¿Una carta lamentable? La cara (en respuesta a @ozzycrypto)
El bueno de @ozzycrypto nos muestra en su artículo una carta que encontró en redes sociales de un alguien que firma como 'director'. No sabemos de qué, aunque presuponemos que de algún centro educativo, dado el contenido de la carta.
A Albert Einstein, siempre le atribuyen frases ingeniosas que nunca dijo, a veces acompañadas de su imagen sacando la lengua modo de burla.
Pero independientemente a que Einstein dijese o no dijese que:
'no se debe valorar a un pez por su habilidad de trepar a los árboles'
(algo que podría ser plausible si pensamos en que se afirma que Einstein tuvo serios problemas para superar ciertas asignaturas en su infancia, porque ciertamente no eran lo suyo, o bien sí lo eran, pero su mente avanzaba tanto que rápidamente se aburría de aquellas lecciones), la carta que nos muestra Ozzy, es realmente transgresora y, hasta cierto punto, creo que tiene razón.
Pero solo hasta cierto punto…
Este artículo es solo “la cara”, una parte complejo mundo de la educación y que podría estar relacionado con lo que entiendo que esa carta pretende transmitir.
Naturalmente que las personas tenemos distintos talentos y no hay por qué forzarnos a desarrollarnos por vías que ni nos agradan, ni tenemos habilidades. Por ejemplo, si ustedes van a una guardería y piden a todos los niños que allí están que dibujen un caballo… algunos lo harán mejor que otros, de manera innata, y siguiendo criterios objetivos (no me vengan con el ‘arte abstracto’ o el ‘arte conceptual’, que los niños de esa edad no tienen ni idea de esos cuentos).
Habrá quien dibuje un bonito caballo. Y habrá (probablemente la mayoría) quienes dibujen algo con cuatro patas garabateadas, que lo mismo es un caballo que puede ser una silla. No pasa nada. Todos pueden mejorar con el tiempo, pero ya algunos demuestran unas mayores habilidades innatas, una mayor capacidad y talento para observar y representar lo que entendemos como ‘un caballo’. Lo hacen sin que nadie les haya enseñado más técnicas que a los demás. Sencillamente, ese niño/a tiene una mayor sensibilidad para el dibujo.
Lo mismo nos pasaría con la música, las matemáticas, la lógica… Existen muchos talentos y habilidades y estoy muy de acuerdo en que, cuando alguien demuestra un gusto, una inclinación, unas habilidades hacia una disciplina hay que acompañarle de manera personalizada para que, si así lo desea, pueda desarrollarse en ella. Acompañar ese talento, esa sensibilidad innata que le diferencia de los demás, no quiere decir que ese vaya a ser su destino, pero sí que tiene unas habilidades que pueden hacer más probable que, en el futuro, ese niño destaque en esos campos, y que merece la pena potenciar.
¿Debemos obligarle? ¿Si un niño presenta habilidades para la pintura, debemos dirigirle hacia ello como si determinásemos su futuro? Por supuesto que no. Pero debemos facilitar que desarrolle esas habilidades innatas, por si en el futuro, decide explotarlas. Es una posibilidad de futuro que le brindamos, no una obligatoriedad.
Es decir: Mozart, no sería Mozart si su padre hubiese sido zapatero remendón, en lugar de un excelente músico, muy estricto con la educación de su hijo. Tal vez, Mozart sería entonces un zapatero, más bien mediocre. Como seguramente Einstein sería un músico mediocre si se hubiese criado en el entorno de Mozart. Pero eso no quiere decir que cada quien no deba escoger su camino, aunque no sea aquél para el que demostró habilidades innatas.
Mozart mostró talento innato, y su padre le dirigió hacia la música desde muy temprana edad. Gracias a ello disfrutamos hoy de uno de los mayores talentos de la música clásica que no existiría si hubiese elegido ser zapatero.
Que el bueno de Wolfgang escogiese o no ese camino, o que fuese estrictamente impuesto por su padre sin dejarle otra alternativa, es una cuestión difícilmente descifrable. Lo que está claro es que, tanto si esa era su voluntad como si no, Mozart no sería Mozart si: a) no hubiese tenido talento y b) no hubiese tenido quien le acompañe para desarrollarlo. Ambas cosas son necesarias.
