experimentos sociales, la demostración de su error.
Y como último ejemplo, conocemos en nuestros días, a los mismos psicópatas de siempre, pero esta vez potenciados por la tecnología, y argumentando en parte, que ella, sí les permitirá hacer algo, que por la misma naturaleza del conocimiento, no se puede: los tecnócratas de los organismos internacionales. Este grupo de burócratas internacionales, que fue formado como una consecuencia lógica de la existencia de los Estados nación, y motivados por su único incentivo de obtener y mantener el poder. Quienes hoy nos prometen con sus agendas públicas, liderarnos hasta una sociedad utópica donde cada persona forme parte de un sistema registrado y controlado por extensas redes logarítmicas súper automatizadas. Incurriendo nuevamente en el error repetido incansablemente por este tipo de personas, y sin dudas empujándonos a resultados similares.
¿Por qué es imposible conocer absolutamente todo?
Principalmente, deberíamos tener en cuenta, que el ser humano desconoce cuánta es la cantidad de información que desconoce. O sea, que ni siquiera tenemos un parámetro para saber, de lo que realmente sabemos, cuánto de esto, representa sobre un supuesto total. Además de esto, entender que los medios de obtención de la información, son unos limitados sentidos, que solo llegan a percibir, según lo que sabemos hasta ahora, una pequeña porción o espectro de lo que creemos que hay en realidad. Como por ejemplo, sucede con el rango de percepción de colores, por nuestros ojos, y lo mismo para los sonidos y el oído. Y si llevamos esta observación, al campo de la mente, todavía es más notorio lo poco que podemos entender del total, ya que la forma que usamos para pensar, es el lenguaje, que ya tiene sus limitaciones; y el pensamiento racional, que tiene otras.
Al escritor de esta nota, le gustaría señalar, que incluso el mismo método científico (que no es cientificista), realmente deja siempre abierta la duda hacia nuevos horizontes de conocimiento, justamente porque en el fondo, está la cuestión filosófica de entender que no se conoce todo del todo. O sea, la ciencia es esencialmente una pregunta, y su contraparte, el cientificismo tan presente en nuestros días, es una respuesta absoluta y fija. En cuanto a éste último tema, señala el autor, que el mismo conocimiento científico muchas veces refuta afirmaciones hechas con anterioridad. Y esto es porque todas ellas, son afirmaciones provisorias y transitorias. Como lo fue en su momento, por ejemplo, que el átomo era una partícula indivisible, el modelo geocéntrico del sistema planetario, la naturaleza definida de las partículas y las ondas, y hasta la misma naturaleza de lo que llamamos “real”.
Por dar brevemente algunos ejemplos de la limitación humana con respecto a conocer todo, podríamos pensar en por ejemplo, la vista humana, como medio de percepción visual. Ésta, solo puede percibir un campo acotado de longitudes de onda, que varían entre los 400 nanómetros (color violeta), hasta los 700 (color rojo). Ya que todo lo que subyace o sobrepasa estos índices, no podemos verlo, sino teorizarlo o detectarlo con otras herramientas, también limitadas. Lo mismo para el oído, el olfato, el tacto, el gusto, e incluso y por sobre todo, la mente. Entonces, entendiendo que ni siquiera en el plano físico, y hasta subatómico de los fenómenos, no podemos afirmar taxativamente algo de forma absoluta e irrefutable, ¿Cómo es que se puede
pretender hacerlo con respecto al comportamiento de otros seres humanos?... Es claramente un error, impulsado por una enorme arrogancia. ¿Cómo puede existir siquiera un modelo matemático para explicar la conducta humana, todas sus posibilidades y sus causas?... simplemente es un mapa que no describe el terreno por completo, y quienes piensen que sí puede hacerlo, se estarían comiendo el menú, en vez el plato principal. Por lo tanto, todo sistema, régimen o modelo de gobierno, que pretenda conocer, administrar y controlar la sociedad, basándose en el supuesto conocimiento de la conducta humana, sus predicciones y demás, va a estar destinado al fracaso y al error. Y es por este fenómeno, que no existe régimen político eterno, es por esto que todos los imperios caen. Ya que siempre en todo modelo conceptual cerrado, terminan por aparecer eventos y fenómenos nunca previstos, que acumulándose y generando consecuencias cada vez mayores, terminar por resquebrajar los esquemas, romper paradigmas y tirar regímenes.
Tal como en la famosa trilogía de películas de “The Matrix” dirigida por los hermanos Wachowsky, donde su protagonista, Neo, representa la anomalía inevitable, en toda ecuación que pretenda abarcarlo todo, desbaratando los eternos intentos de un Supremo Arquitecto que intenta medirlo y describirlo todo (y por lo tanto controlarlo) desde una fórmula matemática… porque esto simplemente no se puede.
Conclusión
Todo este trabajo podría resumirse con la frase del filósofo griego, Sócrates: “Solo sé que nada sé”. Pero no porque no sepamos absolutamente nada de nada, sino porque la única afirmación taxativa que puede hacerse, es que no se conoce nada en toda su profundidad y extensión. Que si alguien afirma conocerlo todo sobre algo, simplemente muere su conocimiento posible con respecto a esa materia, ya que cerró las puertas a aprender nada más al respecto.
Le gustaría aclarar al autor de este trabajo, que no es su intención, que se entienda como objetivo del mismo, que se pretende desincentivar toda búsqueda de conocimiento, o la negación de todo saber, en absoluto. Sino lo contrario, pero siempre teniendo en cuenta de que no hay palabras finales, ya que el conocimiento en su extensión, es de posibilidades infinitas. Porque con esta actitud de humildad ante la grandeza del universo, simplemente uno evita caer en el dogma y el intento de control, ya sea de otros seres humanos, a través de sistemas políticos; de la naturaleza, por medio de pretensiones de poder controlar todas las variables
naturales; o de las ideas, por medio de estructuras rígidas de pensamiento que se asemejan más a ciénagas estancas del pensamiento, que a un río que fluye a lo desconocido.
La intención de este trabajo, es persuadir a los lectores, de evitar la tendencia a buscar “sistemas perfectos”, utopías o modelos de descripción del todo. Ya que los mismos, no solo no existen, sino que la pretensión de ellos, lleva necesariamente a la pérdida de libertades, al malestar generalizado y a la desarmonía natural. Recordar que el verdadero pensamiento científico, es siempre provisorio y una interrogante sobre la observación de los fenómenos y su intento de explicación. Y que todo está sujeto a ser refutado o reformulado en base a nuevos redescubrimientos, y que para ello, es necesario no tomar como absoluto lo ya conocido. Dejando abiertas las puertas, incluso a las hipótesis que a priori uno pueda considerar más fantásticas o descabelladas. Llamar la atención en cuanto a las “búsquedas de la perfección”, ya que como tales, son irrealizables, y que ello siempre termina generando infiernos terrenales en los que abunda la miseria, el hambre, la muerte, la esclavitud y la tiranía.
En definitiva, es la propuesta de este trabajo, la aceptación del orden espontáneo que surge de la naturaleza misma. Y no el intento de cambiar a otros o “mejorarlos”.
“Quien pretende el dominio del mundo y mejorar éste, se encamina al fracaso. El mundo es tan sagrado y vasto que no puede ser dominado. Quien lo domina lo empeora, quien lo tiene lo pierde.” – Lao Tsé
Referencias:
“La República” - Platón
“The Matrix revolutions” – Hermanos Wachowsky
“Tao Te King” – Lao Tsé
Craa de selesion