LA CRISIS DEL LIDERAZGO
Por Alonso Camacaro
La crisis de liderazgo es global, se manifiesta en todos los ámbitos del quehacer humano y en todo el planeta. Pues, en la actualidad, hay muchas más personas que dirigir y cada vez hay menos líderes verdaderos y eficaces; más allá del partido, la empresa, la iglesia o los cuarteles militares
Hoy día, existen buenos oradores (en las iglesias hay muchos). En los partidos políticos hay líderes carismáticos, situacionales, populares y excelentes operadores de grupos. En las empresas, hay líderes corporativos. Incluso muchos actores y deportistas se han convertido en líderes, gracias a los medios de comunicación. Pero, la presencia de esas características, no garantiza el ejercicio del liderazgo eficaz que, la dinámica social actual, definida por cambios emergentes y acelerados, requiere conformar una nación productiva y unida.
La crisis de liderazgo, podría ser el resultado de muchos factores; entre ellos: el rechazo hacia las responsabilidades que acarrea la posición de líder y la ausencia de formación cívica en las masas. También están los prejuicios que no diferencian entre Políticas de Estado y política partidista. Sin embargo, para algunos autores, la causa de deterioro más significativa del liderazgo, es la adopción de modelos de organización social excluyentes, como la democracia autoritaria centralizada.
Un buen ejemplo de la crisis del liderazgo, es la situación de lapsos de anarquía que actualmente viven los Estados Unidos, la cual se viene gestando desde los años ochenta y quizás un poco antes. Pues, si hay algo cierto en la política estadounidense es que, se agotó la cosecha de grandes líderes que comenzaron con los padres fundadores, pasó por Franklin D Roosevelt y Dwight Eisenhower. Terminando con Martin Luther King y los Kennedy. Casi todos los liderazgos políticos posteriores, han sido erosionados por escándalos sexuales, financieros y políticos que han afectado a sus propios partidos.
Es verdad que hay líderes corporativos, empresarios exitosos, algunos rectores y uno que otro gobernador. No es que no existan buenos líderes. Pero no los hay en la cantidad suficiente. Lo cual, en Estados Unidos, particularmente, es resultado del modelo electoral vigente. Pues, hoy día, la proporción y cantidad de líderes políticos, no se corresponde con lo que requiere una sociedad multicultural compuesta por trescientos treinta millones de habitantes. En ese escenario, los factores que reclaman posiciones de liderazgo, se han multiplicado por mil.
Todo lo anterior, configura un contexto de emergencias permanentes que, son difíciles de categorizar y sistematizar para su manejo gerencial eficaz y eficiente, aun empleando a los talentos humanos más capacitados y mejor remunerados.
Dicho en palabras de un centavo, el contexto donde hoy se ejerce el liderazgo, es dinámico, complejo y cambiante. En ese escenario caleidoscópico, el liderazgo debe mantenerse a la par de las circunstancias emergentes. Es decir, el nuevo liderazgo debe poseer un conocimiento eficaz del contexto emergente del entorno en el cual se desenvuelve. Por lo tanto, para mantener unidas, como nación, a trescientos treinta millones de personas; se requieren más y mejores lideres con conocimiento y dominio del contexto social vigente y emergente.
Lamentablemente, el liderazgo, tanto en USA, como en el resto del planeta, pareciera que se niega a reconocer que el mundo cambió y que, ya no son aplicables los manuales del poder, propios de las grandes guerras o de la guerra fría. Ni tan siquiera los manuales de las guerras floridas o del marketing social.
El contexto para el ejercicio del liderazgo cambió y en Estados Unidos, está cambiando con mayor rapidez que en el resto del mundo. Lo que aunado a la longevidad, agotamiento y obsolescencia del modelo electoral que, si bien sirvió los últimos doscientos años, para evitar la ineptocracia que deriva del gobierno de las mayorías. También sirvió para enquistar a grupos de poder que, monopolizaron el control del Estado, tras las bambalinas electorales.
Si a todo lo anterior, se le suman las expectativas de grupos minoritarios postergados, actualmente empoderados por las TICS y soliviantados por el marxismo cultural. Toda esa suma, configura un escenario adecuado para la emergencia del caos y la anarquía, situación que reclama un manejo eficaz más allá de la gerencia a la que está acostumbrada a la corporación financiera, militar y tecnológica.