Como se vive la procrastinación
Procrastinación se le llama al acto de posponer alguna tarea de manera recurrente, con la particularidad de que esto parece suceder de manera inconsciente o involuntaria. Pues el procrastinador es alguien que genuinamente desea cumplir con todas sus tareas, simplemente parece que mágicamente encuentra algún pretexto más o menos real para posponerlas.
A la larga este comportamiento nos impide terminar nuestros proyectos, nos hace perder la confianza del prójimo y lastima nuestra autoestima al exponernos a juicios duros propios o ajenos. De esta manera no tardamos en llegar a la conclusión de que la procrastinación es un vicio que más nos vale erradicar por completo. No obstante, fijarnos este objetivo podría ser contraproducente.
Es como un acto reflejo
Para empezar la procrastinación es un como un acto reflejo, un subproducto de nuestro instinto primitivo de preferir la recompensa inmediata por sobre la recompensa futura, y no puedes erradicar los actos reflejos si acaso solo sus causas. Además, aunque es posible ganarle batallas a nuestros instintos, a la larga es una guerra perdida porque exige mucha energía y fuerza de voluntad que quizá nos convendría guardar para emplearla en otras áreas de nuestra vida.
Su intención es protegernos
En segundo lugar, pese a sus incuestionables efectos negativos las intenciones de la procrastinación no son malas. En última instancia es una conducta que busca protegernos de un estado emocional negativo o incómodo. Un objetivo bastante loable si te lo piensas, pues buscar nuestro bienestar es algo necesario y nadie debería tener que acostumbrarse a lo contrario. El problema acaso es que su estrategia es muy mala, porque el bienestar que conseguimos en el corto plazo se logra a costa de uno mayor a futuro. Pero que la estrategia sea mala no quiere decir que haya que desistir del objetivo.
Atacarla la fortalece
En tercer lugar, la procrastinación parece contar con unos trucos emocionales bastante curiosos que la hacen inmune a tu odio. Si la tratas de atacar desde un lugar de coacción y sufrimiento, paradójicamente incrementarás tus ganas de procrastinar. Pues recordemos, la procrastinación busca protegerte precisamente de ese tipo de martirios y en consecuencia aparecerá como acto reflejo cada vez que intentes emprender una campaña de este tipo contra ella. Esta es una de las razones por las que combatirla puede parecer tan complicado.
El enemigo es tu actitud hacia ella
Al odiarla la fortaleces, al controlar tus instintos te desgastas y debilitas, y al pretender un objetivo distinto te lastimas. Parece una batalla perdida ¿verdad? Bueno esto es así solo porque al pretender erradicar la procrastinación lo que estás haciendo es luchar contra una parte de ti mismo, es como querer cercenarte un brazo, y nada bueno puede salir de eso ¿cierto? Encima la procrastinación no es necesariamente tu enemiga, como si lo podría ser tu actitud hacia ella, pues aunque no lo parezca es posible usarla a tu favor.
Una oportunidad de conocer nuestro interior
Verás, el que sea una conducta que sucede de manera casi automática, nos indica que proviene de algo que sucede muy en nuestro interior. De manera que podemos usarla como una vía para conocernos a nosotros mismos y en particular para descubrir en que situación se halla la relación entre nuestro yo y nuestro trabajo. Vista de este modo la idea de suprimir la procrastinación solo aparece como una oportunidad perdida de conocernos a nosotros mismos, de medir la efectividad de los métodos con los que nos aproximamos a nuestro trabajo y de entrar contacto con las emociones que tenemos asociadas a éste último.
No es una batalla a muerte
A lo que quise apuntar con todo esto, es que la procrastinación no es tanto un asunto de productividad y autocontrol, como de auto aceptación y autoconocimiento. Lo que quiere decir que lidiar con la procrastinación no tiene porque ser una dura batalla a muerte sino un proceso de autodescubrimiento en el que aprendamos a fluir con el trabajo y convertirlo en una fuente de bienestar y no de tortura. En próximos artículos abordaré en detalle algunas de la estrategias que me han ayudado a convertir la procrastinación en una aliada.