Hola, cómo están amigos, como saben, todos tenemos un niño pequeño dentro de nosotros. Ese niño que es igual a alegría, creatividad e imaginación, pero también miedo, angustia y desconcierto, reconocido en psicología como "el niño interior". Ese es el niño, con sus luces y sombras, el que se manifiesta en muchas de nuestras acciones diarias y en las decisiones que tomamos.
Si no sabes desde hace mucho tiempo lo que es realmente disfrutar de ti mismo, si ya no recuerdas lo que es llorar de risa, si reconoces que con los años has perdido ese brillo en tus ojos, esa capacidad de disfruta de las pequeñas cosas, es porque te has olvidado que dentro de ti todavía está ese niño que una vez fuiste.
El niño interior simboliza nuestro ser emocional, nuestra parte creativa, nuestro YO más auténtico.
Ese niño es el amor que nace de la aceptación de tu persona. Ese niño es tu parte más genuina, tu esencia, tu Ser sin límites ni barreras.
Hablar del niño interior es considerar todo lo relacionado con el conjunto de creencias y el nivel de convicción, tanto positivo como negativo, que se forja durante la infancia. Estos están implantados en nuestro pensamiento y memoria, almacenados de una forma que influye en nuestra forma de ser, así como en el comportamiento que demostramos.
Cuidar al niño que hay en nosotros es una muy buena manera de mantener una autoestima saludable, y también nos ayuda a sanar nuestras heridas emocionales cuando somos mayores.
Por ello debemos analizar las diferentes marcas emocionales que dejaron huellas profundas para sanarlas, ya que nos referimos a nuestra vida como adultos. Sin embargo, la intención directa no es buscar culpables ni atribuir responsabilidades a nuestros padres. Debemos expresarles nuestra gratitud por retribuir, lo que a su vez se traduce en energía positiva y bienestar.
La reflexión debe ser buscar respuestas y características que sean dañinas, para que establezcamos cambios que nos ayuden a crecer y ser mejores personas. Este factor engloba muchas verdades universales, que para nosotros son realidad, porque no conocemos otra y muchas veces esto nos permitirá crear un escudo o escudo con respuestas automáticas, formuladas y esquematizadas.
Sin embargo, estas ideas y sentimientos arraigados desde la infancia, que habitan en nosotros a lo largo de nuestra existencia, también nos ayudan a reconectarnos con los sueños forjados en esa etapa, nos recuerdan nuestro potencial, cuál es nuestro propósito en la vida, así como los anhelos que tiene. que tenemos en mente desde que somos niños. Esta capacidad debe ir acompañada de nuestros deseos más profundos, que nos muestran el camino para lograrlos.
Además, hay muchos aspectos de su niño interior que es importante mantener y mantener activo, como la vivacidad, la sensibilidad, la espontaneidad y la creatividad. Es relevante preservar a flote todo el amor recibido en esa etapa, los recuerdos profundamente arraigados y hacer aflorar esos sentimientos. Estas emociones nos recuerdan que las circunstancias han cambiado con el tiempo, pero aún conservamos el mismo espíritu.
Asimismo, es necesario recordar que es una prioridad darle a nuestro niño interior, cuidado, cariño, comprensión, tratando de corregir los aspectos que no pudimos resolver en ese momento. Para ello, se deben realizar los ajustes y transformaciones necesarias, para cambiar las impresiones menos agradables aprendidas en la infancia, que con la madurez podremos modificar.
Somos los únicos responsables, quienes tenemos la posibilidad de tomar la decisión de transmutar lo que en esta etapa de la vida podría afectarnos y quedarnos con lo positivo, con el fin de obtener el bienestar y equilibrio emocional que necesitamos.
Piensa en lo que puedes hacer para sacar ese niño interior: saltar, cantar, patinar, dibujar, pintar, reír, disfrazarse… Estas son solo algunas ideas; Seguro que puedes pensar en muchos más. Saludos amigos
