No importa qué tan bien entrenado esté un perro, nunca se puede decir que no morderá. Las circunstancias pueden ser tales que el perro se defienda a su manera, es decir, mordiendo.
Esto sucede, lamentablemente, con frecuencia con los niños. No es suficiente advertir a los niños que no manejen perros que no conocen, sino enseñarles a respetar y tratar adecuadamente a los perros de la familia. Nunca dejes que el niño intente jugar con el animal cuando está comiendo o durmiendo y sobre todo, enséñale a no tirar de la cola ni de la piel. Si su hijo es muy pequeño y no puede hacer entender esto, nunca deje al niño y al perro solos.
Si su familia no tiene un perro cuando nace el niño, no adquiera uno hasta que el niño tenga la edad suficiente para comprender la forma correcta de tratar a un perro. Al comprar, busque uno de una raza que tenga reputación de no ser agresivo. Y cuando los amiguitos de su hijo vengan a jugar, ponga al perro en el jardín o en una habitación de la casa donde los niños no entren en contacto con él.
Quizás cuando leas esto dirás que no tienes favoritos y que amas a todos por igual. Sin embargo, a veces esto sucede sin que los padres se den cuenta. Pequeñas comparaciones entre un niño y otro pueden terminar siendo perjudiciales para la salud emocional de los niños. Es más, esto puede afectar no solo al que se siente menos querido o cuidado, sino que también puede ser destructivo para el favorito.
Este comportamiento paterno es muy difícil de superar precisamente porque en muchos casos se realiza de forma inconsciente. Para que averigües si realmente hay un favorito en tu familia, y para que trates de remediarlo si es así, has preparado algunas preguntas para ti. Si responde que sí a todas, encontrará que tiene un hijo favorito.
¿Crees que te es más fácil entender a uno de tus hijos que a los demás?
¿Confías en un niño más que en los demás? ¿Crees que uno de tus hijos se parece más a una persona de la familia a la que quieres mucho? ¿Pasa más tiempo con uno de los niños que con los demás? ¿Estás orgulloso de uno de ellos en particular? ¿Crees que uno de los niños se parece especialmente a ti en lo físico o en el carácter? ¿Te preocupa especialmente alguno de ellos? Si después de esto descubre que sí prefiere uno de sus hijos, no se critique.
Todos los padres tienen favoritos, de alguna manera. Pero, hay que saber controlarlo y la primera etapa ya la ha cubierto el simple hecho de hacerse esas preguntas. Lo que ahora tienes que hacer es buscar algo diferente en cada uno de tus hijos y animarlos, haciendo que cada uno se sienta especial de alguna manera.
No es posible tratar siempre a todos los niños de la misma manera. Esto equivaldría a pretender hacer robots y eliminaría todo significado humano de la relación entre padres e hijos. Cuando se llegue a tratar a cada niño individualmente y se reconozca sus méritos por lo que son y no por lo que deben ser, se habrán eliminado los problemas de favoritismo y habrá una relación familiar más armoniosa.
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