Proceso de Industrialización de Venezuela.
Como el resto de los países subdesarrollados, periféricos o del tercer mundo (tal como nos definen); Venezuela se contextualiza históricamente en un sistema económico extractivo, afianzado en el sector primario, mono productor y rentista. En este sentido, su desarrollo industrial adolece de una infraestructura que le permita satisfacer las necesidades de consumo interno y mucho menos para la importación. Sin embardo, como buen país de la periferia; la patria de Bolívar; como muchos otros países de con características similares, ha sido, paulatinamente, intervenido por un proceso desarrollista de industrialización; que a primeras de cambio, busca la sustitución de importaciones y la autonomía manufacturera del país; pero que a profundidad no proporciona la independencia tecnológica, ni la soberanía productiva a la nación. Lejos de ello, en muchos, casos se convierte en la intervención de transnacionales, la producción de capitales golondrinos, daño al medio ambiente y violación a derechos laborales esenciales de los trabajadores. Todo esto, en detrimento de la autodeterminación de los pueblos.
1. De manera retrospectiva
En la actualidad, el país vive un momento histórico crucial; denominado por un sector de la población: crisis económica y por el otro: guerra económica. Uno de los factores determinante para esta situación, está en la débil capacidad instalada industrial de Venezuela, afectada aún más por la dificultad en adquirir los insumos, así como la cultura económica asistencialista del estado y parasita del empresariado a la hora de accesar a las divisas. Por otra parte, está el interés manifiesto, explícito y declarado, por parte entes de poder, económicos, políticos y sociales; nacionales y extranjeros por en desmantelar la infraestructura instalada de la industria para disminuir considerablemente la producción nacional y así desplazar a un gobierno que no comulga con sus intereses.
En este orden de ideas, la endeble capacidad manufacturera venezolana, se origina a partir de un proceso de sustitución de importaciones que se acentúa a partir los años 60’s, con el ingreso de transnacionales. Desde el punto de vista optimista, se perfila este proceso como una captación de inversiones internacionales y modernización del país. Sin embargo, también constituye una estrategia de dichas empresas de expandir sus factorías a plazas con mano de obra barata, leyes ambientales y tributarias favorables a los inversionistas y puntos de distribución más cercanos a los mercados de la periferia. A parte de esto, también cabe valorizar cuántos de estos capitales se reinvierten en el país y hasta qué puntos estos se convierten en capitales golondrinos; que se engordan en Venezuela y retornan a los países de origen de las transnacionales.
La mencionada sustitución de importaciones en Venezuela, ubica su génesis en la transición de Venezuela agraria hacia la Venezuela Petrolera y las concesiones de los gobiernos hacia las corporaciones extranjeras y el aprovechamiento de la oligarquía criolla de obtener ganancias como guardianes de los intereses foráneos en la nación. En consecuencia se impacta con alta dosis de capitalismo a una Venezuela de alguna forma feudal, con baja preparación técnica y tecnológica, así como una endeble y volátil situación política durante los dos últimos tercios del siglo XIX.
La mencionada Venezuela agraria, extractiva, rentista, mono productora y mono exportadora, que con la sustitución de importaciones y la instalación de parques industriales, no cambió en nada esta situación. En la época colonial y seguidamente durante la guerra de independencia dependió de los ingresos por concepto de exportación de cultivos, primeramente el cacao y luego el café. Esto logró otorgarle a los grandes latifundistas un modo de vida privilegiado para acceder a bienes importados en un país altamente atrasado.
2. DE MANERA PROSPECTIVA
Las relaciones comerciales de Venezuela como Capitanía general, consistía en la exportación de productos agrícolas, en caso específico a la metrópolis (España) y sus otras dependencias. En este tiempo histórico la capacidad industrial instalada, se reducía a artesanos independientes, conformados mayoritariamente por pardos, que desde sus talleres, ejercían oficios afrentosos para la oligarquía criolla terrateniente. Los bienes terminados y manufacturados de primera línea provenían de la importación del Reino Unido y otras potencias industriales de Europa. Para la segunda década del siglo XIX, compañías navieras de Estados Unidos comenzaron hacer vida en Venezuela, traer sus productos terminados a los puertos (tales como jabones, juguetes, vestidos, entre otros) lo vendían en moneda nacional, con la cual compraban productos agrícolas; que eran vendido en el norte con moneda extrajera que servía para comprar productos terminados.
