Sobre el trastorno esquizoide

Según señala Eugène Minkowsky (La esquizofrenia, Fondo de Cultura Económica, 2001), la esquizofrenia se puede definir como la pérdida de contacto vital con la realidad: la esquizoidia es lo contrario a la sintonía. Ser sintónico es responder al medio, interactuar con él, estar inserto en el tiempo, en su diálogo, en su devenir, en sus vicisitudes. El movimiento, la acción, es propia de todo lo viviente, y es la propagación común de la vida, afirmaciones, negaciones, negaciones de las negaciones, etc.

Quien se presenta como suspendido del tiempo, ajeno a la historia y a la vida humana, adolece de un problema de vitalidad: es un decadente que no cumple con la noción básica de adherirse al medio, de desear y lograr y encontrar alegría en el logro, de completarse en los pasos que camina. Diferente fuere, como el mismo psiquiatra señala, una simple pérdida de contacto sensorial, como ocurre con el autista. No: el esquizoide tiene un problema de mayor gravedad, y se ha instalado en la inmovilidad de un tiempo roto, una perspectiva quebrada en donde su línea biográfica, por decirlo de algún modo, no presenta novedad alguna. La repetición es su elemento natural, la duración de un primer momento, se alarga de manera definitiva. Es decir, se ha suspendido del proceso de reacción, de lo positivo, y ha entrado a una nueva forma de paraíso, de sub aespecie eternitatis, en donde no hay tiempo, en donde todo forma parte de un sólo bloque lógico, principio que repele todas las notas contingentes de lo humano, el devenir y la vida.

El esquizofrénico habita un mundo en donde nunca pasa nada, un tiempo muerto, una eternidad ociosa, una presencia sólida e indestructible: una forma en la que la verdad es desfascinación, y todos los momento, un mismo momento que vuelve infinitamente.

Ver a la historia como un desfile de idioteces, o las revoluciones del hombre como una caravana de utopías infantiles, pueden ser las concepciones de un ser que adolece del principio esquizoide. La morbidez del estado mental en la que se conciben las epilepsias del ser humano, sus inventos doctrinarios, sus ciencias, sus religiones, sus dioses aquejados por la manía de crear, provienen de una concepción que ha renunciado a sumarse con el mundo, y ha definido alejarse del hombre por mor de salvaguardar una dignidad más allá de lo humano. Mezcla de idiotas con ángeles, los tales, antifilósofos, antihistóricos, areligiosos, nihilistas al extremo de negarse existencia a sí mismos, son el futuro de la humanidad: cuando el hombre comprenda que el principio de la sintonía con el medio no es más que una sumisión a los medios dictatoriales de la naturaleza por perdurar y hacer perdurar, habrá llegado el fin de la Historia, de la sintonía, y de la posibilidad de una "realidad" a la cual adherirse.

La esquizoidia es el estado mental que Adán y Eva poseían hasta antes de la caída.