Transitamos por la vida muchas veces como si estuviésemos en una autopista, presionando el acelerador con el pie para impulsar el vehículo en una velocidad rápida, sin permitirnos ver el paisaje alrededor de nuestro, o los detalles del tránsito, no nos permiten ver esas cosas bellas de la vida. Vivimos apresurados, el caso es que si nos apuramos vamos a morir igual que si vamos lento disfrutando de las bellas cosas que nos hace maravillarnos y ser felices.
Por querer darles a los hijos muchas, descuidamos su atención, ya que trabajamos y trabajamos tanto que nos olvidamos de compartir con nuestros seres queridos, hijos, pareja, padres, entre otros. Indefectiblemente se nos acercara la dama de la guadaña, no nos preguntara que hicimos en la vida, simplemente arrebatara el aliento de nuestro ser, dejando un grupo de personas que nos aman, con el dolor de la perdida de su ser querido, un dolor tan fuerte y profundo que duele en el alma, quema el espíritu,
A partir de ese momento traumático la vida cambia, nos transformamos de tal manera que pasamos a ser otra persona, ya no tenemos a esa persona amada a nuestro lado, ese alguien que compartía triunfos y fracasos, que se preocupaba por ti, por tus sueños, por que logra triunfar en la vida.
Ahora nos acompaña la soledad, todas las partes se pega a nuestro cuerpo, no quiere separarse hasta que llegue esa sombra tenebrosa que sin preguntar se lleva a otra persona en ese lugar que nadie sabe como es pero que igualmente debemos ir, la muerte se encarga de llevarte, sin compasión, sin miramientos y se repetirá el ciclo: vida en soledad y muerte sin compañía.
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tiene toda la razon el dia menos pensado ya no estamos aqui....en tantos años de vida de el ser humano...nos cuesta aceptar que despues de nacer lo unico seguro que tenemos es que nuestro cuerpo muere...