Capitulo 1. (parte 2)
El balón impactó en su frente como un meteorito cuando
impacta con la tierra. Su cabeza se llenó de luz y gritos
eufóricos de representantes y amigos que se encontraban
allí para dar apoyo a sus jugadores. Los gritos llenos de
euforia que venían desde las gradas pasaron a ser solo murmullos
de personas a lo lejos, en la cabeza de Xande, sentía
como lo tomaban y lo halaban, no podía ver nada, tanta luz
no le permitía abrir los ojos.
—¿Qué ha pasado? —preguntaba, pero nadie le respondía.
—¿Ganamos? ¿Lo hice? —seguían los murmullos a lo
lejos.
La luz se fue disipando de manera acelerada, y al igual
que los murmullos que zumbaban en su cabeza, todo lo fue
devorando una oscuridad impoluta hasta no quedar ningún
rastro de luz. Ya no se escuchaba nada, solo los latidos
de su corazón cansado y temeroso. Para ese momento,
nadie sabía de él, ni él mismo. Todo se detuvo, todo había
desaparecido, todo estaba oscuro. Xande parecía estar inmerso
en un abismal hoyo negro. Flotaba, ya no volaba; su
cuerpo estaba inerte, ya no corría. De repente, un rayo con
un gigantesco estruendo como enviado por el mismo Zeus,
penetró el negro infinito donde se encontraba el perdido
luchador con sus zapatillas aladas, y lo rescató hacia la luz.
Y así como así, abrió los ojos; ahora sí podía ver, aunque la
luz del sol que miraba, preocupado por la suerte del joven,
le molestaba los ojos. Veía a sus compañeros frente a él,
veía que le hablaban pero el sonido del rayo aun aturdía
sus oídos y no le dejaba escuchar otra cosa. Veía como sus
compañeros chocaban sus manos y chasqueaban sus dedos
frente a su rostro, pero él escuchaba nada más que el relámpago
en su cabeza. Poco a poco el estruendo que atormentaba al soñador
futbolista fue abandonando su cabeza, dejando espacio a
las palabras de sus compañeros que luchaban por entrar y
rescatarlo del limbo donde, decían bromeando entre ellos,
él se encontraba. Hasta que al fin logro ver y escuchar completamente
el mundo real.
—¿Qué pasó?, ¿ganamos? —haciendo una pausa más
larga— ¿Lo hice? —volvió a preguntar.
Esta vez sí le pudieron escuchar los que allí se encontraban,
estaban casi todos sus compañeros: el entrenador,
el árbitro, todos preocupados, rodeando al atontado y fatigado
jugador tendido sobre el suelo, que era más tierra que
césped. Allí en el mismo lugar donde se elevó con aquel
buen salto buscando la gloria de su edad adolescente, todos
lo escucharon y algunos empezaron a reír a carcajadas,
mientras el resto, que eran de su gremio hermano, se mostraron
molestos. Ya era costumbre para ellos ver como su
amigo vivía cada situación de bochorno y torpeza en los
entrenamientos y en los partidos que jugaba siendo siempre
el objeto de burlas de la comunidad naranja que se daba
cita cada tarde de entrenamiento o en cada partido.
—¡Está bien Xande, eres un crack! —con tono enfadado
le dijo Felipe, quien era el jugador líder y capitán de su
equipo.
—¡Un gol no, hiciste dos, el árbitro te regaló el otro! —Mario,
quien no era atleta habitual de entrenamientos pero que
entregaba el alma cada vez que le tocaba entrar en una cancha,
le habló con una mezcla de sarcasmo y molestia por la falta de
actitud de su amigo, para luego retirarse del terreno de juego.
El espigado adolescente, sin querer moverse de donde se
encontraba tendido boca arriba, con las manos cruzadas sobre
su cabeza y sus piernas flexionadas con las rodillas chocándose
entre ellas, permanecía con la mirada puesta en el cielo
mientras escuchaba las risas de sus compañeros alejarse, así
como también el regaño de sus amigos. Sentía como se iba
quedando solo, pensaba en el milagro de entrar entre los veinte,
pues, como era obvio y a juzgar por el trato de sus compañeros,
lo que había pasado en el campo no era nada bueno
para él. Repasaba a ver dónde encontraba esa posibilidad que
lo metiera en el equipo, pero a medida que iba buscando y
rebuscando, cada vez encontraba menos puntos favorables.
Estaba difícil, pero su entrenador le había enseñado a no rendirse.
