2015, un año adelantado, el que felizmente jamás aconteció
Todo empezó como un día normal, mis padres decidieron viajar a casa de mis abuelos, supongo que para intentar encontrar consuelo de alguna manera. Después de los acontecimientos del 15 de noviembre, la vida ha cambiado mucho para nosotros. Mi hermana fue ingresada de urgencia en el hospital, solo hay que verla para darse cuenta de su dolor físico, pero el dolor emocional es mucho mayor aún.
Intenté averiguar qué fue lo que realmente ocurrió en aquel fatal accidente que acabó con la vida de Ricardo.
Las malas lenguas dicen que él y Alejandra, mi hermana, iban con exceso de velocidad. Tal vez estaban borrachos después de alguna fiesta y que la juventud de ahora no conoce límites. Pero lo cierto es que tanto Ricardo como Alejandra, tenían un refugio para animales callejeros. Al que dedicaban casi todos sus días y en uno de los viajes para dar de comer a los perros, se produjo el fatal accidente. Según el informe policial, hubo una avería en el vehículo que impidió al conductor frenar, lo que provocó la colisión.
Pasaron las semanas y tanto Alejandra como la madre de Ricardo sentían que la vida no tenía sentido sin él. Esperábamos lo peor, creíamos que una de ellas acabaría suicidándose.
Ahora estoy aquí tratando de seguir adelante, mis emociones están a flor de piel, solo quiero descansar y olvidarme de todo. Mi mente divaga sobre lo sucedido, y sí ellos no hubieran viajado ese día. Es en este momento cuando las cosas se tornan realmente extrañas.
Estoy en el sofá, me he quedado dormida, debía llamar a mis padres para saber sí habían llegado bien a casa de mis abuelos. Miré el reloj de la pared y marcaba las 6 de la tarde, me levanté apresuradamente, no podía comprender que el tiempo pasara así de rápido. Mientras me colocaba los zapatos, el teléfono comenzó a sonar insistentemente, imaginé que eran mis padres preocupados por mi momentánea desaparición.
Lo cogí y me di cuenta de que en la pantalla ponía "Ricardo llamando". Me quedé paralizada por unos segundos, no entendía lo que estaba pasando, además la fecha de mi celular estaba alterada y en lugar de decir 10 de diciembre de 2015, decía 10 de diciembre de 2016.
Lamentablemente, como tardé en contestar, colgaron, pero no pude quedarme con la duda y marqué el último número que me llamó.
— Halo, ¿con quién estoy hablando? Acabas de marcar mi teléfono.
— ¿Qué pasa, mujer? No conoces a tu cuñado.
— No me hace gracia lo que haces, te denunciaré a las autoridades por acoso. ¡Respeta el dolor de los demás, maldito loco!
— No sé de qué demonios estás hablando, pero he estado aquí fuera de tu casa durante horas. Alejandra y yo estábamos preocupados por ti.
Colgué para escuchar y efectivamente alguien al otro lado de la puerta estaba tocando el timbre. Nerviosa me dirigí hacia la entrada, el corto trayecto me pareció una eternidad, donde mis pasos se sentían cada vez más pesados.
Cuando abrí la puerta, Ricardo estaba de pie frente a mí, con un rostro molesto. Me quedé helada, ya que una persona fallecida hace semanas, estaba de pie a mi lado.
Se apresuró a ponerme las manos en la frente, como averiguando si tenía fiebre.
— ¿Qué te pasa Ruth, estás drogada o qué?
— Esto es imposible, tú has muerto.
— Oye, me estás asustando mucho Ruth.
— Únicamente necesito entender qué pasa Ricardo. Se supone que tuviste un accidente en noviembre y...
— Creo que has tenido una pesadilla, y por supuesto que estaré muerto si no llego a tiempo al día de adopción de cachorros. Porque tu hermana me va a asesinar y a ti también si no nos damos prisa.
Entonces me cogió del brazo para arrastrarme hasta la puerta de salida. Aunque me solté y le dije que primero tenía que contarle todo lo que había pasado.
Se quedó perplejo ante todos los sucesos relatados, pero me dijo que solamente era producto de mi imaginación, un sueño extraño el que tuve.
Aunque yo sentía que todo fue completamente real, pero de alguna manera aquella mañana del 10 de diciembre de 2015, ocurrió algo que adelantó el tiempo un año, cambiando incluso aquel desastroso suceso. Era como si nada de ese año maldito hubiera existido.
Le pedí disculpas por mi comportamiento en el pasado, que nunca debí juzgarlo con tanta ligereza. Que me dejé arrastrar por las palabras de mi hermano, aunque eso no era excusa por mi mal comportamiento.
—No te preocupes, no soy un hombre rencoroso y parece que este sueño sirvió para algo.
— No fue un sueño Ricardo, simplemente la vida me está dando de alguna manera otra oportunidad de redimirme por mis actos.
— Está bien, pero ahora vámonos, es muy tarde. No queremos que el tiempo juegue está vez en contra de nosotros.
Cogí mi teléfono, miré la hora por unos segundos y me fui con Ricardo, para poder crear un destino muy diferente al anterior.
Esta es una historia de ficción basada en sucesos reales. A la muerte no le importa lo altruista que puedas llegar a ser, tú juventud, el amor, y mucho menos el tiempo.
¡Justo hoy leí una historia sobre una persona que en 1989, por una de esas cosas extrañas de la vida, terminó por bajar de un avión que minutos después habría de estallar en pleno vuelo producto de un ataque de los carteles de la droga que desataron el caos durante aquella época truculenta en la hermana República de Colombia!. ¡ Como en tu interesante historia que, además te afectó directamente por ser el fallecido tu cuñado, creo que siempre uno está cuestionándose: ¿Qué hubiese pasado si en vez de hacer lo que les llevo a la muerte hubiesen hecho otra cosa? ¡Qué hubiese pasado, por ejemplo, si en vez de hacer aquel viaje fatídico solo se hubiesen quedado dormidos en alguna fiesta y al día siguiente levantarse viendo el sol una vez más! La verdad es que cada acción que se desarrolla en este mundo es como un fragmento de un rompecabezas que intentamos ir adivinando poco a poco pero que en definitiva todos desconocemos a ciencia cierta. ¡Solo queda vivir esta experiencia que es la vida y aprovechar cada segundo de ella!