El hechizo de tu mirada | Relato (Parte 1)

Para Navidad participé en una Antología benéfica organizada por un club de lectura en el que participo en Facebook. El relato que desarrollé tiene un poco el aire festivo de la época, pero también se llena de su magia.

¿Te animas a leerlo?

El hechizo de tu mirada.

Se dejó caer sobre un viejo sofá en medio de un resoplido de enfado, pero al escuchar crujir las maderas, quedó inmóvil. Pensó que de un momento a otro el mueble se haría pedazos y la tumbaría al suelo, como lo hacía su vida.

—No seas obstinada, Rebecca, apenas tienes veintidós años. No te pasará nada si pasas una Navidad fuera de tu zona de confort.

—¿Mi zona de confort? —preguntó irritada— ¿Llamas al trabajo que me ha costado semanas preparar mi zona de confort?

—Tan solo es una cena familiar, corazón, no es trabajo.

Rebecca resopló con sonoridad y se movió en el mueble buscando estar cómoda, pero de nuevo las maderas se quejaron, inquietándola. ¿No había un sofá decente en aquel hotel de pueblo?

—Por primera vez, mi abuelo confió la cena de Navidad solo en mí. Su mayor socio, el dueño de Alimentos Robles, asistirá. ¡Todo tiene que estar perfecto!

—¡Y así estará! Tus tías asumirán sin problemas la cena mientras tú buscas los documentos que te encomendaron en la granja, porque dejaste cada detalle bien ajustado. Tu abuelo estará orgulloso y el señor Robles pasará las mejores navidades de su vida con nosotros.

Una sensación de amargura y abandono se extendió en el pecho de la joven, nublándole los ojos con lágrimas.

—Mamá, quiero estar en casa, no pasar sola las fiestas y en este pueblo tan apartado —lloriqueó.

—Hija, no estarás sola —expuso la mujer agotada—. Ya tu abuelo resolvió tu estadía en la casa de Rafael Noguera, el administrador de la granja. Su familia es numerosa y muy alegre. ¡Será como una aventura para ti!

—¡No quiero vivir una aventura en estas fechas!

La mujer emitió un quejido de cansancio. La testarudez de su hija, en ocasiones, la sobrepasaba. Rebecca siempre había sido una chica valiente y decidida, pero dependía demasiado de la familia. Y como en la empresa familiar, luego de graduarse con honores, comenzaba a escalar posiciones, se aferraba a ellas, dedicando la mayor parte de su existencia a trabajar sin darse oportunidades de experimentar diversiones.

Aquel viaje había sido una excusa de su abuelo para desconectarla por unos días de las obligaciones, como si fuesen unas vacaciones obligadas. Sin embargo, el mundo complicó su intención y terminó secuestrando a la chica a más de mil de kilómetros de distancia sin darle oportunidad de regresar para antes de Navidad.

—Rebecca, las carreteras están intransitables por las lluvias. En las noticias no paran de hablar de accidentes y derrumbes. Tu abuelo no quiere angustiarse al hacerte venir así, ¡te pondrá en peligro! Pon un poco de tu parte, corazón, será solo por unos días. Para Año Nuevo estarás con nosotros.

La chica puso los ojos en blanco. Unos días lejos de su familia serían un suplicio. Además, tenía planes y había trabajado mucho por ellos, pero todo se iba al garete por culpa de un capricho de su abuelo y del mal tiempo.

No pudo continuar la conversación porque la señal telefónica comenzó a fallar, así que, con resignación, tuvo que despedirse y soportar su mala suerte.

Sin embargo, para su tranquilidad, la estadía en casa de Rafael Noguera no fue del todo desagradable. El hombre vivía con su esposa y sus cinco hijos en una casita sin muchos lujos, pero con todas las comodidades. Aunque eran ruidosos, resultaban mejor que el viejo hotel. Rebecca estaba tranquila con ellos, pero triste. Mientras todos en ese lugar se preparaban para recibir la Navidad, ella no hacía otra cosa que lamentarse.

No soportaba estar allí. Su desánimo no le permitió captar las señales de la sorpresa que aquel lugar estaba a punto de darle.

Continuará…

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Fotos: glamour.es y piqsels.com