Hermes

Sonó la alarma, y Hermes salió de la cama, sabía que tenía que llegar a la oficina, y ver como Boris, su desagradable jefe, le daba ordenes que a veces rozaban en lo inaudito. Nada que comentar trabajar en la compañía era una ventana sensacional para el mundo de los negocios.

Hermes debía llegar a las 6, mucho antes que todo el personal, debía preparar todo para la llegada de Boris, quién siempre exigía un café bien cargado, y una tostada francesa bien caliente. Hermes estaba a cargo del desayuno de su jefe de tal manera, que en ocasiones olvidaba el suyo propio.

El pobre diablo de Hermes era el primero en llegar y el último en irse, porque debía hacer cada noche un reporte diario de la empresa, pero ya saben, si se esforzaba tanto algún día sería considerado. La piedra angular de la empresa, así se percibía Hermes, y sí, era muy eficiente, atento, y responsable. Una vez no asistió al cumpleaños de su madre un domingo, porque se tuvo que quedar en la oficina, y lo mismo había pasado el día de las madres.

Excelente contenido, de excelentes personas

Hermes era el empleado perfecto, porque jamás decía que no, mientras otros pasaban el fin de semana con su familia, Hermes no tenía esas distracciones, "afortunadamente" no tenía esposa ni hijos, ni mucho menos novia, ya habrá tiempo para eso según las proyecciones de Hermes.

Un sábado por la mañana, donde rara vez Hermes descansaba, iba a visitar a su madre. Al lugar asistió Joel, su hermano, con su esposa y dos hijos, muy felices la verdad. También su primo Ron, quien venía de disfrutar de las maravillas de un maravilloso viaje. Hermes se sintió un poco triste, porque era el mayor de los tres, pero el trabajo lo absorbía.

Ya se hacía de noche, pero entre familia armaron una buena fiesta, su madre amaba las fiestas, así que por qué no, podían amanecer, y lo mejor, la tristeza de Hermes se disipó porque estaba disfrutando un momento agradable.  De repente sonó su celular, era Boris ¡Había olvidado u papel importante en la oficina! Y Hermes debía salir urgentemente a buscarlo y llevarlo a una casa club donde Boris platicaba con unos inversores. Hermes estuvo negándose en principio, pero Boris lo petrificó diciendo: Si no vienes en 30 minutos, te despido.

Comenzaba a llover, pero nada parecía detener a Hermes, era su oportunidad de algo grande. Su hermano lo intentó detener pero fue en vano. Incluso Ron le dijo que le daría 200 dólares si se quedaba con ellos esa noche, Hermes no escuchó.

Hermes partió como una gacela a la oficina, su trabajo dependía de ello. Aún cuando la fiesta que su familia organizaba lucía bien, cálida y muy acogedora, debía llegar a la oficina. Si llegaba antes tal vez conseguiría tan apreciado ascenso. Su madre estaba triste por su hijo, pero nada podía hacer.

Al fin llegó a la oficina, tomó los papeles y encendió su vehículo tan rápido, que parecía un conductor profesional. La lluvia se intensificaba, pero anda detuvo a Hermes. La radio del auto advertía de una tormenta eléctrica, pero Hermes, Hermes debía llegar.

Un pequeño embotellamiento en la avenida lo detuvo cinco minutos, y recibió un mensaje de Boris que decía que si no llegaba en 10 minutos, sería su fin, así que Hermes aceleró a más no poder. La lluvia seguía creciendo.

A mitad de llegar a su destino la lluvia era tan fuerte que la carretera casi no se veía de camino a la casa club. Hermes desesperaba, pero se veía determinado en una carretera tan resbalosa. De repente se exaltó porque su teléfono celular recibió una llamada, era Boris. Quizá estaba enfadado. La impresión de Hermes fue tal que del susto dejó caer su teléfono. En un acto desesperado por tomarlo del piso de su auto, la llamada dejó de sonar, y en seguida llegó un mensaje de Boris que rezaba: “Estás despedido inútil”

Hermes se sentía ultrajado, pero por su mente pasaron tantas cosas que pudo recordar lo mucho que se esforzó durante tantos años, para al final no obtener nada. Un Hermes derrotado se dio cuenta que aún estaba el auto en marcha, así que intento volver a tomar el volante, pero cuando Hermes se levantó, se dio cuenta que estaba a punto de caer por un barranco, y sin nada que hacer, el auto se volcó. Para su infortunio durante el descenso una inmensa roca obstruía la caída, y Hermes impactó de frente. Falleció al instante.

12 horas después, encontraron su vehículo, y dentro del auto, yacía Hermes. El cuerpo de rescate llamó a su oficina que era el número de emergencia y nadie contestó, era domingo. Luego llamaron a su madre, y luego de varios intentos, le dieron la desagradable noticia. Su hijo falleció.

Fue un funeral pobre, sólo asistieron las mismas personas que estaban aquella noche en casa de su madre. Nadie parecía importarle quien era Hermes en su antigua oficina. Nadie notó su ausencia, sólo su familia. Con un gran pesar se despidieron del súper trabajador Hermes, aunque ya sentían que hace tiempo ya había dado su despedida…

Adiós Hermes… Que al fin puedas descansar…

¡Gracias por leer este contenido! Espero lo hayan disfrutado. Espero seguir brindando esta clase de contenido. Un fuerte abrazo.