Hoy es día del educador aquí en Venezuela y quiero dedicar un escrito a homenajear esta excelente y tan necesaria profesión, de la cual además dependen todas las demás: medicina, política, ingeniería, etc. En efecto, podremos tener ciertas habilidades y/o talentos para determinadas disciplinas, pero sin lugar a duda debemos recibir algún tipo de educación para poder dominarlas.
Dos elementos me gustan resaltar al pensar en el valor de la educación, ya que según su etimología puede hacer referencia tanto al hecho de “guiar” como al de “sacar”.
Todo educador es un guía, por eso, más que enfocarse sólo en el aspecto intelectual, los buenos profesores, maestros e instructores ayudan a un crecimiento personal integral de sus alumnos.
Hoy, por ejemplo, puedo decir que tuve la dicha de encontrarme con educadores de este tipo, que no sólo me enseñaron sobre los números, letras y las diversas disciplinas, sino también sobre la vida y cómo afrontarla, a través de sus valiosos consejos y la aplicación práctica de sus enseñanzas.
Por otra parte, un buen educador no da todo resuelto, su labor no es resolverles la vida a los demás. En realidad, esto no es deber ni derecho de nadie. Por eso, éste se enfoca en “sacar” lo mejor de cada persona, ayudarle a descubrir, como se dice mucho actualmente, “la mejor versión de sí mismo”.
Esto es una de las cosas que procuro hacer, por eso, evito decirles a la persona qué deben hacer cuando vienen y me preguntan ¿qué hago?, considero que es más productivo ayudarles a pensar y reflexionar los pros y contras de sus opciones y que sean ellas mismas las que decidan qué hacer.
En otras palabras, se trata de enseñar a las personas a hacerse cargo de su propia vida, hacerlas consciente que ellas lo pueden hacer, pues, nadie más calificado para dirigir su vida que uno mismo.
Por eso, hoy también doy gracias por aquellos educadores que sacaron lo mejor de mí, me enseñaron a asumir sus lecciones e integrarlas en mis coordenadas de vida. Aquellos que con sus exigencias me llevaron a esforzarme en las aulas de clases para así tener un carácter igual de fortalecido para desenvolverme en el aula magna del mundo y poder, a pesar de las dificultades, cursar y aprobar todas sus materias.
Finalmente, quiero felicitar a todos los educadores, tanto los que tienen título como aquellos que sin él educan cada día, pues, cada padre y madres de familia o cualquier persona que tiene algún tipo de responsabilidad sobre otra también es un educador.
Buen artículo @jesusalejos, como es habitual.