Cada circunstancia incontrolable de la vida nos puede llevar a empezar una búsqueda que nos conduzca a la capacidad de sobreponernos a momentos duros y a adaptarnos; entender y hasta llevar estas lecciones, a modo de enseñanzas, a otros seres humanos; con la finalidad de que logremos entender ciertas verdades que no podemos cambiar pero sí vivir con ellas.
- El momento más especial en mi vida ocurrió cuando mi hijo cumplió los 11 años, un diciembre.
Estábamos en la mesa almorzando cuando me llegó con una tarjeta de Navidad en la que había una carta donde me contaba una historia sobre una familia religiosa argentina –si mal no recuerdo- en la que el hijo menor le había comunicado a sus padres que era gay y, donde, con razonamientos muy bien expuestos y claros, estos padres habían acompañado a su hijo en la búsqueda de su identidad y de su valoración en la sociedad, logrando que la noticia les uniera, más que provocar las rupturas que, en esa época, a principios de los años 90, se producían en los núcleos familiares producto de esa noticia.
Era evidente la revelación.
Mi hijo había dejado de ser niño.
Ada, una madre que había vivido sin preocupaciones sus años juveniles en la época de los 80, donde la sensorialidad y el disfrute de la música, la buena economía en su país Venezuela y la moda de divertirse en discotecas y con amigos; que consiguió una pareja extranjera con la que se fue a vivir y con la que se casó posteriormente, en medio de un romanticismo propio de ese tiempo; nos confiesa que la vida te lleva por el camino del equilibrio; que nos va dando vivencias para que nos elevemos en conciencia de lo que es la creación y, que su último fin, es el de expandir tu capacidad de comprender lo que hay y vivir en paz.
El camino para entender lo que es un hijo gay, sin antes haber tenido el más mínimo ejemplo en su familia, ni siquiera en su grupo restringido de amigos; para constatar el nivel de sufrimiento que en esa época tenían estas personas que no habían pedido nacer de esta manera; y que el rechazo social les había llevado hasta hacerlos responsables de un virus que estaba ocasionando la muerte de miles de personas en el mundo, como el VIH; es desgarrador, cuando no se tienen las armas.
- No solo tuve que llenarme de nuevos conceptos, también tuve que aceptar otros que ni entendía para poder darle una palabra de esperanza y aliento a mi hijo en muchas ocasiones; mientras luchaba por ejercer mi rol de madre y proteger como se debe a un hijo; acompañarlo y ampararlo.
Hoy en día, la homosexualidad es un tema que se trata en casi todas partes; cuyas organizaciones pro defensa de los derechos están en todo país, promoviendo acciones y publicitando; y hoy en día, la transexualidad es la temática en sexualidad que más está tratándose; así que tal vez, la posibilidad de que una familia se rompa, producto de que alguno de sus integrantes descubra al núcleo que tiene una variante sexual normal culturalmente o socialmente atacada, sea verdaderamente y estadísticamente poco probable.
“No se dejen estafar –nos dice- la homosexualidad no se cura pero la homofobia sí. Igualmente eso del dolor del padre al saberlo tampoco es consecuencia de tu hijo o hija gay, es consecuencia de una sociedad que culturalmente está hipócritamente conformada con lecciones religiosas y morales que son necesarias para mantener poder sobre los grupos humanos, no para aclarar sus esencias.”
Y simplemente basta con observar el mapa mundial donde señalamos aún los países donde la homosexualidad no es aceptada o se considera un delito y donde en muchos de ellos, la pena de muerte es la lección que se recibe.
Ha bastado una conversación donde hemos tenido el gusto y el privilegio de escuchar la historia, su historia, para darnos cuenta de miles de lecciones que nos ha dado Ada de la manera más natural que alguien pudiera decirlas.
Por supuesto que hay detalles, nombres, que han sido transformados o cambiados por razones obvias.
“En la vida no controlamos nada, al que le toca algo al nacer le toca; solo le queda aceptar; así tenga que pasar por el proceso que tenga que pasar, al final, solo le queda aceptar; verificar qué puede cambiar la ciencia médica para mejorar el funcionamiento físico, mental o social, pero solo eso, para mejorar; no para transformarlo en lo ideal.”
Hay que ser tolerantes con las circunstancias que vivimos, pues a la larga solo ocurren porque tenemos que afinar una creencia, o perfeccionar algo aprendido.
La vida tiene la finalidad secreta, pues no te lo dice de frente, de obligar a abrirte, de dejar de ser una caja cuadrada de creencias y aprender a expandir tus horizontes, pues hoy en día sabemos que la vida es infinita en sus manifestaciones y que las creencias de los hombres no la define, siempre se quedan cortas.
Para lo que a los hombres es imperfecto, en la vida eso, ocupa un espacio y cumple un cometido tal y como es.
“He aprendido que cuando señalas estás mostrando tus defectos o lo que tú crees que son tus defectos, pues, quien señala lo hace para justificar que el otro es peor que yo; que el otro también es defectuoso. ¿No has escuchado eso de que: Dime de qué alardeas y te diré de lo que careces?
Cuando criticamos algo con vehemencia o en forma dura, es porque dentro de nosotros llevamos la semilla de lo mismo”
El asunto es que no somos defectuosos, no nos falta nada; estamos así por una razón, y es el viaje de la vida el que nos permite descubrirlo.
Las perfecciones son patrones propuestos por la publicidad y las ventas, aunque puede haber razones más intrincadas; pero son eso, creaciones del hombre.
“Finalmente entendemos que la meta es ser íntegros, uno solo con lo que sentimos, lo que pensamos y lo que hacemos; que todo en la existencia es y hay que entenderlo y respetarle el espacio; que si no nos gusta busquemos mejor por qué no nos gusta, no tratar de eliminar el objeto de mi molestia.
¿Se imagina cuántas personas me han atacado por defender a mi hijo, incluso de la misma familia?
¿Cuántas veces he tenido que gritarle a los demás que el amor no tiene etiquetas”
Por último, es bueno entender que nuestro camino hacia la resiliencia es una lucha de afinación de conceptos diarios; que es una manera de adaptación diaria a cada cosa que vivimos y al respeto a cada cosa que existe en nuestro entorno.
Que es trabajoso entender que no somos perfectos y que no podemos pedir esa perfección en nadie; que es bueno saberlo para no señalar o colocar etiquetas; y entender que al final, la gente que se sube a nuestro tren es para enseñarnos algo, sea familia, amistad o algún tropiezo eventual con alguien en la calle de una ciudad llena de gente.
"Conversación sobre Resiliencia"
Emilio Rios-Venezuela
Lead Image: Willie Hsu. Artista. Instagram @willie_hsu_art
emiliorios580@gmail.com
@Erigo580
lo digo y lo sostengo, la vida intima de nuestros hijos es personal, gay o bisex siguen siendo nuestros hijos, seguiran siendolo siempre, nadie puede juzgarlo pero la sociedad igualemnte lo hara, nuestra labor sera entonces protejerlo de esa sociedad que tratara de golpearlo con duras criticas.