Pensamiento Diario 2

Hoy, pienso que se puede vivir, en paz.

Aprovechando sosteniblemente lo que hay entre el núcleo calientísimo de nuestro planeta Tierra y el núcleo calientísimo de nuestra Estrella, le Sol, tanto de lo bueno que hoy tenemos libremente podría ser mejor, incluso, dejando de depender tanto de lo malo que hoy tenemos.

En este espacio de acción, tan grande y organizado a la sazón, optamos por caminos entrelazados. En la procura de evitar o no encontrarnos con tormentas ni borrascas, mucho menos ser elevados por fuertes tramontanas ni vernos envueltos en densas hojarascas; queriendo siempre transitar por el lado sombreado de la calle y si hay un charco en la ruta, con un salto tratarlo de superar; así alejamos nuestra existencia de la gama de emociones que sólo la incertidumbre proporciona.

Construimos nuestra existencia en asunciones de estabilidad y participación continua. ¿Cómo no? Cómo si éste navegador a través del cual te trasmito ésta especulación mental no fuese producto del acuñe de técnica, materia prima, tiempo y esfuerzo aportados quién sabe por cuántas manos, retribuidas o no.

En ese escenario de probabilidades, buscamos sin pausa lo material, pero sólo materia no es suficiente, venga usted a considerar. Resulta importante mantener una forma, un sentido, un propósito, desde para el lavado de los dientes, cómo para el plan de una sociedad justa e igualitaria, que sí construya cambio y prosperidad.

Queremos sobresalir como individuos, como grupos, como sociedad. A todo ello, no creo que siempre sea por aparentar. Profesamos que nuestros pensamientos tienen la influencia para hacer que estallen revoluciones y que por su peso, la cultura cambie sin más, pero, me pregunto: ¿qué hacemos con las cáscaras de las verduras que comemos? ¿Las lanzamos al mar?

Pues, ¿qué sería de nosotros si ese cúmulo de fuerzas que llamamos caos, Dios u karma, un día de malas resolviera pernoctar, in solidum, por el vecindario - chiquitico - que hoy llamamos nuestro hogar?

De tanto ejemplo de tradición, experiencia, carisma y arraigo institucional, ¿qué se puede salvar? Algo así como una Greta, una Francia o un Carlos, para variar. Pregúntese pues, si no lo ha hecho ya: ¿vale la pena buscar tanto, para quizá nunca encontrar?

Hay días, me parece, en los que sale caro - carísimo - el hecho de no pensar. Pero no el acto pasivo de pensar en automático, sino el acto, conscientemente activo, de pensar.

Caro, porque quizá pensando, mucho dolor se pudiese al mundo ahorrar. Tanto a uno que lo sufre a causa de propias acciones, como a quien tal dolor - por mezcla no siempre clara de acciones y/u omisiones propias e impropias - le toca experimentar.

Caro, también, porque quizá pensando - pero pasando luego al actuar - muchas cosas benéficas se pudiesen gestionar. Pero no gestionar como a veces se dice, en tiempo electoral, que más parece promesa de año nuevo, que cosa con efectos al final.

Doy cuenta de que existen personas que se preocupan por los procesos sociales que andan, por aquí y por allá, aunque de momento poco puedan aportar. Ustedes son el soporte, no económico, sino moral. En días en los que se preferiría dejar todo y a donde un tal Miller volar, resulta gratificante recibir un recordatorio de lo que en días pasados se ha podido lograr.

Ayer palabras fueron dichas. Mañana otras, por billones de bocas, seguras o inseguras saldrán. En un mes puede que ésto que he escrito haya sido olvidado, cómo puede que hasta por los siglos de siglos, logre en tu memoria perdurar. No es cómo que me encuentre por ello consternado, pero sí me resultaría como un hito (milestone) digno de celebrar; porque en éstos tiempos en los que todo se nos olvida, sembrar semillas de memoria es un acto que engrandece a la Humanidad.

Todo es cómo es, hasta que se le da por cambiar.