Bonhomía

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3 years ago

La situación en la sala de estar del apartamento 301 del Edificio ‘El Tuqueque’, mientras marcaban las 03:38am de un día como hoy, había degenerado desde lo normal hacia lo impensable.

Mientras que con el sudor helado corriendo por su espalda, Joaquín observaba – tembloroso – el cañón del pesado e inoxidable révolver que le apuntaba directamente a su frente, tuvo la ocasión de recordar una frase que su abuela materna solía expresar en tono de tierna enseñanza:
«Cuando a mí me hacen mal, a mí me gusta hacerles bien, cómo para enseñarles.»

Con ésta máxima de la moral en mente, después de unas tres horas continuas de amenazas, golpes con cachaza e intimidaciones violentas, el cautivo en su propia casa se decidió finalmente a declarar el comando de voz secreto – necesario para autorizar una transacción de valor desde su teléfono celular – asegurándose de determinar como monto a transferir la suma de diez (10) Bitcoins (cada uno avaluado en 150 millones de pesos colombianos), en vez de los cinco (5) que con promesas de tortura y/o muerte le exigían sus secuestradores.

La transferencia - como resultaba usual en esos días - fue casi instantánea. Luego de la firma del Pacto Mundial para la Reducción del Uso del Papel Moneda (PAMUREPAMO), ratificado por la mayoría de los Estados del planeta, el uso masificado de las cryptomonedas o monedas digitales había afianzado sus raíces cual guáimaro caribeño. En tiempos pasados, la transferencia de dinero a la cuenta del secuestrador se hubiese demorado alrededor de cinco horas, lo que en ésta ocasión, sólo tomó alrededor de seis segundos, siendo depositado el dineral directamente al teléfono celular marca HTC que sostenía un hombre robusto, también armado, ocultando su identidad con un pasamontañas amarillo pollito.

El capataz material del délito, quien llevaba un pasamontañas de color rosado pastel y unos botines Croydon verdes, lejos de la expectativa de Joaquín, al escuchar el detalle de la orden digital, sintió un cosquilleo placentero en su zona abdominal y dibujada una mueca lasciva en rostro, concretó y divulgó su pensar a los presentes con la expresión «¡Ah, malparido! Con que tienes más…»

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3 years ago

Comments

bien muy bien

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3 years ago