La toalla sanitaria.

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2 years ago
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Trabajo de: ELIZABETH PINTO

La historia de la toalla sanitaria es, además, la historia de la reivindicación de los derechos de las mujeres y la visibilización de la menstruación.

Hoy en día, hablar de la menstruación de manera abierta (sin morbo y no como tabú) es algo relativamente común. Es decir, en las farmacias y los supermercados podemos encontrar toallas sanitarias, protectores diarios y tampones expuestos como cualquier otro producto. Nos encontramos con anuncios sobre estos productos en la radio, la televisión, en periódicos y revistas. Podemos leer muchos artículos sobre la menstruación y comprar copas menstruales por internet.

Y aunque en nuestra sociedad (al menos la occidental) la menstruación sea percibida con esta aparente normalidad, aún queda mucho más por normalizar, pues algunos perciben este proceso natural con asco, como si fuera una enfermedad o algo que mantenga oculto. Sin embargo, estamos en una época muy buena si la comparamos a cómo era la vida hace un siglo, cuando las toallas sanitarias comenzaron a existir y la menstruación era una palabra impronunciable en el ámbito social.

Hoy en día, nosotras podemos elegir con cuál producto de protección femenina nos sentimos más cómodas, pero ¿alguna vez te has preguntado qué usaban las mujeres durante la menstruación, antes de que las toallas sanitarias se lanzaran al mercado? Aunque en aquel entonces había cierta expectativa a nivel social, de que todas las mujeres usaran el mismo método para tratar con la menstruación, existían diferentes formas de hacerlo.

La historia tras la toalla sanitaria ...

La mayoría de las mujeres usaban compresas caseras de tela, hechas de harapos, sábanas viejas o cualquier pedazo de tela que tuvieran a la mano. Y mientras algunas desechaban estas compresas caseras luego de usarlas, otras mujeres las lavaban y las reutilizaban. Sin embargo, esta práctica podía resultar incómoda, ya que mantener la tela en la ropa interior sin que se moviera era todo un reto y esta no absorbería grandes cantidades de flujo.

Y aun con todas estas prácticas comunes, ya desde finales de la década de 1800 existían compresas desechables y de tela de venta en las tiendas (claro, tener acceso a estos productos dependía de si se vendían en tu país y del precio). Por otro lado, también existían otras opciones como el cinturón sanitario Hoosier o las Toallas Lister, que también eran desechables. Sin embargo, ninguno de estos productos se popularizó, pues no se dieron a conocer de manera amplia.

Así era el escenario que se vivía antes de la década de 1920. Fue entonces cuando las toallas sanitarias se lanzaron al mercado y comenzaron a ser objeto de publicidad. Por muy loco que pueda sonar, el origen de las toallas sanitarias se remonta a la Primera Guerra Mundial. Kimberly-Clark, la compañía estadounidense de productos de papel, había producido vendas de un material llamado Cellucotton para ser used in los hospitales, para tratar y curar a los hombres heridos. El Cellucotton estaba hecho de pulpa de madera y era cinco veces más absorbente que las vendas de algodón, así como más barato.

Cuando la guerra terminó, el negocio del Cellucotton se detuvo, pues ya no era útil ni para el ejército ni para la Cruz Roja. Entonces Kimberly-Clark comenzó a buscar un nuevo mercado para el material, y esta tarea le fue designada al empleado Walter Luecke.

Según los historiadores Thomas Heinrich y Bob Batchelor, la idea de usar el Cellucotton como material para toallas sanitarias fue propuesta por la American Fund for French Wounded (lo que en español sería más o menos el Fondo Americano de Ayuda a los Heridos Franceses). Fue este Fondo el que recibió cartas de enfermeras del ejército que afirmaban que durante la guerra se usó el material quirúrgico de Cellucotton como toallas sanitarias.

Gracias a la necesidad de las enfermeras, el destino de las mujeres durante la menstruación dio un giro total.

Para Luecke, esta noticia del uso del Cellucotton fue el escenario perfecto para mantener la demanda del material, ya que se trabajaría en un producto atractivo para más de la mitad de la población: las mujeres. Entonces, Luecke presentó esta idea a distintas empresas para que produjeran toallas sanitarias hechas de Cellucotton. Sin embargo todas se rehusaron, ya que les parecía que era un producto demasiado personal y que difícilmente podría ser publicitado.

Los ejecutivos de Kimberly-Clark tuvieron las mismas dudas al respecto, pero Luecke estaba tan decidido a no dejar ir la idea, que finalmente aceptaron hacer las toallas sanitarias ellos mismos. Ya que el producto tenía una textura parecida a la del algodón, de ahí surgió el ahora tan conocido nombre Kotex: "Cot-tex", hasta llegar a Kotex.

