Cuando se apaga la vida

Hace tan solo un par de semanas hablaba con uno de mis vecinos más educados, muy buena gente y simpático. Era de los pocos que se quedaba a charlar, o avisaba si algún contratiempo ocurría en la residencia, cosa que se aprecia, en medio de tanta desidia, muchos son los vecinos que se hacen la vista gorda.

Unos meses atrás un vecino, que es abogado, dejó la maleta de su carro abierta por accidente, apenas llegó el vecino simpático aviso por el grupo que si quería cerraba la maleta o que bajara el otro vecino a ver como lo ayudaba, los demás seguramente pasaron por al lado, y ni pío. Suelen ser bastante indiferentes con todo lo que pasa.

Este vecino simpático, además tiene una esposa muy amable y buena persona, junto a sus dos hijos, ya veintiañeros, siempre salían a hacer ejercicios, o de compras. Eran fanáticos del béisbol, y siempre cargaba su gorra de Los Cardenales de Lara, me hacía gracia porque aunque no me gusta el béisbol, yo nací en Barquisimeto, Estado Lara, y si siguiera ese deporte probablemente le iría a ese equipo, que además mi vecino defendía y adoraba con pasión.

Mi papá un sábado muy temprano en la mañana iba saliendo a su trabajo, cuando se encontró el vecino llegando de su turno de trabajo (trabajaba a veces de noche, cuando le tocaba), mi papa bromeando le dice: "Vecino estas llegando a desayunar y directo a dormir" y el le responde: "No chico, puedo ir a ayudarte en el trabajo si me necesitas, yo le doy corrido, tú me dices", ambos se echaron a reír, y cada quien tomó su camino.

Muchas veces coincidíamos en el mercado cercano a casa, veía como trataba a su esposa, una pareja de cincuentones, pero que siempre se les veía sonriendo y muy colaboradores entre ellos, y con los demás.

De hecho, la última vez que lo vi, yo iba llegando a casa justo en el turno que colocan el agua (tenemos racionamiento del servicio), venía con mucha prisa, y me lo encuentro en la puerta de La Residencia y me dice" Vecina tranquila, vas bien, voy a ir despacio a encender la bomba, así llegas a la casa sin correr un maratón", solté una carcajada, y luego de darle las gracias, le dije:"menos mal, porque en las carreras llego detrás de la ambulancia".

A los días de ese encuentro, escriben por el grupo que este vecino había fallecido por algún problema repentino del estómago, al parecer una bacteria, nunca supimos bien el motivo, solo sentimos una enorme tristeza al ver que sin previo aviso se marchó nuestro simpático vecino, sin darnos chance de despedirnos, cosas de la vida.

Como gesto de gratitud hacia él y su familia, asistimos a su primera misa de novenario, cuando llegamos nos dimos cuenta que no había nadie de nuestra residencia, solo nosotros, apenas su esposa nos vio salto a abrazarnos llorando y dándonos gracias por asistir. Entendí que uno da lo que tiene para dar dentro de sí, este simpático vecino merecía que todos fueran a su despedida, aunque me dio un poco de tristeza, entendí que al menos nosotros estuvimos allí para despedirlo, y que eso era lo que importaba.

Definitivamente son estos pequeños recuerdos, los encuentros cotidianos, y esas anécdotas que parecen tontas, que le dan sentido y alegría a nuestros días. Una palabra amable, un saludo cordial, una mano amiga, puede cambiar el día a alguien, y este vecino fue de esas personas que fue luz por donde pasaba. Hasta Pronto querido P. C.

Ahora cuéntenme, ¿Alguna vez se han sorprendido por la repentina muerte de algún ser querido? ¿Sus vecinos son de esos que se preocupan y colaboran con los demás?

Foto portada de willowhouse.org