Marca de nacimiento

Desde hace unos meses estoy rediciendo en un país distinto al que nací, hasta ahora ha sido un cambio para mejor.

Pero no es esa experiencia la que quiero compartir, quizás otro día.

Según la legislación vigente donde resido, tengo que trabajar más de 29 años para obtener la jubilación.

De solo ponerme a pensar en ese número se me quitan las ganas de trabajar, parece una meta imposible.

De vez en cuando me llegan a la cabeza estas preguntas.

¿Que pasa si luego de trabajar muchos años el sistema de pensiones deja de ser sostenible?

¿Y si lo que obtengo de jubilación no me da para vivir?

Mi respuesta ha esas preguntas han sido ahorrar dinero o invertir.

Ahorrar es bueno, pero los niveles de inflación derriten los ahorros como el sol de verano a un muñeco de nieve.

Así que decidí invertir en un fondo indexado.

Los fondos de inversión indexados son aquellas instituciones de inversión colectiva cuya política inversora trata de replicar un determinado índice.

Esto en mi país no lo podía hacer, así que quise aprovechar la oportunidad ya que estoy en otro donde si se brindan este tipo de servicios.

Para esto normalmente se escoge una entidad que es la que realiza las inversiones, se les envía la información que te pidan y formalizan un contrato. Luego queda comenzar a enviar el dinero que se quiere invertir.

Pasado una semana de enviar la documentación requerida, recibo una llamada donde me dicen que no pueden ofrecerme sus servicios.

¿Por qué?

Realmente no pregunté.

Unos pocos días atrás de un exchange de criptomonedas me escribieron para informarme que por mi país de origen y tipo de documento de residencia no podía comprar cripto allí. Así que asumí que la razón sería la misma.

Toca pasar página, seguir buscando alternativas y convivir con mi marca de nacimiento.