Evite que su hijo sea otra víctima de los abusos infantiles. (ES)
Hoy en día los niños están más expuestos a los abusos infantiles que en otras épocas, hay muchísimos medios como el internet, las redes sociales, en fin, por eso es necesario que sepamos cómo proteger su inocencia.
A nivel mundial los casos de abusos cometidos contra menores están aumentando alarmantemente. Raro es el día que en las páginas de un periódico, en las noticias o en las pantallas de nuestros televisores, en las redes sociales ( Twitter, Instagram, Facebook,Google Noticias ) no nos enteramos de uno o más casos de abuso infantil. Algunos de ellos verdaderamente espeluznantes, como el de los reiterados asesinatos recientes de niños pobres y vagabundos en algunas de las mayores ciudades.
El abuso infantil no es algo confinado a un solo país. Constituye una tragedia universal, y tampoco es algo nuevo. Ha existido desde siempre. Precisamente una de las grandes conquistas sociales de las que puede enorgullecerse la humanidad son las leyes laborales que, desde mediados del siglo pasado y comienzos de éste, a través de las cuales se empezaron a adoptar medidas para regular y limitar el trabajo de los menores en la industria, el comercio y la agricultura.
El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) ya tiene años realizando una labor, cada vez más intensa y más difundida, en defensa de la niñez del mundo entero, y otros muchos organismos internacionales, nacionales y locales están empeñados en la misma misión.
El ideal de velar por el bienestar infantil también cuenta con una larga tradición en todos nuestros pueblos de Hispanoamérica.
Siempre ha existido, pues, en todas las esferas de la sociedad y en todos los países, una profunda preocupación por proteger a los niños contra todo tipo de abusos, pero ahora esa conciencia está haciéndose mucho más palpitante y dinámica, en vista de lo que parece ser una creciente tendencia a maltratar a los niños, a pesar de todas las leyes existentes para su protección.
Qué es el abuso infantil?
Todos sabemos que los abusos y maltratos contra niños y adolescentes pueden revestir múltiples formas, desde los simples regaños humillantes, ofensivos y sarcásticos, que hacen que el niño pierda su autoestima y se forme la imagen negativa de que él es un "niño malo", que no sirve para nada, ni hace nada bien, y los castigos corporales desmedidos o crueles, hasta los mismos crímenes contra la vida del menor, incluyendo el secuestro para obtener un rescate, inducir a los menores, con fines de lucro, a que se aficionen al alcohol o a las drogas, o a participar en actividades pornográficas.
El catálogo, desde luego, no se agota allí. También hay abuso infantil por omisión, no sólo por acción. Por ejemplo, cuando a un niño no se le alimenta y se le viste debidamente (existiendo los medios económicos para hacerlo), cuando no se le proporciona la atención médica que necesita (incluso, preventiva), o cuando se le abandona a su suerte o se lee desatiende en cualquier forma, o se le mantiene en condiciones carentes de la más elemental higiene. Un caso muy común, y que también está en aumento, es el de los padres divorciados o separados que evaden el pago de la pensión alimentaria que deben abonar a sus hijos. Posiblemente estos padres no se juzguen así mismos como culpables de abuso infantil, pero ciertamente lo son.
El Departamento de Servicios de Salud y Rehabilitación del Estado de la Florida (USA) ha elaborado una definición del abuso infantil que, aunque tal vez no abarque la totalidad de los casos, resulta bastante completa. Según esta definición, hay abuso en los casos de lesiones físicas no accidentales causadas al menor; agresión sexual; explotación financiera o sexual, o lesiones a la capacidad intelectual y psicológica".
La definición añade que también hay abandono o negligencia cuando los padres, o las personas responsables, no proporcionan al menor alimentación, ropa o albergue adecuado, atención de su salud o la necesaria supervisión para evitarles peligros.
Los hechos demuestran ampliamente que los padres no son las únicas personas que pueden incurrir en abuso infantil. También lo cometen los tutores, padres adoptivos, maestros, personas a cargo de guarderías infantiles, las "nanas, o niñeras, los miembros de la familia o amigos de ésta y, por supuesto, los extraños. Y debe señalarse, lamentable mente, que en los últimos años también se ha registrado un aumento en los casos de abuso sexual contra menores, cometidos por ministros religiosos.
Abusos físicos
El abuso físico suele ser el más fácil de detectar. Sin embargo, como todavía en nuestra cultura se aceptan ampliamente los castigos corporales, no siempre es fácil delimitar la línea divisoria entre una medida racional, meramente disciplinaria, y un verdadero caso de abuso.
Si el menor ha resultado lesionado, ello puede ser producto de un episodio aislado, o también consecuencia de malos tratos reiterados o habituales. También las lesiones pueden variar desde las más insignificantes hasta las más graves, incluso, fatales.
