I. Pregúntale a Pedro.

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2 years ago

Relato corto: Nadie sabe que sucedió, pero solo ella tiene las respuestas.


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Captured from my PC.

Eran las 12:24 PM, el sol calentaba con toda su fuerza. Mientras el ventilador soplaba en otra dirección, en aquel pequeño cubículo se llevaba a cabo un interrogatorio, que parecía nunca acabar. La detective Castro, se encuentra en su oficina preguntándose qué hacer para que la mujer hable.

Habían pasado 3 meses desde la desaparición de un joven de 20 años, llamado Erick. Un chico estudioso, trabajador y responsable, el tipo de ser humano ejemplar, con un futuro brillante y toda una vida por recorrer. Pero nadie sabía nada de él, a excepción de una persona, Jessica, una chica de 18 años que ahora se encuentran allí, con la mirada en un punto fijo y su mente divagando.

Vivía sola en un departamento, no tenía amigos, solo trabajaba en una tienda cercana a su domicilio. Sus días transcurrían del trabajo a la casa y de la casa al trabajo. Menos hoy, hoy era un día diferente, ella era sospechosa principal de un crimen sin indicios de haber ocurrido. Solo sospechas, gente murmurando, y una señora que dice haber visto a estos dos chicos hablar antes de que Erick desapareciera misteriosamente.

Jessica no respondió a ninguna pregunta de la detective, y mucho menos a las de su compañero. Su cara brillaba del sudor acumulado en su piel, pero esta no tenía ninguna expresión, ella solo miraba aquel rincón en esa habitación. Nadie sabía que le sucedía, pero alguien debía ser el culpable, alguien tenía que tener las respuestas… Jessica solo recordaba un día común en su vida donde preparaba el almuerzo, y su gato chillaba. No escuchaba las voces a su alrededor. Solo pensaba en un día tranquilo de su vida.

-¿Podemos dejarla y terminar esto ya? –Decía el compañero de la detective, que era un pésimo trabajador, desesperado por ir a casa.

-Ella sabe algo, hay que encontrar la forma de hable, si quieres lárgate- Le respondió la detective mirando a la chica a través del vidrio.

Al cabo de un rato, de tanto pensar, el compañero se fue, y dejo a Castro sola en aquel lugar. Castro entro nuevamente a la habitación, ya había perdido la cuenta, y hasta la paciencia. En sus años trabajando para la policía, siempre había puesto a los criminales detrás de rejas, dándole seguridad a aquel lugar donde vivía desde hace 6 años. Y esta no sería la excepción, o al menos eso creía ella.

Jessica no sintió la presencia de Casto al entrar al cubículo, ella solo recordaba aquellos días. Llovía a cantaros, mientras ella veía una película en compañía de su fiel amigo, un gato carey llamado Lius. Llegó la hora de almuerzo de Lius, pero ya no quedaba ni una lata de comida. Jessica tomo su sombrilla, algo de dinero y salió a la tienda más cercana. Su única preocupación era encontrar la comida para Lius, que a pesar de ser un gato callejero padecía del estómago, por lo que no podía comer cualquier alimento para gatos. 

Llegó a la tienda a la sección de comida para gatos, también compro algo de carne y pollo deshuesado, pago en caja y se detuvo en la puerta. Un chico de cabello negro estaba esperando a que cesara la lluvia, ella no lo conocía, pero estaba segura que no vivía en ese lugar. A pesar de no tener mucho trato con las personas, ella tenía una excelente memoria, por lo que recordaba los rostros de cada ciudadano en aquel lugar.

Él la miro, sonrió, y echo un ojo a sus compras.

-Comida para gato, tienes que amarlo mucho para salir con esta lluvia. - Le dijo aquel desconocido.

-Sí, los rescate de un edificio que iban a demoler, y se ha pegado a mi como un chinche.- Dijo Jessica, mirando sus compras mientras sonría de solo pensar en Lius.

-Y tú a él.

-Así es. -Ambos compartieron una sonrisa en ese momento, él la acompaño a casa, le pregunto su nombre, e intercambiaron números, desde ese momento, todas las tardes vieron películas en su casa, junto a la compañía de Lius.

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La detective seguía haciendo preguntas, sin obtener respuestas. Decidió tomar un descanso, fue al dispensor de dulces y tomo dos paquetes de galletas. Entro nuevamente al cubículo, y le ofreció uno a la chica, dejándolo sobre la mesa, para abrir el otro. El olor a galletas hizo llorar a Jessica, su gato amaba las galletas. Era la única expresión que había hecho desde que llegó. Castro se levantó de su asiento, tomando la oportunidad y pregunto nuevamente.

-¿Dónde está Erick?

Jessica solo lloraba, era un llanto silencioso, que expresaba un dolor profundo. Solo recordaba el cuerpo sin vida de Lius tirado al frente de su casa, su discusión con Erick, y aquel chico parado detrás de Erick, llamado Pedro.

Erick era un chico amable, conocía a todos, y todos lo conocían a él. Pedro era su gran amigo, su confidente, aunque este, no lo consideraba de la misma manera. Erick pasaba los días en casa de Jessica, se enamoró de ella desde el primer día en la vio, y cada noche al llegar a casa le hablaba por horas a su amigo de la chica maravillosa que había conocido. Ya no iba a fiestas, solo quería estar con ella, dedicarse a sus estudios y buscar un trabajo. A Pedro, esto no le gustaba, extrañaba a su amigo y las noches de alcohol y diversión desenfrenada, después de todo, de eso se trataba ser joven, de vivir.

Pasaron los días, ya Jessica no era una extraña para Pedro, pero si una chica muy atractiva. A pesar de ser la novia de su amigo, comenzó a pasar por su trabajo, cada día compraba algo, así no fue de utilidad, todo para pasar por caja donde Jessica despachaba y saludarla. Para ella comenzó a ser algo molesto, su miraba, sus visitas y sus insistencias continuas en salir a tomar un café. Al cabo de una semana, renunció, pero sus jefes no aceptaron su renuncia, la consideraban una buena trabajadora, así que la cambiaron a una sucursal no muy lejos de la actual.

Pedro no estaba contento con esto, no entendía porque prefería a su amigo aburrido, y no a él. Así que debía hacer algo, no soportaba que todo lo bueno le pasara a Erick. La vida había sido injusta con él, tenía que trabajar, no hubo pareja, y la chica que le gustaba era novia de su amigo, las cosas no podía ser peor.

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-Jessica, sé que no hiciste nada, déjame ayudarte. - Le decía la detective, tocando su mano, pero se negó a hablar. No podía, no quería perder lo único que tenía, su vida.

En el cubículo el celular de la detective sonó, era mensaje que decía: Pregúntale a Pedro.


Este post es referente al tema N° 1 sobre venganza de la Dinámica en Español propuesta por @SaraEscribe en la que también puede participar :D

Encontrarás toda la información ¡aquí!

❤️Me despido, con amor y un gran abrazo ¡Gracias por leer!❤️

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2 years ago

Comments

Que cosa habrá pasado. Será que Pedro le hizo algo a Erik. Seguro ella no dice nada porque teme su por su vida.

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2 years ago

Jijijiji, causando controversia entre los lectores. Voy a considerar sacarle una segunda parte. ¡Saludos, Leidimar! Y gracias por leerme. :)

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2 years ago