Un abrazo más
Como pocas veces, esa noche dormí plácidamente, parecía un lujo a los que no acostumbro, porque el insomnio es quien me acompaña en esas noches largas. Dejé mi celular lejos de mí para intentar descansar, apagué mi TV y me dispuse a mirar hacia el techo para que me inundaran los pensamientos de mi rutina. Caí dormido, pero inmediatamente desperté de nuevo en casa.
Fue muy lúcido como para darme cuenta que aun seguía soñando, tenía mi viejo uniforme de béisbol, y ya tenía mi desayuno listo para luego irme a jugar, como siempre me acompañabas, y transmitías ese deseo inmenso de hacerlo lo mejor posible.
La bendición, sino no salgo de casa, así como la bendición antes de irme a dormir, esa nunca debe faltar. Era como un escudo protector para enfrentarme a cualquier adversidad, me sentía poderoso. Ya debía irme, el juego estaba por comenzar y yo ya tenía que estar preparándome con mis otros compañeros a dar lo mejor de mí. Sorpresa, hoy me tocaba lanzar, y volteando en las tribunas, allí ya te encontrabas como siempre, dando tus mejores energías.
No recuerdo ningún juego donde no me hayas podido acompañar, era impensable, a veces cuando sentía que no llegabas, aparecías de la nada y mis fuerzas se multiplicaban por 1000, y nada podía abatirme. Tu presencia bastaba para sentirme capaz de vencer los más prominentes obstáculos.
El juego sigue avanzando y poco a poco lo voy logrando, tus gritos de apoyo me mantienen de pie, me mantienen fresco. La batalla sigue en su auge, pero perder no es una opción. Por poco entro en serios problemas, pero escucho tu voz y busco salir victorioso. nada puede salir si tengo tu fuerza para mí.
Ya el juego está por terminar, y yo te sigo escuchando, alegre, con orgullo, eso me llena de mucha felicidad. Como siempre lo mejor después de un buen juego es que tu me esperas allí afuera, feliz de haberme acompañado, no importa si fue como niño, o ahora que ya soy un hombre, la misma cara, el mismo brillo.
Ha finalizado el juego, ganamos. Es hora de cambiarme, y luego, ir por el premio más preciado: Un abrazo tuyo. Un abrazo más. Termino y muy disimuladamente me voy hacia donde estás, porque mis compañeros me creen un niño de mamá, pero honestamente, eso poco me importa, ´porque tu estás ahí.
Logro abrazarte nuevamente, se siente igual de cálido, me siento feliz, y en un parpadeo, despierto, nuevamente en mi cama, y me doy cuenta que ya noy soy un adolescente, y que ya no estás conmigo, pero ese abrazo se sintió tan real, que pude percibir tu esencia nuevamente.
Si, eso fue, un abrazo más...