La culpa la tiene Venezuela
Como saben, no vivo en Venezuela sino en España, pero la culpa de que comenzase a interesarme por las criptomonedas la tiene ese bello país latinoamericano.
Escribo estas líneas tras leer la invitación de Pantera en noise.cash a leer el artículo de @BCHouseVE, que con las tareas de estos días se me había pasado por alto. El artículo de Roberto hace un recorrido sobre su experiencia en la contribución que hace para la adopción del Bitcoin Cash - BCH en Venezuela desde el punto de vista de alguien que se dedica a difundir allí su uso. Recoge los problemas y pegas fundamentales a las que se enfrenta y pide la opinión de los venezolanos y venezolanas acerca de cómo abordarlos.
Entre los comentarios, de nuevo Pantera apunta sobre que el BCH puede ser una alternativa a la hiperinflación que sufre el estado venezolano pero, como bien dice, nadie mejor que quienes viven esa realidad puede dar una opinión realmente valiosa. Estoy muy de acuerdo con Pantera y con las cuestiones que señala Roberto en su artículo. Sé que hay varios venezolanos y venezolanas en esta comunidad así que les invito a leerlo y a contribuir con sus opiniones aquí.
Insisto. Yo no vivo en Venezuela. Ni siquiera uso dólares como moneda FIAT, (menos aún bolívares) sino Euros. Pero creo que puedo aportar algún argumento desde mi punto de vista que tal vez se pueda estar pasando por alto. Porque precisamente por ese cambio de divisas empieza Venezuela a convertirse en un problema para mí. No me refiero a un problema 'en mi opinión', sino en un problema para mí. Personalmente. Como individuo.
Hace algunos años ya tenía problemas con Venezuela
Yo nunca he pisado tierras venezolanas. Pero resulta que tengo familia allí. Originaria de Venezuela y que vive allí desde que nació. Una parte en Caracas, otra en Isla Margarita.
Ya hace varios años que nos trasmitían problemas en su vida cotidiana. En realidad, no eran problemas económicos. No es que sean personas ricas o tengan la vida resuelta, pero más o menos, tienen trabajos estables y más o menos cubrían sus gastos mensuales. El problema no era ese, sino el desabastecimiento.
Algunos productos de necesidad básica, sencillamente, no se podían conseguir salvo que se recurriese a comprarlos en dólares, a precios elevadísimos y en mercados no regulados. No estoy hablando de unas zapatillas de marca o de un repuesto para un coche de lujo Estoy hablando de cosas como toallitas higiénicas, champús, cremas o medicinas… imposibles de conseguir de una manera razonable. A un precio razonable (quienes viven en Venezuela, seguro que saben de qué hablo).
Por suerte, tengo contacto con gran empresa de envíos a Venezuela que garantiza los paquetes y que contrata un seguro en caso de extravío. Cada año, especialmente en Navidad, envío una gran caja de productos básicos a modo de regalo de Santa. Estamos hablando de cosas que en España no sobrepasan los 200 o 300 euros (envío incluido) pero que allí es impensable conseguirlos, al menos a un precio razonable. Champú, alguna colonia, toallitas higiénicas, alguna medicina que necesitan los más mayores, algunos caramelos y chuches para los más pequeños… cosas así.
La cosa se complicó
Uno de mis familiares más mayores enfermó gravemente. Necesitaba una operación, medicinas, y una persona que lo pudiese cuidar. Lo cierto es que no había muchas expectativas de que mejorase por su avanzada edad. Alguien podría pensar, ¿para qué gastar dinero si la probabilidad es mínima?
Puede que mi respuesta les resulte muy europea: porque creo que todo el mundo tiene derecho a una sanidad de calidad. O si lo prefieren les devuelvo la pregunta: ¿Es que un ser humano no tiene derecho a la salud, o incluso a morir con el máximo de dignidad posible, solo porque no disponga de los recursos económicos suficientes para abordarlo, en un estado que no es capaz de garantizárselo?
Con mucho apuro y aún más vergüenza, mis familiares lanzaron un mensaje de auxilio a todos sus miembros dispersos por el mundo para ver si reunían lo suficiente. Todo ese tremendo lío, por algo menos de 2500€. No soy una persona rica, en absoluto. Pero 2500€ no es un gasto que a la mayoría de personas europeas le suponga algo imposible. Si lo convertía en Bolívares me daba una cifra con muchísimos ceros. Pero si la dividía por el salario medio venezolano… suponía una barbaridad. Era algo inconcebible. Recuerden que estamos hablando de Salud y Cuidados básicos. Estamos hablando de dignidad humana.
Como no me entraba en la cabeza semejante situación inhumana, decidí sufragar todos los costes. Que dejasen de ‘reunir por aquí y por allá’ y que destinasen su tiempo y energía en cuidar al abuelo enfermo.
Y aquí empieza lo más surrealista.
