Una sola piedra en el camino puede llegar a verse como el fin de la vía en el tren de nuestras vidas. Es una ironía que llevemos una conducta intachable por mucho tiempo, y que un solo error pueda cambiarlo todo, pero de echo, casi siempre es así. La mayoría de nosotros podemos hacer mil cosas buenas, y apenas son notadas algunas de ellas, pero basta que cometamos un solo error para cambiarlo todo, suena cruel, pero es la realidad, diré que deberíamos reflexionar mas sobre ello, pero probablemente será cuentón de tiempo para que nuestra conducta siga siendo la misma, supongo que es parte de lo que nos obliga a esforzarnos por andar en el camino de la perfección, aunque esta ultima instancia siempre está como por encima de lo alcanzable.
“Ciertamente no hay hombre justo en la tierra que haga el bien y nunca peque” Eclesiastés 7:20
El amor, el amor es el camino de la perfección, y este camino, sin sombra de variación, es un camino para gente de valor. Valiente no es el más grande y fuerte necesariamente, sino todo aquel que se atreve a amar. Y eso, en este mundo tal y como lo conocemos, es estimado como un signo de debilidad, aunque resulte ser todo lo contrario.
“El amor es paciente, es bondadoso; el amor no tiene envidia; el amor no es jactancioso, no es arrogante; no se porta indecorosamente; no busca lo suyo, no se irrita, no toma en cuenta el mal recibido ; no se regocija de la injusticia, sino que se alegra con la verdad; todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser” 1 Corintios 13:4-8b