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Los recuerdos de la infancia son la mejor parte de la inocencia de la vida… un día cualquiera después de no pocos años descubro que lo que me contaban mis padres y abuelos tenía poco de realidad. En los atardeceres me decían historias, como la de la cigüeña, la cual le traía el bebé a las mujeres en el momento del parto.
Fui descubriendo que la vía tenía otra realidad, mi mirada y pensamiento no cambiaron ese mundo, si no la manera de ver y tratar de comprender porque se daban las cosas; y ahora en mi madurez me encuentro rodeado por una selva donde el trincar y silbido tienen otra melodía, el soñar de los autos, aviones, produce en cierta nostalgia del pasado y ahora quisiera contarle estas historias a mis abuelos.