Los expertos se inclinan a estimar que cualquier lesión causada a un menor, si requiere atención médica, constituye abuso y va mucho más allá de los límites de un castigo corporal razonable, prudente y moderado. Y también consideran que las lesiones causadas con el puño cerrado o con algún instrumento, las patadas, las quemaduras y el hecho de lanzar físicamente al niño contra el suelo o la pared, siempre constituyen abuso, aun cuando las lesiones resultantes de estas acciones hayan sido mínimas, e incluso, aunque no haya llegado a producirse lesión alguna. (Desde luego, la definición legal de abuso infantil puede variar mucho de un país a otro e, incluso, las leyes penales de varios países definen el abuso infantil en general y el abuso específicamente sexual como dos tipos distintos y separados de delito).
Abuso sexual
Si bien cualquier forma de abuso infantiles repugnante, probablemente la quemas repelente resulte entre todas ellas sea el abuso sexual. Es algo que la conciencia pública y la conciencia individual tienden a rechazar enérgicamente. Incluso, se sabe que en la población penal de las cárceles, entre los criminales más empedernidos, hay un manifiesto rechazo hacia los presos cuando sus compañeros de prisión descubren que están allí por haber abusado sexualmente de un menor. No es raro que, en las prisiones, a menudo haya que aislar a los culpables de estos delitos para que no sean víctimas de la furia de otros presos.
El abuso sexual, como los demás tipos de abuso infantil, también tiene numerosas variantes. Puede ser violento o no violento y, en muchos casos, ni siquiera implica forzosamente que haya habido contacto físico entre el adulto ofensor y el menor que es su víctima. (Debemos aclarar que el ofensor no siempre es un adulto. También abundan los casos en que adolescentes y jóvenes, menores de 18 años, abusan sexualmente de niños y jovencitos de menor edad).
Hay abuso sexual, por ejemplo, cuando el ofensor se exhibe en forma indecente o libidinosa ante un menor, o se masturba ante éste, o convence al menor, aun sin ejercer ningún tipo de violencia física, para que se desnude o le exhiba sus partes privadas, o cuando el ofensor toma fotos pornográficas del menor, ya sea para su propio placer pervertido o para comerciar con ellas, vendiéndolas a otros.
Puede haber abuso sexual físico, pero no violento, cuando el ofensor se limita a tocar o acariciar sexualmente, Sin mediar agresividad ni fuerza de ningún tipo. Y puede haber abuso sexual violento en los casos de rapto, violación, sodomía o práctica de sexo oral, aun cuando haya un aparente consentimiento por parte del menor.
Al revés de lo que ocurre con el abuso físico no sexual, el abuso específicamente sexual a menudo es muy difícil de descubrir. El ofensor puede usar regalos, promesas, amenazas o cualquier tipo de mentira y explicación, para hacer que el menor guarde silencio sobre lo sucedido. Y el mismo niño, si se siente culpable de haber hecho "algo malo", si se siente avergonzado, o si teme la posibilidad de un fuerte castigo, muchas veces opta por callar, aun sin que el ofensor lo haya amenazado.
A veces el ofensor se las ingenia para persuadir al niño de que la actividad sexual es una forma de expresarse el afecto que los une. Esto ocurre con frecuencia en los casos de incesto, que son más comunes de lo que la población en general sospecha. Pocos niños revelan que uno de sus padres, u otro familiar cercano ha realizado con ellos actos sexuales, sobre todo, si el pequeño está bajo la impresión de que él mismo ha provocado la situación.
Aunque es imposible compilar estadísticas confiables acerca del incesto, ya que muchos casos jamás llegan al conocimiento de las autoridades, los expertos coinciden en estimar que los casos más generalizados, aunque no son los únicos, son los que involucran a un padre y a su hija (incluyendo los casos de padrastros e hijastras). También se sabe de casos en que un adulto de la familia se ha involucrado sexualmente con dos o más menores en la misma casa, e igualmente existen los casos en que el padre o familiar ofensor, una vez que el menor va creciendo o se muda de la casa, termina por dejarlo en paz, pero sólo para reemplazarlo con la hermanita o hermanito que le sigue en edad a su primera víctima.
De hecho, puede haber incesto en el seno de una familia durante largo tiempo antes de que llegue a descubrirse lo que ocurre. Por regla general, el incesto no va acompañado de violencia física, sino de una insidiosa persuasión ejercida muy hábilmente por el ofensor.
Excelente artículo, la mejor forma de evitar el abuso infantil es amando a los chicos, cuidándolos, no abandonándolos. El ritmo de vida actual nos obliga a dejarlos mucho tiempo solos, en manos de otros, eso debilita la personalidad y crea víctimas. El amor y la dedicación es la mejor forma de fortalecerlos.