¿Cómo puedo enviar esa cantidad a Venezuela?
Lo primero, tengo que justificar para qué lo envío (leyes sobre fuga de capitales). Vale, no habría problema. Se trata de un dinero ahorrado procedente de mi trabajo que para cuando llega a mi banco ya ha tributado varias veces. Es decir, nada que ocultar.
Ahora… a ¿qué número de cuenta lo envío? Pues a ninguna. Hacer un envío a un banco en Venezuela no garantiza que la cantidad no sea bloqueada por el banco o por el gobierno. Por otra parte, las tasas de inseguridad en algunas partes de Venezuela no aconsejan salir de un banco un con buen fajo de billetes.
En definitiva, que como muchos venezolanos sabrán, se recurre a ‘correos de confianza’ o a todo tipo de maneras poco seguras de hacer llegar el dinero. El dinero en billetes. En papel. Completamente surrealista.
¿Y si lo enviaba con las cajas de productos navideños? Ni de broma. Totalmente desaconsejado por la empresa de envíos que, además, no podía asegurar esas cantidades.
¿Una agencia de envío de dinero? Tasas de cambio muy desfavorables, comisiones elevadísimas y de nuevo… ¿Cómo asegurarse de que alguien pudiese retirar el dinero sin problemas una vez en Venezuela? ¿Cómo asegurarse de que no correría peligro hasta llegar a su casa?
Me parecía increíble, realmente atroz, que cantidades ingentes de dinero opaco se muevan de un lugar a otros con oscuros intereses y que yo no pueda enviar 2500€ de un dinero ya exento de cualquier tributo, fruto de mi trabajo para una causa solidaria. Incluso, una causa calificable como humanitaria.
Así que no podía hacerlo, por lo menos en aquel momento, sin tener cientos de miles de problemas y barreras. A veces creo que vivimos en el mundo al revés.
Así fue como comencé a investigar sobre criptomonedas. De mi billetera a la suya. Instantáneamente. Con comisiones aceptables. Y sin peligro de que ni bancos, ni gobiernos, ni funcionarios corruptos, ni delincuentes callejeros puedan hacerse con un dinero que tiene como fin salvar la vida de un ser humano. O al menos, hacer todo lo posible para lograrlo. Y, si no es posible, proporcionarle una muerte digna, sin dolores innecesarios o sin la atención y el acompañamiento adecuado.
Así que, desde el punto de vista de alguien externo a Venezuela, aquí le doy un argumento adicional a Roberto. Emplear Bitcoin Cash le permite recibir con facilidad transacciones internacionales de manera más segura y más barata de lo que hoy en día nos ofrece el sistema financiero tradicional.
Esto abre todo un mundo de posibilidades, y no me refiero a cuestiones destinadas a la evasión de impuestos o al movimiento de capitales opacos. Me estoy refiriendo, por ejemplo, a que con Bitcoin Cash (BCH) recibir ayuda del exterior es más fácil, pero también que algún inversor pueda apoyar su pequeño comercio, su pequeño startup o su idea de negocio, sin pasar por un maldito laberinto burocrático y administrativo, que ni le ofrece seguridad ni garantía de que su inversión llegue a su destino.
Ideologías a parte, creo que el Bitcoin Cash puede suponer una ‘respiración asistida’ para mantener a flote una economía que se asfixia día a día. No esa economía de los estados, sino esa economía de las personas que merecen todas las oportunidades para tener un mínimo de dignidad en sus vidas.
O incluso, al final de ellas.
Leerte y toda esa situación solo me deja presente que la crisis que se vivió no solamente afecta a los que aun seguimos en este lugar, tratando de batallar, sino a todos, ya sea indirecta o directamente. Ciertamente lo que planteas es cierto, el mundo de las criptos de cierta manera hace que todo sea medianamente seguro, sobre todo ahora que montar un negocio o tener una firma personal se haya elevado los costos por los cielos al ser anclado a los petros, los cuales es una moneda incomparable como muchas otras cosas en Venezuela. Cada día la cosa esta más difícil, porque la corrupción es tan grande que uno tiene miedo hasta de tener un centavo, porque no vaya a ser que no los quiten simplemente por tenerlo.
Es triste ese tipo de situación, porque como bien dijiste y repetiste, se supone que deberíamos tener un mínimo de estabilidad para tener una vida decente, pero no, cada día es un poco más complicado, porque todo sube como si uno ganara millones. Muchas personas se han visto en la necesidad de comer una vez al día por eso mismo.
Esperemos que lo de las cripto sea utilizado para bien y no para crear una nueva mafia en el mundo económico, porque aquí sobran ese tipo de mafias en donde te ponen trabas para que uno tenga que pagar por debajo de la mesa, porque sino no obtienes nada. Da rabia que las cosas se den así... Pero esperemos que comience a haber un cambio.