Wiz nació entre la sustancia que conocemos como agua.
Del cúmulo acuático, de obvia liquidez, y dotado con suficiente biota para facilitar la formación de su iluminación y consecuente elevación, tomó rumbo a su misión.
Abandonó el lavamanos de cerámica – color azul cielo despejado a mediodía – dejado a su miseria junto a otros elementos de madera y cartón, olvidados quizás, en un antiguo baño de labores, otrora puesto en servicio para la sanidad de un frigorífico de cuyo nombre creo acordarme.
Avanzó a vuelo in experto, en su mantra de principiante, adquiriendo una destreza icaria en cada revolución dada, sólo posiblemente eclipsada a manos omnipotentes de un recordatorio solar.
En la supra-instintiva instancia de su recorrido, bordeó dimensiones escarpadas, revoloteó sobre estructuras de arquitectónica invasión y pasó espacios cual túneles, fríos y transparentes. Siguiendo tal advenimiento, nuestro zancudo se encontró, vez primera desde su desprendimiento consciente, ante los seres dominantes de tal existencial plano.
Los percibió como inmensos leviatanes, de variada forma entre sus manifestaciones, con extremidades largas, cortas, angostas, anchas, suaves, duras, en fin, infinitas presentaciones. Cómo requisito previo indispensable a su natural dominación, tales seres se encontraban unidos al sólido eje material, conectando sus entidades a través de extremos fundantes, especializados para servir de ancla sincrónica con el flujo del maná mayoritario en el entorno, acumulado con el paso de los eones.
Comunicado supra-etéreamente sobre su misión vitalicia, de parte de una de esas entidades – la más cercana – emisoras de señales captables en su simpleza pero encriptadas en su complejidad, Wiz emprendió ya con mayor soltura su devenir. Atravesó, entonces, las compuertas de fibra ferrosa de la colmena indicada y se preparó integralmente para su destino.
Pasó de largo por entre billones de detalles a su paso, sólo empeñando su energía para culminar hasta el éxtasis cada una de las etapas que la vivísima entidad le transmitió en señales electro-sensoriales:
“1. Sigue tu pulsión sin objetar ni reparar, hasta que la magna fuerza te atraiga y experimentes tu primera, aunque quizás última, compulsión de nutrición.
2. Absorbe sin límite tanto néctar de vida como tu capacidad formada te lo permita, sin dudar que has de retornar al tránsito inmediatamente, cuando tus instintos sean puestos en marcha.
3. Si has completado lo anterior que se te manda, será tu presencia distribuida y serás dejado en verdadera libertad en éste plano, sin perjuicio de ser atraído nuevamente por alguna otra magna fuerza.”
Al poco trasegar por el espacio, lo sintió.
Todo su ser se tensó de tal manera que sólo alcanzó a notar, por recuerdo inconsciente de sus inmensurables consciencias pasadas, que la inmensa forma fija que ante su presencia se había manifestado, tenía cierto parecido a él.
Poco fue su tiempo disponible para salir de tal retrospectiva energética y volver a su misión, ya que de un instante a otro, su consciencia fue cegada de la luz y su masa violentamente comprimida, interrumpiéndose fatalmente sus funciones y así, su existencia.
A manos, literalmente, de lo que en nuestro entendimiento acumulado cómo especie resultaría el equivalente a un simio mentiroso, murió Wiz.
Su existencia se concluyó rápido, fugaz como el tránsito de un cometa cercano a nuestro planeta; aparentemente nimia, como la de un insignificante mosquito.
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este pequeño ineptos tan dañino causante de tantas enfermedades para el ser humano. se nos olvido con el covid19, no recordamos que con este insecto tenemos que cumplir normas.para evitar su reproducción y así la propagación de la enfermedad.