Las calles de Caracas están llenas de niños que corren, se ríen, se bañan en ríos sucios, buscan comida en la basura y también consumen drogas, son menores de edad abandonados que muestran una de las tantas caras de la severa crisis económica y social que azota a Venezuela.
No voy a hablar de política, ni buscar culpables… hoy como una especie de catarsis quiero plasmar del dolor causa ver niños abandonados en las calles de mi país sobre todo en la capital, buscando la forma de comer. Ellos están allí y así por diferentes razones, para la principal es una sociedad sin valores, sin amor a la familia, porque se puede ser pobre y estar en la miseria en algún momento de tu vida o durante toda tu vida pero eso no te da derecho a abandonar las obligaciones como padres de familia de mantenerse unidos como una manada, enseñando a sus hijos, dando ejemplo de amor y solidaridad, formando a las personas para el futuro con valores.
Me pregunto yo, como se puede esperar que una nación progrese, que un pueblo salga de su ignorancia si la célula fundamental de la sociedad esta fracturada, sino los demás no nos avocamos a rescatarla, se seguirá qenerando este tipo de situaciones y pronto todo el país, todo el planeta estará así llenos de personas incapaces de buscar soluciones, sino simplemente buscar el camino el camino más fácil para sobrevivir, estaremos llenos de personas sin metas, sin objetivos, sin sueños.
Ciertamente mi país atraviesa una crisis moral y financiera, diferentes estudios arrojan cifras alarmantes de personas comiendo de la basura.
Unos 9,6 millones de venezolanos -casi un tercio de la población- ingieren dos o menos comidas diarias, y la pobreza por ingresos aumentó casi nueve puntos entre 2015 y 2016, a 81,8% de los hogares, según la Encuesta sobre de Vida. Un 51,51% están en pobreza extrema.
Al 93,3% de las familias no les alcanza para comprar alimentos, mientras que siete de cada diez personas perdieron en promedio 8,7 kilos de peso en el último año, detalla el estudio de un grupo de universidades.
La nutricionista Maritza Landaeta, autora de una importante investigación, sostiene que 10% de las personas en pobreza extrema (unos 1,5 millones) comen de lo que les regalan familiares, o de la basura y sobras de restaurantes, exponiéndose a enfermedades.
Ninguna institución, pública o privada, tiene cifras o un estimado de la cantidad de niños y adolescentes que vive hoy en día en las calles de Venezuela pero la situación salta a la vista.
Miguel Rebolledo, coordinador de la casa hogar Domingo Savio que recibe a adolescentes en condición de calle, dijo a Efe que en la actualidad se observa un dramático abandono de niños en el país, sobre todo por parte de la madre, aunque muchos de los testimonios hallados dan cuenta de la ausencia total del padre.
"Tenemos un caso de una familia dividida: una mujer decide abandonar a sus 8 hijos, yo tengo acá a los dos más grandes, de 11 y 12 años, y al recibir el caso, constato que el muchacho mayor está saliendo mal en la escuela porque debe cuidar a sus hermanos más pequeños. El papá viene a visitarlos y compartir con ellos ", cuenta.
En la calle también está Paola que salió de su casa a los 13 años y ya es quinceañera, allí, a la intemperie, dice ser más feliz que en su casa, donde el novio de su mamá la rechaza, mientras que fuera del hogar puede hacer lo que quiera.
Dice, sin embargo: "Lo peor que me ha tocado vivir en la calle es que me querían matar, y casi lo logran, ¿ves esta cicatriz en el cuello? Bueno, un tipo más grande que yo pensaste que lo acusé con la policía sobre sus asuntos raros, entonces un día me siguió con unos amigos de él, agarró una botella, la partió y me enterró el pico en el cuello ".
Y además la amarraron y lanzaron al río Guaire que divide a Caracas en dos y donde van a parar todas las alcantarillas y desechos líquidos de la ciudad. Que Paola esté viva es un milagro.
Los chicos de la calle son felices cuando les dan comida pero, como pudo constatar Efe, la mayor felicidad los arropa cuando reciben dinero pues salen corriendo a comprar las drogas que los abstraen del mundo.
En ese andar entre carros, descalzos y desprotegidos, también se pudo observar heridas en pies y manos con clavos o vidrios e incluso un arrollamiento del que el chico salió extrañamente ileso.
De esa abstracción da cuenta un banco de plaza o una simple acera donde es posible ver a un niño dormir sin que bocinazos, perros o transeúntes corten su sueño.
Continuo investigando sobre el tema y me encuentro con bastantes desgarradores testimonios reales que me parten el corazón y me invitan a actuar, cualquier granito de arena es importante y cuenta para mitigar o disminuir esta situación tan agobiante que viven muchos niños y jóvenes venezolanos y se supone ellos son el futuro de mi país.
