En la depresión existe un humor propio
En la depresión existe un humor propio, producto tanto de la desesperación como de la apatía, un regocijo inconfesable por nuestras penurias, pues comprendemos que ellas, al aislarnos fatalmente del mundo y su tumulto, nos hacen únicos. Es quien consigue reírse de sí mismo al tiempo que penetra en el vacío o se hunde en la oscuridad, el que experimenta este regocijo con superior voluptuosidad, éxtasis enmohecido, donde la desesperación repudia su trono mediante la falta de seriedad. El humor es incapaz de sanar la herida, pero como exutorio, se desprende de su infecta podredumbre. Sucede los mismo con el objeto de cualquier manía: liberación de energía que, de otra forma, nos reventaría por dentro. Yo, en mis breves e inconexos episodios maníacos, escribo; mi apatía se justifica al redescubrir dichos escritos fuera de su delirio: no eran verdaderamente gran cosa.