Libertad
...y educación.
La facultad natural que tiene el hombre de obrar de una manera o de otra, y de no obrar, por lo que es responsable de sus actos (…y omisiones), es definida como Libertad según la Real Academia Española; Fuentes digitales como Wikipedia, presentan definiciones más elaboradas como “…la capacidad de la conciencia para pensar y obrar según la propia voluntad de la persona pero en sujeción a un orden o regulación más elevados.”; La palabra libertad, filosóficamente designa a la facultad del ser humano que le permite decidir llevar a cabo o no una determinada acción según su inteligencia, su afectividad o sentimientos y/o su voluntad basada en criterios autodeterminantes; en algunos casos es entendida como el derecho, o la capacidad y habilidad, de la libre determinación, como expresión de la voluntad del individuo; de manera más simplezca para algunos, la libertad significa la ausencia de ataduras humanas; o poder decir y hacer lo que mejor nos parece. Lo cierto es que se nos hace imposible hablar de este término presentándolo aisladamente del individuo, del ser humano; y esta norma comúnmente aceptada es obviamente la más acertada, porque es la libertad lo que en el plano filosófico, político o religioso define con carácter especialísimo y único al hombre. El hombre es un ser vivo que no responde solo a motivaciones de tipo físico, biológico, afectivo o espiritual, no. El hombre es un compendio de inspiraciones y motivaciones que encuentran solo su plenitud, su saciedad en la concreción de poder pensar y obrar responsable y conscientemente en un orden perfecto consigo mismo y con su entorno.
Libertad
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“El hombre es libre, tiene que ser libre. Su primera virtud, su gran hermosura, su gran amor es la libertad.” Juan Ramón Jiménez
“El más libre de todos los hombres es aquel que puede ser libre dentro de la esclavitud.” François Fénelon
“En mi Libertad, puedo tenerlo todo. El pensamiento no me limita, ni me condena” @Alicearq
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No es solo “decido respirar, porque no quiero morir”, por el contrario, es decido respirar porque al vivir puedo admirar la maravilla de lo que puedo conocer y admirar también lo que de una u otra manera me es desconocido o inexplicable. Decido respirar porque decido vivir en armonía con otros seres que me ayudan a construir una nueva visión de mi mundo y de mi entorno junto a ellos. Desde esta perspectiva la libertad característica del hombre individuo se convierte en un hecho que termina por definir al hombre colectivo. El hombre es más hombre en la medida en que es más libre, y en consecuencia, al hacerse consciente de esto, este mismo hombre alcanza la misma proporción de felicidad. Las frases “Libre como el viento”; “Libre como las Aves”; No son ciertas ni aplicables al hombre pues el viento obedece en un ciclo irrevocable a las condiciones atmosféricas, climáticas y geográficas de manera indefectible. Las aves vuelan sin ninguna otra motivación más que satisfacer sus necesidades físicas y reproductorias. Pero el hombre puede ser libre y pleno y feliz, encerrado dentro de cuatro paredes, porque sus motivaciones, su inspiración, sus necesidades, van más allá del espacio físico o de lo corporal y biológico, tal y como lo cita François Fénelon cuando asegura que “El más libre de todos los hombres es aquel que puede ser libre dentro de la esclavitud.”. El hombre es un ser que no puede vivir aislado, dicen; sumémosle a esta frase dos palabras que terminan por cambiar el sentido de la misma hasta un punto de transformarla en algo profundamente portentoso: El hombre es un ser que no puede vivir aislado del saber; Es la consciencia producida por la experiencia del aprendizaje la que lo alienta a vivir y le da sentido a su hecho social, compartir, exteriorizar lo que es en sí, y lo hace pleno de manera recíproca. Si queremos sesgar, limitar o coartar a un individuo, bastará con iniciar diciéndole qué es lo que debe y qué es lo que no debe hacer; por el contrario, si quisiéramos promover en ese mismo individuo la autodeterminación, la reflexión, la proactividad, la interacción positiva y creativa, bastara con darle herramientas y sugerencias necesarias para formar juicios de valor que lo lleven a decidir qué hacer imbuido por la conciencia de que lo que va a hacer afectará de cualquier modo a quienes le rodean y a su entorno mismo.
