La impuntualidad: Un mal hábito.
“Más vale tarde que nunca.”
Frase muy popular utilizada para justificar el mal hábito de la impuntualidad, y atribuida a Diógenes de Sínope. Hago alusión a ella porque va a tono con el tema que quiero abordar: La impuntualidad.
¿Cómo son las personas impuntuales?
Seguramente todos conocemos a alguien impuntual, esa persona que siempre llega tarde a todos lados y que en ocasiones puede llevarnos a la desesperación tras largo tiempo esperando por su ‘santa presencia’. Ese individuo que sin importar cuántas veces le hayas recordado el horario, se aparece a última hora, literal.
En la sociedad actual es difícil no conocer alguien así, tardío o retrasado para todo, sin importar si se trata de la más sencilla o seria de las citas, o igualmente cuestiones de trabajo o simple entretenimiento. Da igual si es un día de playa o una noche de baile o cena, esa persona de seguro llegará tarde, como suele hacerlo. Y es que la impuntualidad se ha vuelto para muchos una costumbre.
Pero el que esté ‘de moda” no hace que se vuelva algo agradable, por el contrario, es desagradable para quien está en ‘modo espera’ desesperado. Mientras que el impuntual estará conforme con su mal proceder, tratará de justificar su tardanza a como dé lugar y hasta puede llegar a acusar a los demás de exceso de puntualidad. Por tanto, no es algo normal ni mucho menos correcto, sin importar nuestra procedencia.
¿Qué refleja la impuntualidad?
Refleja características del individuo que la pone en práctica en su diario vivir. Pero no precisamente buenas, sino negativas. Entre ellas encontramos una principal: La falta de respeto hacia los demás. Como todos sabemos el tiempo es algo muy valioso y cada vez más escaso. Así que hacer esperar a alguien es un detalle bastante desagradable, sin obviar que genera un cúmulo de sensaciones/emociones para quien lo sufre.
Es una muestra de indisciplina propia: Llegar tarde a todos lados dice mucho de la vida y organización personal; o más bien desorganización. Denota una falta de planificación y ajustes y puede hacer parecer que le interesa poco o nada de la vida.
Llegados a este punto podríamos pensar entonces:
¿Por qué/para qué ser impuntual?
Aquí influyen mucho las características que mencionamos anteriormente, esas que se relacionan con la indisciplina propia. Claramente si un individuo maneja mal su tiempo/horario, terminará retrasándolo todo, inclusive sus llegadas. Pero ese no es el único motivo, existen otros más que ahora mismo los mencionaré.
Querer llamar la atención: Está comprobado que a algunas personas sobradas de orgullo y altanería les encanta que esperen por ellos. Esto los hace sentir superiores a los demás.
Despistes: Si, esa también es una de las causas. El entretenimiento o desenfoque de lo verdaderamente importante hace que pierdan la noción del tiempo y se retrasen.
Intentar retrasar algún acontecimiento: La carencia de confianza en sí mismas hace que algunos se escuden tras la impuntualidad, intentando evitar que ocurra algún suceso. Mayormente esto se relaciona con el temor al fracaso o al éxito y se hace de manera inconsciente o involuntaria.
Baja autoestima: Las personas con estas características creen erróneamente que su presencia no es importante o relevante, por lo que da igual a qué hora lleguen.
Cuestión de gusto: Existen personas que tienen la creencia errada de que si llegan antes a un lugar (o a tiempo) considerarán que solo pensaban en eso. Esto ocurre generalmente en las citas románticas, donde la contraparte teme que llegar temprano haga pensar que ‘no aguantaba las ganas’ o que no podía controlarse. Igual ocurre con una invitación a cenar, que hace que la persona se cohíba por cuestión de vergüenza, pues teme que lo tilden de ‘glotón.’
¿Qué hacer entonces?
Luego de analizar los contras de la impuntualidad, lo mejor es tratar de no caer en ella. Para esto conviene no asociarse mucho con personas que tengan esta mala práctica, ya que algunos especialistas han comprobado que es contagiosa, como cualquier otro hábito malsano de los tantos que existen.
Ante una invitación o una cita de cualquier índole, lo primero a tener en cuenta debe ser llegar puntual o temprano. Pensar que tanto los demás como su tiempo valen mucho es algo que ayudará. También ponerse en el lugar del otro y pensar cómo se sentiría usted si lo dejaran esperando por mucho tiempo. La empatía es esencial en estos casos.
Pero si ya cayó en esa rutina, intente salir poniendo en práctica los consejos anteriores y enfocándose en los beneficios que la puntualidad ofrece tanto para usted como para quienes lo rodean.
Así que pensemos siempre que:
“Más vale nunca tarde.”
Gracias por llegar hasta aquí.
(Foto de portada editada en Canva a partir de una imagen de Pixabay.)
Agradecimiento especial a mi primer sponsor @Loucy. Gracias por el apoyo y por confiar en mí.
Tengo una concepto bastante personal acerca de la puntualidad, pues siento que no valoran mi tiempo y por ende no me están demostrando respeto, mi mamá me creo de alguna forma una trauma sano con esto de las puntualidades, pues solía tener adelantados todos los relojes de la cas sin que yo me enterara. Me siento terrible cuando veo a las mamás arrastrando a los niños que van al colegio ya retrasados.