Cuando vivir es una pesadilla.

Duermes profundamente sabiendo que en la mañana te tienes que levantar temprano para ir a trabajar. Bastaron solo un par de minutos para entrar en la fase más profunda del sueño y tu cuerpo agradecido siente que ya, por fin, está descansando. Sueñas que estas en un lugar paradisíaco donde los problemas, las crisis económicas y el cambio climático son simples fantasías del mundo real. De repente, un calor abrazador interrumpe tu idílico sueño. Abres los ojos y descubres que todo está muy oscuro a tu alrededor. Un silencio sepulcral se apodera de la noche y tú, no sientes otra cosa más que impotencia y una macabra resignación. Respiras profundamente mientras enciendes la linterna del teléfono para buscar aquel trozo de cartón devenido en abanico. Los pertinaces y fastidiosos mosquitos te recuerdan que la noche… apenas comienza. Rendido ante la impotencia te tomas una ducha con la poca agua que queda, tratando de refrescar del impetuoso calor que te atormenta mientras tu mente, en conspiración con la fatídica noche que te acongoja, te recuerda que… ¡mañana no tienes nada que comer! Colocas tus manos sobre tu mojada cabellera mientras tus pensamientos se vuelven cada vez más insoportables, tratando de encontrar una solución a tu miserable vida. Quisieras que todo no fuera más que una terrible pesadilla, pero no. Es y será por otro poco más de tiempo, tu cruda realidad: Vives aquí.