Estamos acostumbrados a una vida cotidiana sin dolor aparentemente y para la gran mayoría de las personas estar sanos significa vivir sin que alguna parte de nuestro cuerpo nos duela.
Solemos minimizar algunas molestias e incluso hacerlas parte de nuestras vidas si no nos impiden realizar nuestras actividades cotidianas. E incluso si tan sólo las impiden “un poco”.
Estamos acostumbrados a utilizar analgésicos, antiinflamatorios, salbutamol, antiácidos, antidiarreicos, jarabe o tabletas para la tos, antigripales e incluso algún medicamento para bajar la fiebre.
¿En qué momento de nuestra vida creímos que era normal vivir con molestias “leves”?
Para los más avanzados tenemos la pastilla diaria para controlar la hipertensión o el equipo necesario para controlar los niveles de insulina.
Estamos acostumbrados a ver a nuestra madre oa nuestro padre con "achaques de la edad" e incluso podemos tener ese hipocondriaco familiar al que todo le ocurre.
¿No sería increíble vivir todos nuestros días sin ninguna molestia, dolor o enfermedad?
¿Poder decir a los 4 vientos que logramos vivir sin utilizar ningún medicamento por más de un mes o incluso por más de 6 meses o hasta varios años?
Pocas personas suelen estar plenamente conscientes de sus emociones
De verdad una minoría.
Algunos tal vez logramos controlar las emociones por unas horas o unos días, semanas o meses, pero surgen imprevistos que nos sacan del equilibrio y fácilmente recaemos en algún patrón.
Otras personas por su parte, pasan de largo en el tema de las emociones sin estar conscientes de lo que significa controlarlas, tal vez porque son de la idea de que es la edad, sus horarios, su trabajo, su alimentación, etc. de un médico.
Están las personas que viven angustiadas, están las personas que viven estresadas, están las personas que viven rencorosas, están las personas que viven discutiendo y peleando, están las personas que viven lamentándose, están las personas que viven añorando, están las personas que viven frustradas y hasta están las personas que estás esperando el gran sismo, el asteroide, el apocalíptico fin del mundo y que diario se alimentan de noticias.
Realmente si lo analizamos, la otra gran mayoría de las personas, vivimos en una aparente paz interior, con una mezcla diaria de todas esas emociones.
Amanecemos en paz y tal vez en la primera hora del día ya nos estresamos por algo, unas horas después ya sentimos añoranza por algo, más tarde ya nos enojamos por algo, luego tal vez reímos o conversamos muy a gusto y minutos después ya sentimos un poco de rencor, pasamos nuevamente a una aparente calma para luego discutir o angustiarnos… así somos la mayoría de las personas y podría decirse que “intentamos” tener el control de las emociones o cuando menos, intentamos comprender lo sucedido y evitar una pérdida del control emocional todos los días.
Y es que controlar las emociones las 24 horas del día todos los días no es tarea fácil. Se pudiera decir que es prácticamente imposible. Porque podemos tal vez controlar nuestros impulsos y reacciones en algunas situaciones precisas, pero jamás lograremos controlar los demás y al entorno.
No podemos controlar la manera de reaccionar de los demás, los pensamientos o sentimientos de los demás. No podemos controlar sucesos internacionales, no podemos controlar decisiones políticas o bélicas, no podemos controlar a la naturaleza, no podemos controlar a nuestros propios padres o hijos o tíos o vecinos.
Por lo tanto, la mejor manera de "sanar", es tan sólo hacernos responsables de nosotros mismos y de lo que sí podemos controlar:
Nuestros pensamientos y emociones
¿Tiene algún caso vivir añorando que tuvo una infancia triste que debió ser mejor?
¿Tiene algún caso seguir llorando al que se fue y nos abandonó?
Por supuesto que no.
¿Y qué tal si esa persona o hecho que nos hace vivir diariamente emociones negativas está justo a nuestro lado en el trabajo o incluso en nuestra propia casa?
Puede ser el noticiero sí, pero puede ser nuestra hermana reclamando como siempre o nuestro padre desvalorizándonos como cada día.
Aquí sí que podemos hacer algo, ya sea reaccionar diferente, actuar diferente, respondedor diferente o comunicarnos diferente.
No vamos a abandonar nuestro trabajo oa nuestra familia sólo porque nos provoquen emociones negativas.
¿O sí? Dependerá de cada persona
Porque sanar no implica abandonar nuestro mundo o cambiarnos de planeta, sino transformar nuestra apreciación de ese mundo y reaccionar distinto.
Si a diario percibimos hostilidad, desafío, sarcasmo, enojo envidia falta de gratitud a nuestro alrededor, actuar de manera distinta, tal vez no “enganchándonos” en los conflictos emocionales de los que nos rodean o de lo que nos rodea, sino pasando de largo .
Si a diario notamos indiferencia en nuestro entorno, llenar esos vacíos con actividades que nos gusten o buscando distintas compañías más sanas emocionalmente.
Si ya sabemos lo que hace enojar a los demás, si ya sabemos lo que nos molesta recibir de los demás, cambiar nuestra forma de comunicarnos o relacionarnos, ya los demás algún día tal vez, llegarn al punto de cambiar, o tal vez jamás cambien … Pero ese ya no será nuestro problema.
Hay que hacer cambios, pero esto no significa “lograr que los demás cambien para que podamos vivir sanos”, no.
Significa cambiar nosotros para estar sanos y que los demás sigan con sus vidas.
Significa ya no permitir que el entorno nos angustie, o que la persona a nuestro lado logre hacernos enojar
Significa dejar de competir, dejar de luchar, dejar de intentar cambiar a los demás, dejar de intentar hacer que hagan lo que queremos, que crean aquello en lo que creemos, que hagan lo que deseamos que hagan y sobre todo, dejar de creer que los demás a nuestro alrededor son “adivinos” y que seguramente sabrán lo que deseamos de ellos.
Debemos estar en donde queremos estar, hay que abandonar esas obligaciones que nos imponen ir a donde no queremos, hacer lo que no queremos, estar con quien no queremos, hablar con quien no queremos.
Debemos comunicarnos mejor con aquellos que intentan dirigir nuestras vidas para ponerles límites.
Debemos valorar a profundidad si aquello que hacemos es lo que nos gusta cuando menos.
Y es por eso que sanar significa change y para comenzar a cambiar
Debemos analizarnos nosotros para empezar.
¿Qué me angustia ?,
¿Qué me hace enojar ?,
¿Qué hago porque otros me obligan ?,
¿Qué hago para darle gusto a los demás?
¿Qué hago para que tal persona no se enoje o se preocupe ?,
¿Qué hago y no me corresponde hacerlo ?,
¿Qué escucho o leo o veo a diario, me hace bien?
Porque va pasando el tiempo, vamos envejeciendo sin darnos cuenta, y al final del camino resulta que mantener bien a los demás, tranquilos a los demás, nos hizo olvidarnos de nosotros mismos.
Mantener “El debe ser” y el “Así ha sido siempre en la familia” acabó con nuestra salud.
Busquemos eso que sí nos hace felices, que sí nos hace bien, que sí nos nutre emocionalmente, que sí nos permite dormir tranquilos, plenos y satisfechos.
Busquemos esas experiencias que sí nos hacer tener dulces sueños. Porque debemos brindarnos a nosotros mismos una vida saludable, pensamientos saludables, emociones saludables, y eso únicamente dependerá de nosotros mismos.