Los derechos y libertades exigen obligaciones
En mi artículo anterior recibí un comentario que me entristeció y me hizo recapacitar unos minutos. Quienes me leen habitualmente saben bien que soy una persona con una perspectiva bastante crítica, probablemente consecuencia de mi trayectoria profesional. Y también saben que me considero una persona firme defensora de la Declaración de Derechos Humanos, y también de Organizaciones Internacionales, ya sean Instituciones Oficiales como la ONU o La Unión de Ciudades y Gobiernos Locales (CGLU) o ya sean asociaciones como Médicos Sin Fronteras, Greenpeace o Amnistía Internacional.
Ante cualquier evento que puede tener muchas ramificaciones y consecuencias dispares sobre las que no puedo forjarme un opinión clara, los Derechos Humanos son una línea roja que entiendo que no puede rebasarse. Es como una brújula que condiciona mi opinión sobre cuestiones complejas en las que es difícil posicionarse.
Para mí, los Derechos Humanos son un límite infranqueable. Por muchas ventajas que pueda tener algo, no puede hacerse a costa de sacrificar los Derechos Humanos de alguien.
Por otra parte, me inclino a ser favorable a organismos internacionales porque creo que en el mundo globalizado en el que vivimos, los Estados han dejado de ser eficaces, han perdido muchísima capacidad, para tomar medidas efectivas en solitario. Lo mismo las empresas, las asociaciones o las instituciones de ámbito local.
En este mundo globalizado, los retos también globales a los que nos enfrentamos requieren acciones coordinadas a nivel global.
De nada sirve que unos combatan el cambio climático y otros generen más gases de efecto invernadero. De nada sirven los esfuerzos de unos para acabar con la pobreza si otros mantienen modelos que implementan la más pura de las miserias, etc. Hay que llegar a alianzas Internacionales. Y a ser posible mundiales. Fíjense por ejemplo que el efectos de los gases que emita un país afecta a todo el mundo. O fíjense que si un país es tremendamente pobre las personas migran a otros y entonces el problema ya no es de su país de origen sino de su país de llegada. Que los mares y los ríos se contaminen o se llenen de microplásticos también afecta a todo el mundo... en fin, que vivimos en un mundo en el que lo que haga uno afecta al resto. Por tanto, hay que llegar a acuerdos y a alianzas por el bien mutuo.
Por supuesto, no estoy diciendo que tengan que pensar igual que yo. Soy muy consciente que algunos organismos y alianzas internacionales tienen objetivos más que discutibles. Sin embargo, precisamente funcionan (para bien o para mal) porque son internacionales. Quienes queramos hacer algo bueno por el mundo y por las personas que lo habitan, estamos condenados a forjar alianzas.
Piensa global, y actúa local
Es un buen lema, pero es insuficiente.
Piensa global, actúa local… y únete a otros/as de otras localidades
Me parece más completo. En términos más abstractos, piensa y actúa 'Glocal'.
Por ejemplo, nadie va a cambiar el mundo reciclando en su casa. Solo si todo el mundo se une al reciclaje en una gran alianza notaremos alguna diferencia. De lo contrario es una gota en un océano, que se diluye. Y hasta diría que solo sirve para limpiar la conciencia individual a modo de greenwashing con un insuficiente ‘yo ya reciclo, no me pidas más que cumplo con mi parte’... mientras coge su coche para hacer la compra a diario.
Dicho esto, establecidas mis premisas, también diré que confío en Spiderman
Un gran poder conlleva una gran responsabilidad.
¡Gracias, amigo y vecino spidey!
Perdonen la pequeña broma, pero noté que este texto se volvía demasiado serio. La verdad es que Spidey me sirve para hilar la siguiente idea. Hablo mucho de los Derechos Humanos, pero como dice nuestro amigo arácnido, también tener derechos conlleva algunas obligaciones.
Por ejemplo, puedes tener derecho a que se respete tu libertad de expresión… y al mismo tiempo tienes el deber de respetar el de otras personas que se expresan en sentido contrario. Puedes exigir que se respete tu ideología, pero eso te obliga a respetar otras. Puedes exigir un respeto por tu cultura, tu raza, tu sexo, tu edad, tu religión… pero eso te exige a ti respetar a otros y otras.
No entraré en la conocida paradoja de la tolerancia de Popper. ¿Debemos respetar todo? Pues no. No podemos tolerar la intolerancia. En otras palabras, si defendemos los Derechos Humanos no podemos tolerar ideas, acciones y mentalidades que los erosionan.
Y eso también es nuestra obligación, que se deriva de los mismos derechos que exigimos.
En el comentario a mi anterior artículo que ha originado esta reflexión, me decía @JuanyChelme que al leerme le entraba la pesadumbre de comprobar que lo que exponía era muy cierto. Que era tan cierto que se sentía abrumada y derrotada, con ganas de cerrar los ojos y mirar hacia otro lado.
Y no me extraña. Nos hemos acostumbrado tanto a las terribles injusticias que suceden en el mundo que ya no podemos más. Nos sentimos derrotados y pesimistas. Hastiados. Impotentes. El mundo se ha vuelto tan terrible e injusto en algunos lugares que ya hemos desistido. Es demasiado lo que tiene que cambiar. Mejor ignorarlo para no hacernos daños a nosotros/as mismos/as llenándonos de amargura cada vez que ponemos la televisión. Nos endurecemos, nos volvemos insensibles, por pura salud mental. Sin embargo, si exigimos el cumplimiento de los Derechos Humanos en todo el mundo, tenemos también la obligación de no desistir.
Con esto no quiero decir que la buena de Juany sea alguien insensible o egoísta. ¡Más bien todo lo contrario! Si la gente comprometida con diversas causas como ella, se ve abrumada y le entran las ganas de desistir (algo muy normal que nos pasa a todos cuando vemos que, por mucho que luchemos contra una injusticia, nunca es suficiente)... no podemos esperar que a quien no le importan nada esas causas hagan algo al respecto. Es por eso que hablo de alianzas, de unir voluntades y de apoyar aquello que nos parece justo, aunque nos parezca que no sirve para nada y aunque perdamos la moral y nos entre la tentación de desistir o mirar hacia otro lado.
En este sentido, en próximos artículos trataré de hablarles de algo diferente, que creo que les puede resultar interesante: la ‘Carta de Deberes y Obligaciones de las personas’ que completa esa ‘Carta de Derechos Humanos’.
Por supuesto. Si queremos expandir unos derechos, tenemos que asumir también unos deberes y obligaciones. Y es que ciertamente, “todo derecho conlleva también una obligación”.
Una de las principales recogida en esa carta es que:
Todas las personas tenemos el deber de cumplir y exigir el cumplimiento de los derechos reconocidos en la Declaración Universal de los Derechos Humanos
Escribiré sobre ello próximamente.
Espero que les resulte tan interesante como a mi.
Tengo varias amigas que viven en México y Perú que cada día hacen cosas en sus comunidades por el planeta, uno en el tema de los plásticos (envases, jabas) y otra aporta de su economía para las limpieza de unas playas. Pero en sus últimos escritos sobre el tema he sentido un poco de apatía por así decirlo, porque sienten que se " ahogan " ante un mundo y organizaciones que no se les ve su luz.
En mi localidad el organismo hace cada vez menos(carencia de recursos)