Hablando con mi compañero de tertulias divinas universitarias me ha llegado la musa tan esperada en mis pasados días.
Acá está el motivo por el cual se asoma la pluma por el cuaderno y evoca las líneas más deseadas por la audiencia omnipotente.
Parece algo carente de sentido, quizás así sea, pero te darás cuenta de qué hay más allá de mis palabras vanas y simples.
La emoción de no saber qué vendrá mañana; de las horas que vendrán; de los minutos que pronto pasarán.
Por ahí vengo yo, caminando intermitente, ante el soplo mundano escogido por mi acompañante.
Ahora se tiene que hay una conversación cerca de mí, que puedo escuchar, analizar, sacar mis conclusiones autónomas de la misma.
Pero qué poder más grande el que se nos ha dado, la facultad de espiar con indiferencia, sin tapujo.
Es natural, vienen en pares.
Con el deseo ahora auto-inducido de encender, de elevar, de calentar los circuitos ya algo sobrecargados de tanto tráfico informático con su respectivo contenido que hasta el Sol de hoy no es claro si aporta o no al porvenir que aun no llega.
Nuevamente, audiencia omnipotente, debes preguntarte sobre el camino que te he marcado con tinta invisible, ya todo está planteado, solo faltas tú por seguir la guía.
muy buena idea