La mencionada situación se mantuvo durante el resto del siglo antepasado, creándose grandes compañías como la Línea D Roja. Por su parte esta empresa con oficinas en Nueva York y Filadelfia, influían en la política convulsionada e inestable de la Venezuela agraria del siglo XIX. Entretanto, el punto de quiebre de este relación de poder, se suscitó iniciándose el siglo XX, con el reclamo de las más importantes potencias europeas del momento y el siguiente bloqueo naval y militar a las costas patrias. Igualmente el enfrentamiento entre el poder político, bajo el mando de Cipriano Castro y el Económico liderizado por el banquero Manuel Matos. Los entes de poder se dedicaron como estaban acostumbrado a un gobierno poco conveniente, a toda vez que el nuevo recurso descubierto en Venezuela alimentaban las ambiciones del mundo.
El protocolo de Washington, como mecanismo para evitar la eminente guerra en 1902, en Venezuela contra las potencias del planeta y la sucesiva traición a Cipriano Castro por parte de Juan Vicente Gómez, dio la bienvenida a la Venezuela Petrolera entregada al Capital. Esta tierra de oportunidades a la burguesía, experimentó fenómenos como abandono de los campos agrícolas, tráfico de influencias en las concesiones, conformación de cinturones de miseria en las ciudades, entre otras. Representantes de la aristocracia venezolana como la Familia Mendoza Fleury, propietarios de compañías cerveceras, incursionan en el procesamiento de una nueva forma de presentación maíz para elaboración de áreas; se trata de la harina de maíz precocida. Para ello accesaron a la creación intelectual de un joven ingeniero llamado Luis Caballero Mejías y sacaron al mercado venezolano la harina Pan. Esta empresa se perfiló durante el siglo XX como una compañía netamente venezolana, pero en realidad se maneja bajo intereses e inversión foránea.
Después de la segunda mitad del siglo XX, un conjunto de compañías transncionales, arriman sus fábricas a Venezuela, país con una ubicación geográfica privilegiada para el acceso al mercado latinoamericano y con una alta población habida de empleo. Esto fortaleció un parque industrial en la zona centro del país, fomentando la concentración poblacional en las ciudades de Caracas, Maracay y Valencia. Lo mismo sucedió a otras ciudades del país, creándose problemas de sobrepoblación, colapso de los servicios públicos para as clases populares y cinturones de miseria. Esta supuesta situación de progreso, con sustitución de importación e industrialización del país, se estancó los años siguientes con el modelo petrorrentista, las compañías se limitaron a ser sitios de ensamblaje para minimizar el costo de producción a las transnacionales y Venezuela continuó importando los bienes necesarios para el normal desenvolvimiento del país.
Esta situación, aunado con la creciente corrupción que aumento los capitales de las burguesía criolla, trajo al país serios problemas económicos. Como consecuencia, la nación requirió financiamiento extranjero a través del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, así como las consecuentes medidas económicas, impuesta por estos entes para garantizar dichos financiamientos. Así el país despide el siglo XX con una pobreza por encima del 80%, altísimas tasas de desempleo, crisis bancaria, inseguridad, insalubridad y analfabetismo. Evidentemente, los entes de poder enfrentaron la crisis con medidas que afectara en menor medida al poder económico y fueron en detrimento de las clases populares que se sumieron en la pobreza y la miseria.
A todas estas, la capacidad instalada en la zona centro del país, con filiares de grandes transnacionales, en el occidente con empresas conexas a la actividad petrolera, en el oriente con alguna fabricas procesadoras y enlatadoras y en el sur con las empresas básicas de la minería; no satisface las necesidades del país y prolifera las importadoras, ya sea de productos terminados o de materia prima para los mismas fábricas.
Es así como el siglo XXI, se inicia con un gobierno que insiste en un modelo alternativo al capitalismo periférico y pretende transferir los recursos a las masas populares, en función de una distribución más justa de las riquezas. Es así como nace la propuesta del Socialismo del Siglo XXI. Una de las premisas que hace el nuevo modelo económico, político y social, es rescatar la consigna de Pablo Pérez Alfonzo que popularizó Arturo Uslar Pietri de “Sembrar el Petróleo”. Es decir, usar la renta petrolera para impulsar nuevos medios de producción que independice al país de las fluctuaciones de los precios del crudo.
Para lograr este cometido es imprescindible el desarrollo del sector secundario. Así que el gobierno del Hugo Chávez Frías propuso mecanismos como, transferencia de tecnológica con acuerdos de cooperación y alianzas estratégicas con países como Rusia, China, Iran, entre otros; la conformación de fábricas binacionales, la creación de medios de producción en las comunidades y las denominadas fábricas de fábrica, es decir factorías de líneas de producción para la ampliación de los parques industriales. Sin embargo, el interés de colocar estos medios de producción al servicio de las clases más necesitadas y la disminución de las ganancias por parte del capital; así como la distribución justa de las tierras y la protección al medio ambiente; comprometió al poder económico a desplazar la propuesta de socialismo del XXI.
