El problema de la roca y la realidad/The rock problem and reality
Cuando somos niños apenas conocemos algo del mundo. Los rayos de luz del sol impactan nuestros ojos y el tacto de nuestra piel empieza a funcionar por primera vez. Ante tan fuertes estímulos externos, una tremenda fascinación nos sobrecoge y nos hace perseguir el entendimiento de todas esas cosas que comenzamos a sentir.
Precisamente esa fascinación es la que caracteriza a los filósofos. Según Aristóteles,a impresión que le causa la realidad al filósofo le termina irremediablemente por infundir una fascinación que luego le llevará a hacerse preguntas sobre aquello que le fascina para, finalmente, reflexionar.
Ese tipo de contemplaciones las hacen los niños costantemente: ¿Por qué las plantas son verdes y no de otro color? ¿qué es la muerte? ¿qué hay después de la vida? ¿cómo se ve Dios?
Todas esas preguntas son de índole científica y filosófica. Cualquier observación de la realidad nos puede llevar a un asunto realmente complejo. Por ejemplo, una roca.
Cuando un niño juega en la calle, en un día soleado, él podrá ver que si sujeta una roca estará tibia y de algún modo supondrá que es el sol el que la calienta.
Si el niño es muy listo (o si es un filósofo el que está estudiando la roca), podrá darse cuenta de algo importante: que esa idea no surge solo de la experiencia, del tacto y la vista.
Al afirmar "el sol calienta la piedra", se está suponiendo que existe una relación íntima entre ambos objetos que no podemos ver directamente ni conseguir por nuestra experiencia. Y darnos cuenta de esa relación entre el sol y la piedra, se nos revela que existe otra forma de conocimiento, el pensamiento.
Nos queda preguntar: cuando decimos que sabemos algo ¿Cuál de esos dos factores es el determinante, el que nos hacer saber? ¿De dónde surge el pensamiento y la experiencia como generadores de conocimiento? ¿Cuentan con un mecanismo del que no somos conscientes?
Al darnos cuenta que no podemos responder definivamente a esas preguntas, nos damos cuenta que haciendo simples observaciones propias de un niño podemos ver los vacíos de nuestros conocimientos. Ni siquiera tenemos certeza acerca de cómo surgen.
Preguntas de ese tipo se han hecho todos los grandes filósofos a lo largo de la historia. Sorprende ver que un niño esté tan cerca de ellos en este sentido.
Por eso, y gracias a nuestro estrés natural como adultos, al decirle a un niño que no haga preguntas tontas, probablemente estemos matando a un filósofo que podría hacer muchas cosas a favor de la civilización humana.
Esa era una pequeña reflexión personal que quería comentar y que creo que demuestra un error en el que casi todos hemos incurrido (incluyendome). Un cordial saludo a cualquiera que me lea :)
English translation
When we are children we hardly know anything about the world. The rays of sunlight strike our eyes and the touch of our skin begins to function for the first time. In the face of such strong external stimuli, a tremendous fascination overwhelms us and makes us pursue the understanding of all those things we begin to feel.
It is precisely this fascination that characterizes philosophers. According to Aristotle, the impression that reality causes to the philosopher ends up irremediably infusing him with a fascination that will then lead him to ask questions about that which fascinates him and, finally, to reflect.
That kind of contemplations are constantly made by children: Why are plants green and not of another color? what is death? what is there after life? how does God look like?
All these questions are of a scientific and philosophical nature. Any observation of reality can lead us to a really complex issue. For example, a rock.
When a child plays in the street, on a sunny day, he will see that if he holds a rock it will be warm and he will somehow assume that it is the sun that warms it.
If the child is very clever (or if it is a philosopher who is studying the rock), he will be able to realize something important: that this idea does not arise only from experience, from sense and sight.
By affirming "the sun warms the rock", it is being assumed that there is an intimate relationship between both objects that we cannot see directly or get by our experience. And realizing that relationship between the sun and the stone reveals to us that there is another form of knowledge: thought.
We are left to ask: when we say that we know something, which of these two factors is the determinant, the one that makes us know? Where do thought and experience arise from as generators of knowledge? Do they have a mechanism that we are not aware of?
When we realize that we cannot definitively answer these questions, we realize that by making simple childlike observations we can see the gaps in our knowledge. We are not even sure how they arise.
Such questions have been asked by all the great philosophers throughout history. It is surprising to see that a child is so close to them in this respect.
Because of this, and thanks to our natural stress as adults, by telling a child not to ask silly questions, we are probably killing a philosopher who could do many things for human civilization.
That was a small personal reflection that I wanted to comment on and that I think demonstrates a mistake that almost all of us have made (including myself). Best regards to anyone who reads me :)