Primero, antes que nada, porque es lo correcto. Porque sólo hay dos opciones: defender la libertad o atacarla. No hay término medio.
La lucha por la libertad engloba todas las demás luchas, porque no hay ámbito de la vida humana en el que, si escarbamos un poco, no encontremos un ataque a la libertad individual.
Por esa razón, ya sea que hablemos de cuestiones sociales, culturales, económicas, etcétera, cuando nos encontramos con problemas que pretendemos solucionar, descubrimos que, en mayor o menor medida, la libertad está siendo atacada.
Cuesta un poco entenderlo al principio, pero cuesta muchísimo más admitirlo.
Una vez entendido el problema, a mucha gente le cuesta admitir que la causa del mismo es que la libertad está siendo vulnerada. Por ignorancia, por prejuicios, por dogmas, por lo que sea, muchas personas siguen dándole la espalda a la raíz de todos esos males que nos aquejan.
¿Pero de qué hablamos cuando hablamos de libertad?
Mucha gente tiende a pensar en la libertad como el poder hacer cualquier cosa que se nos de la gana. Y esa no es exactamente la libertad por la cual debemos luchar.
Una persona es libre de, por ejemplo, expresar su opinión sobre algún tema en particular. Si quiere, puede pararse en medio de una plaza pública y proclamar sus opiniones. Lo que impulsa a esa persona a hacer su proclama, lo que la persona está expresando, la forma en la que lo está haciendo y los fines que busca, no deben importarnos. Solo debe importarnos que ninguno de los demás le impidamos a ese individuo llevar adelante esa acción que pretende realizar, y que ese individuo, en el proceso, no vulnere libertades ajenas.
Entonces, la libertad de la que estamos hablando en la ausencia de coacción. Es decir, que nadie impida, por medio de la fuerza, la violencia, o de la amenaza concreta del uso de la misma, el libre accionar de otros individuos, mientras no sean ellos los que estén vulnerando la libertad de otros.
¿Tiene límites ese libre accionar?
Sí. Uno solo: el libre accionar de los demás.
De la simple y única regla de que “nadie debe impedir el libre accionar de otras personas” se desprenden todas las demás “libertades”. Que no sería necesario detallarlas, porque respetando este principio, estarían todas cubiertas. En el ejemplo, dije que nadie puede impedirle a una persona expresar su opinión. Podemos darle una etiqueta a esa particular libertad como “libertad de expresión”, pero, como vemos: si el principio de no coaccionar está siendo respetado, la persona podrá expresarse libremente.
Todos tenemos la libertad de actuar conforme nuestras necesidades y deseos, buscando alcanzar los fines que queremos alcanzar. Nadie puede impedirnos llevar adelante nuestro proceso de acción. Pero nuestra acción no debe, a su vez, impedir el libre accionar de otras personas.
¿Qué debe hacer un liberal?
Defender nuestra natural libertad individual y personal, no nos define como liberales. El más tirano de los tiranos lucha por poder actuar libremente conforme sus deseos y buscando alcanzar sus fines. Pero eso, luchar por su propia libertad, no lo hace liberal.
Entonces ¿Qué nos define como liberales?
Ser liberal, en consecuencia, es respetar siempre y en todo lugar la libertad de las demás personas.
Esa persona del ejemplo, que está en medio de la plaza pública con un megáfono, ¿es liberal porque se está expresando libremente? No. No necesariamente. Esa persona que está ejerciendo su derecho, es simplemente una persona libre. Liberales somos nosotros que no le impedimos a él expresarse y procuramos que nadie se lo impida.
Entonces, liberal es aquella persona que respeta y defiende la libertad de su prójimo.
Al principio dije que luchar por la libertad es “lo correcto”, y estás quizás tentado a reclamarme argumentos sólidos, que decir que es lo correcto no es suficiente. Pero, al principio también dije que hay solo dos opciones: o se defiende o se ataca la libertad.
¿Cuál opción elegís vos?