Actualmente, los entes de poder hegemónico mundial, con el apoyo de la burguesía nacional, emprenden acciones para desestabilizar la sociedad venezolana, como mecanismo para deshacerse de un sistema poco conveniente para ellos. De manera que, con el 80% de los medios de producción e infraestructura instalada para la importación y distribución, tienen los medios necesarios para disminuir la oferta de bienes a las comunidades y así fomentar el desabastecimiento, acaparamiento, contrabando y escasez.
3. Lo Bueno de la Industrialización.
La industrialización como proceso productivo de desarrollo, permite la posibilidad de acceder a bienes y servicios para la satisfacción de las necesidades de consumo. Como consecuencia, la producción en masa, permite el aumento de la oferta, la disminución de los precios por volumen de producción, la creación de fuentes de empleo, el desarrollo técnico y profesional del país y la posibilidad de exportación, que representa el ingreso de divisas.
Los países considerados desarrollados, son esencialmente industrializados y presumen de independencia tecnológica. Estos, están a la vanguardia de la innovación, el descubrimiento de nuevos fármacos, artefactos tecnológicos civiles y militares que los hacen más soberanos y redunda en las mejoras sustanciales en la calidad de vida de sus ciudadanos. Por otra parte la industrialización de estos países desarrollado ha llevado a sus empresas a un nivel supranacional, llevando su capacidad instalada a otras fronteras en búsqueda de plazas donde se pueden optimizar las ganancias.
Estas empresas transnacionales se constituyen en fuentes de empleo y desarrollo en los países de la periferia y transforman a estos de una manera u otra a estas naciones en industrializados. No es casualidad que la revolución industrial haya sacado a sociedad del feudalismo y mejorado la producción y acumulación tanto de capital como de productos en el mercado, con mayor abundancia y menores precios.
4. Lo que poco se dice la Industrialización.
Los países de la periferia, invadidos por el proceso industrializador y de sustitución de importaciones para esas naciones; son el resultado de gobiernos complacientes que bajo la excusa de estimulación a las inversiones extranjeras, ceden todo tipo de concesiones a las grandes corporaciones. Las transnacionales buscan países con recursos naturales, ubicación geográfica conveniente, mano de obra barata y leyes ambientales flexibles. Igualmente, ya posesionadas en esos países; se cuidan sus intereses de modelos económicos que los desubique de su estado de confort.
Por otra partes, las mencionadas inversiones extranjeras, en muchos casos, convierte sus ganancias, en capitales golondrinos, que no se reinvierte en el país, sino que retornan a su país de origen; en detrimento de la extracción de los recursos, la explotación laboral y el fomento de cinturones de miseria; sin mencionar la destrucción al medio ambiente y la intervención directa en la política de esos países.
Todo lo mencionado, sucede al tiempo que, el país como tal, no es el dueño de la tecnología, ni del conocimiento técnico y cientifco. En consecuencia, continúa la dependencia tecnológica; ya no del exterior, sino de un inquilino, que a primeras de cambio se convierte en dueño de la casa. Esto significa, que o no necesariamente, naciones como Indonesia o Malasia, porque produzcan las más famosas marcas de textiles y calzado, tengan el conocimiento de desarrollar independientemente esta industria. El gran capital mundial, necesita su mano de obra infantil y femenina subvalorada y las leyes flexibles para maximizar su plusvalía.
5. La Alternativa.
Ante el proceso de dominación, dependencia y ocupación comercial y cultural, está la emancipación de la sociedad como dueños de sus destinos. Sin embargo, el planteamiento por sí solo se queda en la retórica. Es necesario fomentar un nuevo tipo de conciencia; ya que la transferencia de recursos a los pueblos no es suficiente, cuando existe un fuerte proceso de alienación cultural. Ya Venezuela lo intentó con la Misión Vuelvan Caras. Se le transfirió a las comunidades, conocimientos técnicos, recursos económicos y hasta formación ideológica; con resultados desastrosos.
En el contexto de la revolución bolivariana y su promesa de reivindicar a las masas populares; el gobierno debe acompañar a las comunidades, no asignar. Es decir, debe conformarse una red de empresas mixtas de producción social, con participación del estado; un colectivo de dirección de procesos y las comunidades; todas estas en relación 40%, 20% y 40% respectivamente. Esta red debe estar conformadas por empresas que van desde pequeñas unidades familiares, comunales hasta nacionales, que rompan con el esquema de centro periferia, dotando a las localidades la capacidad productiva para satisfacer sus necesidades.
Las participación 40, 20, 40; se propone como medida para que el colectivo de dirección, como ejecutores de los procesos asuman la empresa a través de formación técnica y tecnológica el crecimiento de las misma; el estado sea el encargado de mantener operativa las líneas de producción y realice la reinversión necesaria. Asimismo las comunidades que gozarían de un 40% reciban las utilidades para su propio desarrollo y creación de nuevas unidades de producción.