«¿Y cómo no rendirse cuando solo hay tropiezos y más tropiezos?», se preguntaba. «Si estoy claro en que el problema lo tengo yo,
¿Cómo hago para darle solución?», se cuestionaba
mientras se llevaba las manos a la cara. Y cuando creía que ya
había quedado solo, la voz de Juanpe, su mejor amigo, apareció
irrumpiendo el pensamiento ahogado y sin claridad que
lo mantenía abismado dentro de sí mismo. Juanpe era el único
que seguía de pie cerca de Xande mirando hacia el cielo, esperando
que su amigo se levantara para salir del campo juntos,
pero éste no se levantaba.
—Xande, tú siempre con lo mismo. ¡Despierta amigo
mío! —le hablo Juanpe con palabras firmes y mucha seriedad
a su entrañable amigo.
Juanpe era el portero del primer equipo del club naranja
y junto a él había emprendido el sueño de alcanzar el
éxito deportivo. Se habían prometido llegar a ser jugadores
profesionales, formar parte del seleccionado de su país era
su meta a cruzar. Juanpe era un chico de talla pequeña, no
pasaba del metro sesenta de estatura; en sus inicios le costó
mucha lucha y entrega para poder ser aceptado, ya que la
posición que demandaba le exigía tamaño, peso y fuerza.
El porterito como suelen llamarles a los chicos de pequeña
estatura que juegan la posición de cancerberos, al igual que
su amigo, era de escuálida figura y al contrario de Xande,
carecía de fortaleza física y masa muscular fuerte y definida.
Solo bastó poco más de un año para que el pequeño
portero con una gran fortaleza mental lograra mejorar hasta
el punto de llegar a ganarse la confianza y el respeto de
sus compañeros, colocándole como primer portero del club
naranja; porque lo que le faltaba de tamaño lo compensaba
en entrega y espíritu. Ellos eran compañeros desde que
eran críos, empezaron juntos con la pelota a partir de cero,
aunque Xande poseía más conocimientos técnicos de la disciplina,
era el que estaba más rezagado del grupo.
—¿Qué pasó? Créeme que a mí se me apagaron las luces
—preguntó Xande, un poco contrariado a su vigilante
amigo que aguardaba por él para salir del estadio.
—¿Se te apagaron las luces? ¿De verdad no sabes qué
pasó? —contestó Juanpe con preguntas y prosiguió a responderle.
—¡Pegaste un salto de aquí al cielo! —haciendo sarcasmo
y gesticulando con su cuerpo empezó el relato de la
odisea destartalada de su amigo. —¡Saltaste adelantado y
le quitaste un centro que iba para Felipe… el balón te pegó
en la frente y golpeaste tu cabeza con la de Luis… y madre
chichón se llevó el pobre para su casa!
— ¿En serio, Juanpe? —Xande se tapó la cara con sus
grandes manos—. ¡No , no , no , no! —se repetía una y otra
vez buscando arreglar lo que ya estaba desecho. Ya no escuchaba
el relato de su amigo, Juanpe hablaba y hablaba
con detalles de lo que había pasado en el campo con él, pero
ya había escuchado lo que necesitaba.
—Pues sí, hoy la embarraste… de nuevo —Juanpe, terminando
su relato, se sentó al lado de su compañero que
permanecía tendido en el suelo y con los ojos puestos en su
horizonte le dijo con voz afable: —Sí, fuiste a por el balón,
solo tenías que darle dirección y lo demás estaba hecho —
luego posó sus manos en las rodillas de su triste amigo que
apuntaban hacia el cielo y le pidió levantarse para irse a
casa juntos. —Vamos que ya es tarde.
—No. Anda tú, yo me quedo un rato, si por mí fuera me
quedara aquí toda la vida —Xande estaba derrumbado y
desalentado, de nuevo volvía a chocar contra el muro que
no lo dejaba avanzar. Su inseparable amigo insistió para
que no se quedara solo, pero todo fue en vano, Xande estaba
decidido a quedarse allí, tendido en el suelo, quería
pensar, estar solo, estaba avergonzado y abatido, triste y
con un nudo en la garganta lleno de impotencia y sin saber
a quién preguntarle, pues nadie le respondía, ni fuera ni
dentro de su cabeza.
—Amigo no te desanimes, tienes que hacer todo lo contrario,
levántate y sigue trabajando en eso. Todo es posible.
¿Olvidaste el proyecto que tenemos juntos? —Juanpe trató
de levantar el ánimo a su amigo, pero en ese momento era
imposible.
—¿Seguro que te quieres quedar aquí solo? —Xande no
quiso responder, no quería hablar más y a Juanpe no le gustaba
la idea de dejar a su afligido compañero de juegos y
luchas solo, pero tenía que irse....
Continuara...