El hombre tiene como derecho la libertad de pensamiento pero debe entender que no vive aislado, que está inmerso en una sociedad en la que habitan muchas otras personas que tienen también el derecho a pensar, y lo pueden hacer de forma diferente a él. Así, comprobará que el ejercicio de la libertad propia, individual, solo cobra verdadero sentido al ser expresada en términos de solidaridad y acuerdo con los demás seres que le rodean y con su entorno físico y biológico; El hombre termina por entender que una gran parte del ejercicio de su libertad debe ser autocensurada en nombre de la convivencia armónica con otros individuos que reúnen cualidades potencialmente autodeterminantes y libertarias innatas tal cual como las de él. La libertad existe: Es un ente independiente, natural como una quintaesencia que actúa en todo ser humano. Este es un pensamiento que asiste a muchos filósofos, pensadores y humanistas, en tal sentido, revisemos el aporte del insigne Pepe Aguilar cuando dice que: La libertad se sitúa en la interioridad de cada persona y eso le permite alcanzar su máxima grandeza, pero también su mayor degradación. Es quizás nuestro don más valioso porque imbuye y define todo nuestro actuar. Todo ser humano es libre desde lo más profundo de su ser. Por eso los hombres modernos han identificado el ejercicio de la libertad con la realización de la persona: se trata de un derecho y de un ideal al que no podemos ni queremos renunciar. No se concibe que se pueda ser verdaderamente humano sin ser libre de verdad. La Libertad solo está esperando que te des cuenta de su EXISTENCIA” Ahora bien, si entendemos el efecto revelador y potenciador de las virtudes humanas que conlleva alcanzar de una u otra manera cierto grado de libertad, vale la pena preguntarse: ¿Por qué no enseñar al hombre a encontrarse consigo mismo para que sea él mismo su verdadero liberador? ¿Podrá existir algo más insigne que enseñar al hombre a autodescubrirse y por consiguiente a autoliberarse? ¿Existirá realmente algo más valioso y esencialmente más importante para el ser humano? ¿Se puede enseñar al hombre a entender que la verdadera esencia de la vida es ejercer su derecho a conocerse y descubrir en consecuencia que apreciar y valorar todos esos hechos sorprendentes que le rodean, sin importar que o quien los protagoniza es la razón de existir, y que esa praxis es el climax de su libertad?
Cuando recordamos las facultades de la esencia del ser humano: SENTIMIENTO, INTELIGENCIA Y VOLUNTAD, debemos reconocer, de acuerdo a los expertos que la voluntad priva por encima de la inteligencia y el sentimiento, pero que el sentimiento y la inteligencia alimentan de manera sublime a dicha voluntad para la ascensión a un mayar estado de control, de dominio de la naturaleza humana. Es esta relación entre estos elementos a lo que pudiéramos llamar libertad plena, que no es más que reflexión profunda en torno a la vida y sus matices (Inteligencia - Filosofía) para luego optar por la acción (Voluntad) en concordancia al grado de satisfacción que deseamos alcanzar o proporcionar (Sentimiento). “El objeto del mundo es el desarrollo de la inteligencia, y la primera condición para favorecer este desarrollo es la libertad” en palabras de Ernest Renan, podríamos pensar que existe un condicionante para que el hombre transcurra un camino satisfactorio en su proceso de enseñanza aprendizaje, la libertad. Pero de manera casi mágica y reciproca se puede decir que es necesario un verdadero proceso de enseñanza aprendizaje para que el hombre complete el camino hacia su libertad verdadera y plena. Si aceptamos la afirmación de Renan, estaríamos aceptando que el proceso de enseñanza aprendizaje es el camino hacia la libertad, y en consecuencia deberíamos detenernos a pensar, ¿Quién está enseñando en la actualidad y para qué? Y es altamente probable que la respuesta a esta interrogante nos lleve de una u otra manera a mencionar la palabra Currículo. En la actualidad son muchas las incongruencias y desconexiones que notamos entre la educación y la sociedad, y más aun concretamente al hablar del ámbito Venezolano. Pretendemos implementar las tecnologías de Información Libres (TILs), sin haber conocido las aplicabilidad de las Tecnologías de Información y Comunicación (TICs) con sus repercusiones desde el punto de vista filosófico, ideológico, pedagógico, comunicacional, cultural, operacional e infraestructural; Traemos computadores al aula para el discente, pero no contamos con un docente calificado ni mucho menos dotado de las herramientas necesarias para acompañarlo; Proponemos obligatoriamente el registro de los recursos físicos y humanos (discentes y docentes) en un sistema de