“Sabemos, además, que a los que aman a Dios, todas las cosas los ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados” (Romanos 8:28).
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El Taj Mahal, un complejo de edificios de mármol construido por el emperador Sha Jahan (1592-1666) en Agra (India), es una de las joyas arquitectónicas más grandiosas de todos los tiempos. Lo más curioso de la historia de este monumento es la razón de su existencia. El Taj Mahal no fue erigido para celebrar una victoria, sino para conmemorar la muerte de un ser querido. Esta obra imponente surgió del dolor para beneficio de muchas generaciones siguientes.
Durante uno de sus paseos por la ciudad, Jahan, el príncipe heredero, observó a una joven en un bazar pregonando seda y bisutería de cristal. El nombre de esta muchacha era Mahal. Después de cinco años de amor creciente, Jahan y Mahal se casaron y, años después, heredaron la corona del Imperio mogol. La pareja tuvo catorce hijos y fue precisamente en el parto del último cuando Mahal murió. Tal fue el quebranto del monarca viudo que ordenó guardar luto en el país durante dos años. Y en medio del duelo decidió construir un monumento que superarse la belleza de cualquier otro en el mundo. Así tardó la construcción del Taj Mahal veintidós años y trabajaron en la empresa veintidós mil obreros. Desde entonces, ha servido de asombro e inspiración a millones de personas a través de los siglos.
Del dolor y la amargura de un hombre que perdió a su enamorada surgió una obra de encantadora belleza. Así puede ocurrir con muchos acontecimientos tortuosos de nuestra vida; al final desembocan en circunstancias altamente positivas. El mes de mayo lo hemos dedicado a la resiliencia para recordarnos que el dolor tiene la capacidad de transformarse en bendiciones. En nuestra vida de relación con Dios, si permanecemos a su lado, los sucesos y experiencias que pueden parecemos dolorosos o indeseables, son por designio divino una vía para alcanzar metas sublimes, según la promesa de hoy.
Si no comprendes por qué está ocurriendo algo desagradable en tu vida, en vez de enojarte con el Señor, ofrécele esta oración: “Padre de amor, no entiendo las razones de mi dolor, pero fortalece mi fe para que acepte la situación; y mientras dure la tempestad, ayúdame a aferrarme al testimonio del salmista: ‘Me asaltaron (mis enemigos) en el día de mi desgracia, pero Jehová fue mi apoyo. Me sacó a lugar espacioso; me libró, porque se agradó de mí’ ” (Sal. 18:18,19).
amen hermosa oracion