Karlo se levantó a eso de las 23. En la penumbra de la habitación, con el ruido airoso del ventilador resurrecto y la todavía presente sensación de permanecer vivo.
Recorrido ya el cotidiano starter, disfrutado de unas arepas de queso bueno y con el vicio saludado, dispuso el incauto conectarse con el fediverso. De aquí, de allá, de todos lados con wifi, fibra óptica o láser, hay gente de tal estancia.
Cómo quién no quiere la cosa, cruzó el andén de la incertidumbre hasta dar con un fragmento de .pdf:
"it also is widely known that based on a consumer’s browsing history and app use, Google can already predict personal characteristics many users would strongly prefer to remain private." (Fuente)
¡Quién creyera! - dudó.
Lany, a dos mil quinientas millas, ya no tenía sed. Un vaso de cristal lleno agua cristalina, vidrio aparte, zumo de naranja y chía. Suficiente y decisivo para comenzar un sprint de recordatoria importancia.
Queriendo la cosa, refrescó su atención con el chorro de noticias planeadas, encontrando el vínculo hasta el contacto intercultural, en un archivo de palabras con vocación de temporal:
"Tabaco fue fundado en 1780 por esclavos cimarrones que sobrevivieron al naufragio del galeón español que los trajo a América. Una vez libres se asentaron junto a la ribera del río Ranchería, en donde se dedicaron a la agricultura, la ganadería, la pesca y la caza." (Fuente)
¡Qué berraquera! - pensó.
Vidas, igual de distantes. Acontecimientos menores, que resultaron indispensables para lo hoy muy imaginable, mucho u muy poco semejante.