gestión gubernamental, pero no prevemos la dotación de los recursos tecnológicos y del acompañamiento administrativo para tal fin; Consultamos a los grupos homogéneos y heterogéneos en torno a la calidad de la educación que tenemos y que queremos, pero no tomamos en cuenta que los niveles de participación de los colectivos de madres, padres y representantes son cada vez más alarmantes en cuanto a su presencia y en cuanto a la calidad de esa participación; Proponemos educación liberadora y contructivista de la mano de docentes conductistas formados por maestros del conductismo; Proponemos la autodeterminación y la espontaneidad, pero continuamos uniformando a nuestros niños y jóvenes procurando en el fondo no solo que se vean iguales, sino que piensen y aprendan de la misma manera. Desde el punto de vista curricular, encontramos propuestas por aprobarse que aseguran entregar al discente la autoridad para decidir qué es lo que quiere aprender dentro y fuera del aula; Proponemos la eliminación de las ciencias básicas del componente elemental o primario del currículo; disminuimos la carga horaria para cierto tipo de asignaturas; Proponemos el estudio de otras áreas que estimulen el libre pensamiento y la creatividad; Pero olvidamos que nuestros discentes y su entorno familiar no están preparados ética y socioculturalmente para asumir el reto de apoderarse del proceso complicado que representa la educación en sí. Ni siquiera los docentes mismos están preparados para asumir este reto en nuestro país. En la práctica, cuando le preguntamos a los estudiantes “si pudieras cambiar algo en el sistema educativo actual, ¿Que cambiarías?: Ellos responden, “Que el receso sea más largo”. Y esta respuesta, documentada en el pasado proceso de Consulta por la Calidad Educativa de 2013 – 2014 demuestra que para los protagonistas del proceso educativo, el cambio más urgente es tener tiempo para respirar y distraerse de lo que está pasando dentro del aula. Tal vez, ante tanta problemática podría asumirse un panorama de poco buen augurio para nuestro sistema educativo, ya que pareciera estar atado a un eje que lo hace girar y girar, correr y correr como citan Barcenas y D´Hoest (2011) acerca de la opinión de Gumbrecht en 2010 (p137) cuando menciona el término “hipertrofia hermenéutica” refiriéndose a la resulta de buscar excesivamente un significado a cuál es la mejor expresión de educar, y cómo conseguir educar, lo que nos ha hecho recorrer un largo camino en círculos que hoy por hoy llama la atención acerca de los retos que enfrenta el llamado Estado Docente. ¿Qué hacer? Es esta una cuestión que pudiera estar en el centro de todo el problema educativo, pues justamente en medio de ese pensar y repensar cómo educar, se está dejando a un lado la esencia del hecho educativo que no es más que el sencillo hacer, vivir, ejecutar, como lo citan tantas veces los filósofos de la educación y lo expresa Barcenas (2011) (P8) “En ese presente, que es una brecha abierta entre el pasado y el futuro, podemos todavía devenir luciérnagas en nosotros mismos a través de los gestos, las acciones y las palabras, y mediante éstos formar una comunidad de deseo que permita aún la transmisión de lo vivido.”, asomando que la experiencia, la vivencia como elemento generador del conocimiento puede vencer al hecho educativo rígido que hasta ahora cunde en nuestra concepción educativa alegando que debe haber conocimiento, saber e inteligencia para que exista aprendizaje, es decir, docente para que exista discente. Tal vez en ese Pensar y en ese filosofar, en esa hipertrofia hermenéutica, naufragan nuestros sistemas educativos, en vez de proponer la simpleza de la experiencia que prive ante todo. Qué hacer, es tal vez la pregunta y la respuesta. Conveniente es que entendamos que no es este un reto aislado para nuestro país, y es que este reto se alza frente a toda la visión de educar que se yergue para el mundo cual paradigma obsoleto producto de la misma manera de vivir y enfrentar la vida sin atender a la importancia de reflexionar como consecuencia de vivir y experimentar, como una consecuencia de dar a aprender todo lo digerido por una sociedad que cree haber producido todo y que ya no puede ir más allá de esa producción. Una sociedad global que prioriza lo que tienes y lo que acumulas por encima de lo que hiciste y lo que descubriste. Una sociedad que en muchas opiniones se va quedando vacía en todo sentido, y que se presenta como el preámbulo de las condiciones en el que gocemos de la maravillosa oportunidad de presentar como centro de nuestro proceso de enseñanza aprendizaje al descubrimiento del propio ser como palanca que impulse al hombre como su propio liberador.