Adioses para Void
(Al espejo.)
¿Me escuchas, VOID?
(Susurro casi imperceptible.)
¿Gran Príncipe de las sombras?
En efecto. ¿Quién me exhumó de tus vértebras?
Lo ignoro. Mi deseo es ruin. Está consagrado a lo imposible.
¿Es que puedes desear otra cosa?
Lo absoluto. Es decir, la Muerte. ¿No estás por eso aquí?
Me conoces bien, VOID. Después de todo, somos el mismo, ¿lo recuerdas?
¿Nos abortó el mismo dios?
Quizá algún angel insomne, o un dios hastiado de sí mismo.
No, la Risa... ella es mi nodriza.
¡La risa!¡No es más que una lágrima que se beben las ratas!
¡Y el orgasmo embriagador de los que han sido besados por Saturno!
No pierdes tu elocuencia. Sin embargo, tu gran virtud es el delirio.
O mi gran vicio.
(Silencio.)
¡Oh te adoro, VOID! En mis aposentos todo es aburrido, el tedio me carcome. Mis días son
ríspidos. ¡Ni el odio me divierte!
¿Y el amor?
No es más que un cepo amargo. Mis odaliscas son de niebla.
No ignoro tu suerte.
Lo sé. Eres un demonio triste.
Y más allá de ti, ¿qué existe?
La febril ceniza de tu deshonra.
¿Entonces tendría que asesinarte para disolver tu tedio, y mi dolor?
Sin duda. Pero acabarías con tu candor, con tus piruetas.
(Silencio. Nace el filo de una daga.)
¿Nos volveremos a ver algún día?
¡Claro! ¡En el gélido silencio del sepulcro, junto a un cónclave de larvas!
(Carcajadas. Golpe seco)
(El espejo, manchado de sangre.)