Por supuesto, estoy de acuerdo en que no hay un único conocimiento válido. Y más aún: no hay un único criterio válido para medirlo. Hay muchos conocimientos y muchas maneras de medirlos. Por tanto, también estoy de acuerdo en que, si evaluamos a todas las personas según el mismo criterio y según las mismas habilidades, estamos saboteando a un montón de posibles talentos brillantes.
También estoy de acuerdo en que en esa ‘estandarización’ a la que nos vemos sometidos, esa uniformidad, conduce a una sociedad uniforme y siguiendo criterios injustos. Sin embargo, la realidad es que asignatura de matemáticas tiene más peso que la de música, o que la de gimnasia. La de historia más que la de ciencias sociales, o la de física más que literatura. De algún modo, hay materias importantes y útiles y otras no tanto. Esto es completamente arbitrario, enormemente injusto y profundamente nocivo para el desarrollo de las personas.
Esto no es más que una terrible falacia. En efecto, la signatura de música puede lograr desarrollar 'Mozart's, la de gimnasia deportistas de élite, la de literatura a grandes escritores/as… todas ellas son útiles. Y muchas más asignaturas, que directamente no se imparten, porque… ¿por qué? Porque alguien decidió que no son útiles.
Los criterios tampoco pueden ser los mismos. Tendemos a lo numérico, a lo cuantificable. Pero hay valoraciones que son incuantificables.
¿Cómo es posible sacar un 9,82 en literatura? Eso significa que quien evalúa es capaz de coger un texto, subdividirlo en 1000 variables y sumarlas mientras lee para poner la nota final. Puedo entenderlo en casos de un test de 1000 preguntas de verdadero/falso. ¿Pero en un análisis literario? ¿Cómo subdividir la calidad de un poema en mil fracciones y evaluarlo? Sin embargo, eso es lo que el sistema necesita. Usted debe tener, al final, una nota numérica.
Ya no valen calificaciones como Sobresaliente, Notable… mucho más abiertas para evaluar algunas materias. Todas ellas acaban teniendo una traducción numérica en el expediente.
Me viene una frase de Neil Postman que critica algo así como que:
Si acordamos que un test sirve para medir la inteligencia humana, y así nos lo creemos, a todos los efectos la nota que saquemos en ese test SE CONVIERTE VERDADERAMENTE EN NUESTRA CANTIDAD INTELIGENCIA.
¿Lo es? ¿Cómo se puede decir que alguien es un 86% inteligente? ¿Inteligente para qué? ¿Según qué habilidades? Es como ir al médico y que nos diga que estamos un 7,2% enfermos. O lo que es lo mismo, un 92,8% sanos.
Y también es como decirle a un nuevo Mozart contemporáneo que, como solo aprobó música entre las 20 asignaturas, es en un 95% un fracaso escolar.
Y hasta ahí llego.
Ahí acaba mi acuerdo con lo que, en mi opinión fallidamente, intenta transmitir la carta que nos muestra Ozzy y sobre la que reflexiona en su tremendo e inspirador artículo (me ha encantado).
Pero a partir de aquí, no tengo más puntos en común con lo mencionado en esa carta.
Todo cuanto tengo en contra, irá en la siguiente publicación, que ya no será la ‘cara’, sino la ‘cruz’ de un problema complejo que no se soluciona con cartas inspiradoras y progresistas, pero poca responsabilidad real.
Próximamente…
Esa es la cara con la que también concuerdo, aunque debo confesarte que comencé leyendo la cruz (fue la primera que vi) y con ella quedé en absoluto acuerdo. Eso sí, dudo que la carta que circula por ahí sea cierta, para mi es uno de los tantísimos fake news que tristemente han invadido las redes sociales, realzando un poco más esa rebeldía sin objetividad y totalmente descentrada que se respira hoy en todas partes; progresistas dirían otros. en fin, buen artículo estimada Loucy.