Si bien se registra que la primera caja de toallas Kotex fue vendida en octubre de 1919, en una tienda Woolworth's de Chicago, Estados Unidos, las toallas sanitarias no causaron impacto en el mercado hasta 1921, cuando comenzó a recibir publicidad.

Imaginémonos un poco cómo pudo haber sido la venta de la primera caja: un hombre, empleado de Woolworth's, atiende a una mujer que desea comprar toallas sanitarias. Sin duda, ese momento pudo resultar incómodo para ambas partes, pues en esa época no se hablaba abiertamente de la menstruación, ya nivel social este tema se ocultaba.

Esta idea fue la que marcó la campaña publicitaria que Kimberly-Clark lanzó en 1921, para Kotex. “Pídelas por el nombre”, fue el eslogan de la campaña, para que así las mujeres puedan ahorrarse la vergüenza al pedir “toallas sanitarias” y sentirse más seguras al pedir “Kotex”.

Los primeros anuncios de Kotex, entre otras cosas, les prometían a las mujeres “asegurar el equilibrio en los vestidos más delicados”.

La publicidad se caracterizó por mostrar estereotipos de la mujer moderna de los años veinte, que si bien se mostraba activa, también se veía un tanto decorativa. Además, para la época de la que se trataba, la campaña era bastante explícita, a pesar de que no se mostraban imágenes de las toallas sanitarias ni se mencionaba de manera directa.

Y aunque estos pueden parecer defectos de la publicidad, hay que recordar que aquellos años eran diferentes a los actuales. Aun con todo esto, gracias a la campaña de Kotex se mencionaron e hizo alusión por primera vez a las toallas sanitarias, sobre todo en revistas femeninas como Good Housekeeping. Esto marcó un precedente respecto a cómo la menstruación debería ser discutida en la sociedad y manejada en la publicidad.

Para las mujeres de aquel entonces el producto resultó atractivo, pues era una opción médicamente catalogada como "higiénica", mucho mejor que los métodos caseros, y que también les prometía poder realizar sus tareas y trabajos fuera del hogar, cuando antes estaban acostumbradas a la tradición aceptada de permanecer dentro de sus casas cuando menstruaban.

Ciertamente estas toallas sanitarias cambiaron el panorama en muchos niveles, para las mujeres fue un alivio contar con un método más absorbente y, por lo tanto, más cómodo. Aun así, el reto de mantener las toallas en su lugar en la ropa interior seguía vigente, pues fue hasta la década de 1970 que comenzó a tener adhesivo, y fue hasta los años ochenta cuando en el mercado comenzó a hablar de alas, tamaños y niveles de absorción.

El panorama actual

En la actualidad incluso existen toallas sanitarias de tela, que son lavables y reutilizables. Estas suelen estar hechas de algodón, lino y lanilla. Tienen alas y los modelos variabilidad según la cantidad de flujo de cada mujer.

Pero la toalla sanitaria no es la única opción que existe cuando de menstruación hablamos. También están los tampones, que aunque parezcan ser recientes, en realidad sus orígenes se remontan entre los años 500 y 400 a. C., en Egipto, donde las mujeres usaban una especie de tampones elaborados con papiro, y también en la antigua Grecia, donde se usaban cilindros de madera envueltos en lino.

Ya en la década de 1930 se creó el tampón desechable, más parecido al que conocemos ahora. Este tampón tenía un aplicador de cartón y únicamente era usado por mujeres casadas, pues en esa época se creía que solo las mujeres no vírgenes podían usarlo, ya que las demás corrían el riesgo de “perder” la virginidad al usar tampones. Fue hasta la década de los ochenta que se inició a usar aplicadores plásticos.

Y Qué bueno que todos esos tabúes acerca de los tampones han ido desapareciendo con el tiempo.

Una tercera opción es la tan sonada copa menstrual, que ha ganado mucha fama desde el año 2010, sobre todo por tratarse de una opción ecológica, pues una copa tiene una vida útil promedio de 10 años. Pueden estar hechas de silicona médica 100% hipoalergénica, TPE (elastómero termoplástico) o con silicona platinum. Viene en diferentes tallas según la edad de la mujer, y experiencias como haber dado a luz o no.

En cuanto a la copa, una de las mayores preocupaciones para las mujeres suele ser cómo introducirla y acomodarla. Así que si ese es tu caso, pero te gustaría probarla, puedes consultar algunos datos sobre la copa menstrual y algunos consejos para usarla.

¿Te animas a probar la copa menstrual?

Lo genial de conocer la historia detrás de artículos cotidianos no solo son los datos curiosos que se esconden detrás de ellos, sino también que, como es el caso de los productos de higiene femenina, tienes la libertad de escoger el que mejor se acople a tus necesidades y que te haga sentir más cómoda.

Información obtenida de: @buenasnews

imagen obtenida de: @buenasnews

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2 years ago
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Comments

Owww is that a reusable napkin?

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2 years ago

hola,eso es una toalla sanitaria desechable.

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2 years ago