Un día cómo hoy me percaté de mi existencia cuando, alguien ya entrado en años, me explicaba lo peligrosísimo del uso de un tipo de plagicida especial utilizado en el cultivo de tomate.
Tan mortífera es la sustancia, que acaba con el comején y los gusanos en la tierra donde se aplica, forzándolos a salir a la superficie, para ser entonces devorados por las gallinas, que también mueren a causa del veneno y que incluso, si alguien osase guisar las aves, también caería envenenado. Una berraquera.
Digo, pues, que me percaté, porque su explicación, aparentemente vana, me hizo recordar una referencia incluida en un libro de editorial oficial que trata sobre las nuevas dinámicas del conflicto armado en las regiones territoriales de la República de Colombia, después de iniciado el proceso de desmovilización de grupos armados, conocido cómo el Proceso de Justicia y Paz, en el año 2005.
El artículo de referencia lleva cómo título "El Tomate: Pueblo borrado del mapa".
Por curiosear, buscando el artículo en la página web del portal de medios Semana, me malicié por el hecho de que el artículo no se muestra correctamente, al parecer fue dado de baja de la plataforma.
Cómo no hay que quedarse con esa, recordé que existe el Archivo de Internet, con su Wayback Machine, que te permite volver a las versiones anteriores de las páginas publicadas en la Internet y, efectivamente, la captura de pantalla correspondiente al año 2017 muestra el texto original del artículo, que hoy no se visualiza.
Porque a mi opinión, el conocimiento del público sobre los sucesos ocurridos en ese pueblo son un dato y los datos hay que darlos, publico el contenido del artículo a continuación:
"EL TOMATE: PUEBLO BORRADO DEL MAPA
Ojo por ojo, los paramilitares de Córdoba responden al asalto de Saiza.
El Tomate, que parece hoy uno de esos pueblos fantasmas de las películas del lejano oeste americano, era antes del 30 de agosto un municipio más de los afectados por el invierno en Córdoba; el desbordamiento de los ríos Sinú, San Jorge y Canalete tenía a este pueblo, localizado a 55 kilómetros de Montería, casi incomunicado. Sin embargo, la dificultad para llegar hasta allí no fue obstáculo para los 30 individuos que con ametralladoras y granadas dieron muerte a más de 16 campesinos y quemaron 18 casas ese martes.
El primer blanco de los criminales que vestían prendas de las fuerzas militares fue la hacienda Bonaire, de propiedad de Lino Ruiz Franco, donde asesinaron con granadas de fragmentación y ráfagas de subametralladora a seis trabajadores. Luego, los asaltantes se dirigieron al casco urbano de El Tomate, a la tienda de Marco Pérez, el único habitante de la localidad con televisor, en donde se encontraban la mayoría de los "tomateños" mirando el noticiero. Sin decir absolutamente nada, los individuos abrieron fuego indiscriminadamente y lanzaron también granadas de fragmentación. Frente al televisor quedaron sin vida los cuerpos de 10 campesinos y los que se salvaron milagrosamente huyeron a esconderse en el monte. Como si esto no fuera suficiente, los asaltantes lanzaron bombas incendiarias contra las viviendas de los campesinos. Sólo dos casas quedaron sin quemar. En la huida interceptaron un bus de la empresa Tucurai y lo incendiaron con el conductor adentro.
Los hombres dejaron la escuela de la localidad pintada con letreros que decían: "S.P.E. D.N. Frente Popular para la Liberación Nacional". "Colombia libre, vencer o morir". "Compañeros caídos en Colombia: por nuestra vena corre la sangre en aras de la libertad, frente a la sección popular, muerte a los sapos y paramilitares". Sobre esta base el Ejército dio una versión sobre los posibles autores del asalto. Afirmó que se trataba de guerrilleros del Ejército Popular de Liberación. Otras autoridades señalaron que se trataba de un nuevo grupo que mezclaba miembros del EPL y del ELN, mientras había quienes responsabilizaban de los hechos a un comando que se había alejado del ELN y que hacia su debut.
Pero el ELN y el EPL, a través de comunicados enviados a los medios de comunicación, desmintieron su participación en esta masacre y señalaron la similitud de esta matanza con la ocurrida el 4 de abril en la Mejor Esquina (Córdoba). El EPL dice que la mayoría de los campesinos asesinados eran simpatizantes del Frente Popular. En El Tomate, aun cuando impera la ley del silencio, alguno de sus habitantes se atrevió a decir que este hecho parece haber sido realizado por organizaciones paramilitares como una retaliación a los hechos ocurridos en Saiza, donde el EPL y las FARC asesinaron 11 militares y secuestraron 21 más. Esta versión parece estar cogiendo fuerza, sobre todo si se tiene en cuenta que las consignas pintadas no son las utilizadas comúnmente por estos grupos y que el operativo militar montado contra el frente del EPL y los de la FARC comprometidos en el asalto de Saiza el 25 de agosto, es lo suficientemente poderoso como para pensar que los guerrilleros tuvieran la disponibilidad de hombres y la movilidad suficientes para haber efectuado tan fiero ataque.
El mismo gobierno, a través del comandante para las Fuerzas Militares y de voceros de la Presidencia, ha afirmado que los autores sí podrían ser grupos paramilitares que pretenden cobrar venganza en cabeza de civiles simpatizantes del EPL, por la matanza en Saiza.
Este nuevo hecho de sangre tiene horrizados a los cordobeses, que parecen haber sido víctimas de una maldición comparable con la de las siete plagas que cayeron sobre Egipto.
Aparte de ser la zona con mayores estragos invernales, es, desde hace unos meses, uno de los escenarios principales de la guerra no declarada que se vive en el país."
Hoy se planean futuras masacres, buscando así borrar Oreganales, Papayales, Patillales, Guayacanales, y otros lugares de agrícola toponimia.
¿Que cómo lo sé? Es lo que se lee, lo que se observa, lo que se escucha.
Saberlo de antemano es abrir el camino para evitarlo.
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